El Enigma de las Catedrales

                                            El Enigma de las Catedrales

Todos los monumentos antiguos guardan correspondencias de tipo numérico, astrológico, profético, etc., entre ellos.

Desde las catedrales hasta las pirámides, pasando por las construcciones megalíticas, estas correspondencias numéricas y de otro tipo, sólo pueden ser explicadas gracias al común conocimiento que tenían las diferentes culturas o artífices de monumentos antiguos de una sabiduría afín.

Esta sabiduría que hoy rescata la Gnosis, fue el fundamento para la edificación de todas las maravillas de la antigüedad.

Entre todas las obras antiguas que guardan relación con Dios y el cosmos, resaltan en Europa las famosas catedrales, iglesias, y los viejos monasterios.

Estos monumentos de piedra, modelados por hombres que habían sabido encarnar en su inteligencia, ese principio divinal que toda persona posee, son grandes libros pétreos abiertos.

En el mundo antiguo, la música se hallaba íntimamente vinculada con la medida, y las longitudes de los instrumentos de cuerda y de viento representaban unidades de medida determinadas. Los arquitectos, que calculaban también las proporciones de sus edificios basándose en las relaciones de la música canónica, empleaban las mismas medidas, es decir; los templos antiguos se basaban principalmente en la ciencia de la numerología para su construcción, y el objetivo principal de estos, era el de atraer a los Dioses o las fuerzas de la naturaleza a las que estaban consagrados. En consecuencia se concebían los templos de manera que incluyesen referencias simbólicas a la Deidad apropiada.

Estaban orientados de acuerdo a la estación del año y el cuerpo celeste correspondientes a esa Deidad, cuyos números característicos se expresaban también en las dimensiones de la edificación. Por lo tanto, según la teoría de la magia ritual, servían para invocar esa energía.

La catedral de Lichfield (Inglaterra), constituye un ejemplo claro de templo gótico levantado ajustándose a los principios astrológicos. La construcción estuvo regida por el signo de Marte, se alza sobre unos vestigios prehistóricos nivelados, santificados de acuerdo con la leyenda cristiana de los 888 primeros mártires.

Está consagrada a San Chad, cuya fiesta se celebra el 2 de marzo, como antiguamente se celebró la de Marte. Al parecer, se utilizó el desarrollo geométrico del cuadrado mágico de Marte, para determinar las proporciones de la famosa fachada oeste, cuyos detalles originales, sin embargo, fueron desfigurados por las reparaciones efectuadas en el siglo XIX.

El uso de los cuadrados mágicos formaba parte de la antigua tradición de la geometría y las matemáticas cabalistas, conservada en secreto por los gremios medievales de artesanos -en Europa, por el de los albañiles principalmente, perpetuando en la masonería-. Se elegían los números apropiados teniendo en cuenta la naturaleza del lugar y la dominante astrológica de la zona.

En el norte de Alemania y en las ciudades hanseáticas, Lübeck por ejemplo, la mayoría de las catedrales se ajustaban al cuadrado de Marte y se construían de ladrillos rojos. La catedral de Lichfield, es también roja, el color de Marte. Más aún, el nombre de la ciudad indica sin lugar a dudas su carácter astrológico, ya que, según un documento medieval, que se conserva en los archivos de la iglesia; la ciudad de Lichfield se llamó anteriormente «Liches from War» (cadáveres de la guerra).

Las antiguas catedrales e iglesias, no estaban de ningún modo edificadas al azar, sino que están situadas en puntos concretos de la corteza terrestre, coincidiendo muchas veces su construcción sobre antiguos megalitos de origen remoto; tal y como ocurre por ejemplo en Chartres, de la que Louis Charpentier, en su libro titulado Les Mystéres de la cathédrale de Chartres, identificaba con la antigua capital de los carnutos, el emplazamiento de un gran colegio druida y un centro de inspiración.

La catedral se alza sobre un gran montículo prehistórico, encima de una cámara subterránea, donde según Charpentier, confluyen de manera natural varias corrientes de fuerza telúrica muy potente, a las que se denomina las woires, o serpientes mercuriales. Los geománticos cristianos, cuya influencia oculta en el seno de la iglesia, se dejaba sentir aún en la Edad Media.

Ellos situaron y construyeron su estructura milagrosa, a fin de que sirviera como instrumento para la acumulación y la fusión de la energía y su diseminación en beneficio de la localidad y de los peregrinos que, en ciertas épocas del año, acudían en masa a la catedral.

Los templos, entre otras cosas, representan al propio microcosmos hombre, resaltando los aspectos más determinantes o importantes de su constitución. Estos aspectos lo constituyen en diversas catedrales, los tres pasillos principales que nos encontramos al entrar al santuario, después de pasar entre las dos torres, símbolo del azufre y del mercurio.

Estos tres pasillos evocan el recuerdo del ternario en el ser humano. Sushumna en el centro nos conduce directamente a la parte central de la nave, donde por lo general suele estar ubicado el altar, cuya correspondencia en el cuerpo humano viene dada por el corazón; es en este punto donde confluyen de manera especial las corrientes terrestres con las corrientes celestes. Después nos encontramos con el coro, correspondiente a la garganta en el hombre.

El sonido, la voz, el verbo, tan importante en toda la creación, tal y como nos lo dice la Biblia, ocupa en todo el templo un lugar destacado. Otra parte importante de cualquier templo, son los maravillosos rosetones, que a manera de gigantescos chakras filtran la luz solar a través de su multicolor composición, a fin de iluminar el interior de las inmensas catedrales e iglesias, como pura energía solar que inunda nuestro organismo a través de las diferentes ruedas magnéticas distribuidas en nuestra anatomía oculta, y al final, en la última parte para aquel que se ha regenerado el cerebro y limpiado la mente, se ubica la viva expresión del Amor, la Virgen María, Dios en su aspecto femenino.

La unión con el Ser, la unión con Dios, sólo es posible tal y como nos indican las antiguas catedrales, abriendo la puerta del sexo, pasando entre las dos torres o columnas masónicas del fuego y del agua, lo positivo y los negativo, los dos principios alquimistas de generación y creación, ascendiendo por los canales internos de transmutación y por medio del corazón, de la vía del supremo arrepentimiento es como logramos nuevas creaciones y cristalizaciones, hasta lograr encarnar al AMOR en su más alto grado.

En definitiva, la síntesis del hombre como expresión divina se encuentra plasmada en la cruz que adoptan los templos antiguos, La cruz de los antiguos misterios, símbolo mágico, símbolo absoluto de poder divino.