Amuletos y Talismanes

Amuletos y Talismanes

Introducción:

Según el diccionario, amuleto, es una figura, medalla u objeto supuestamente dotado de poderes mágicos, que es llevado por una persona o expuesto en el hogar, lugar o negocio, con el fin de que repela y expulse desgracias, enfermedades o ataques de seres malignos, o bien de que atraiga la fortuna y la protección de seres benignos.

Muchas han sido las etimologías que, desde tiempos muy antiguos se han propuesto de la palabra amuleto, una de ellas es la voz griega ámylon (“remedio contra los venenos”). Los antiguos romanos pensaban que la palabra derivaba de amoliri, que tenía el sentido de “alejar el mal”.

Plinio definió el amuletum como “un objeto que protege a una persona del mal”.

Más tarde se creyó que su nombre derivaba de la voz griega amma, que significa “nudo”; o bien de amula, nombre que se le daba a los “vasitos de ámbar” que se colgaban del cuello de los niños para mantener fuera a los espíritus malignos.

(Hoy en día, estos vasitos se han sustituido por los lacitos rojos, o un objeto de color rojo, etc.)

Otros dicen que podría ser una voz derivada del árabe chamalet, o del griego amulon, del “almidón”, sustancia que durante mucho tiempo se consideró como un remedio infalible contra los venenos.

Muchos especialistas establecen diferencias, entre amuletos, talismanes, fetiches y pantáculos.

El amuleto, es un objeto mágico en sí mismo, tiene poderes de tipo general, sirve para repeler males o atraer suerte de modo estable. Podemos decir que el amuleto en un estado más elevado de evolución es el talismán.

El talismán sería un objeto cuya carga de poderes mágicos procede del interior de la persona, es decir, un catalizador de las capacidades mágicas. Dicho objeto actuaría cuando se trabaja sobre él, pronunciando palabras mágicas, energetizándolo con las energías personales, etc. Por tanto, el talismán es un objeto “científico”, está sometido a leyes, a correspondencias, a una fabricación.

El amuleto defiende la casa, por ejemplo. El talismán protegerá contra los insectos, o contra la magia negra, o contra tal o cual enemigo. Al ser de una técnica más evolucionada, el talismán se especializa.

El término talismán tiene un origen incierto: se le encuentra entre los árabes bajo la forma tislam y tillams. Los árabes lo tomaron de los griegos: telesma, que significa “objeto sagrado”.

El talismán, por definición, tiene un fin determinado, preciso y sobre todo exige que intervenga en su fabricación un elemento que no posee el fetiche.

El fetiche es ante todo natural, de origen animal: dientes, plumas, piel, etc., está asociado a las tradiciones centroafricanas propias del individuo, la familia o tribu. Y se suele definir como un objeto que sirve supuestamente de sede del poder de un espíritu, a veces considerado como divinidad.

Luego tenemos el pantáculo, la forma más evolucionada del talismán, que ha dado origen a la ciencia talismánica o pantacular.

El árabe que escribe tal o cual versículo del Corán para protegerse en su viaje, fabrica un talismán. El doctor musulmán que parte del valor numérico de las letras árabes para construir sus cuadrados mágicos, reproducidos en materias que se hallan en concordancia astrológica, en las horas y días planetarios favorables, hace un pantáculo. El pantáculo se convierte así en un “emisor fluídico”, no es ya únicamente un elemento protector como el amuleto, sino que él mismo irradia la fuerza mágica, lo sagrado, como el talismán. Pero mientras el talismán actúa porque contiene una sustancia sagrada (textos, letras, objetos) el pantáculo actúa de acuerdo con las potencias del cosmos.

El talismán lo encontramos por doquier: en las puertas de las casas, en los templos asirios (estatuas talismánicas); Virgilio puso una mosca de bronce sobre una de las puertas de su residencia de Nápoles, lo que impidió durante 8 años que en su casa entrara mosca alguna.

Ahmed ben-tolon, califa de Egipto fabricó un pantáculo de plomo fundido, que ahuyentaba a los peligrosos cocodrilos de las proximidades de las ciudades. Los Palladium eran estatuillas que protegían a la ciudad de los incendios, como el célebre Palladium de Troya. Una tradición gnóstica cuenta que el sabio Bálinas depositó en un gran número de ciudades “protecciones mágicas” contra tormentas, serpientes, escorpiones, etc.

Vamos a ver las tradiciones talismánicas en las más importantes civilizaciones y después estudiaremos la ciencia pantacular tal y como la encontramos en los manuscritos, grimorios, textos antiguos y tradiciones mágicas.

La utilización, el empleo de amuletos, talismanes y pantáculos protectores es un fenómeno universal, documentado en todas las épocas y regiones del mundo.

Tradiciones Talismánicas Orientales y Occidentales

La tradición hebrea

No se puede abordar la tradición mágica de occidente sin encontrarnos nombres divinos o angélicos de origen hebreo. Los papiros mágicos abundan en términos hebreos y estos mismos los encontramos en textos gnósticos, cristianos, islámicos y coptos.

Las excavaciones han puesto al descubierto objetos de pequeño tamaño, como huesos horadados, piedrecillas blancas y negras perforadas, collares de conchas, medias lunas y anillos, que sin duda sirvieron de amuletos. Utilizaban el coral, para el mal de ojo y también los ojos de Horus, joyas que estudiaremos más adelante. Se han hallado también amuletos en forma de serpiente y cráneos humanos empleados en ritos mágicos.

En la antigüedad las joyas eran ante todo amuletos. En hebreo diadema es nezer, que significa consagración y en sirio, un pendiente se llama “algo santo” (qedosho). Las joyas suntuosas con que se adornaba el israelita cuando penetraba en su santuario formaban parte de los ornamentos sagrados.

La tradición talismánica hebrea se basa fundamentalmente en los nombres divinos y angélicos. Cuando moisés firmó un pacto con Jehová, que dio paso al monoteísmo. Este pacto se selló con ceremonias, entre ellas se efectuaban tatuajes protectores con el signo de Jehová que los israelitas debieron adoptar, semejantes a los que utilizaban los sirios. Este signo se llevaba en la mano y entre los ojos. Como consecuencia de este monoteísmo los clanes de Israel tuvieron que relegar a toda prisa a sus dioses penates, a sus divinidades familiares y locales.

Entre estas divinidades estaban:

El baal Lebanon (el señor del libano)

El baal Ber (la señora de los pozos)

El baal Marquod (el señor de la danza)

El baal Zebud (que proporcionaba los oráculos) etc.

También estaba el baal Kerub, que se ha convertido en nuestro querubín, que fue un baal del aire. Posteriormente será el guardián de las cosas santas y absorberá a los genios alados pertenecientes a las mitologías Babilonia y egipcia y también sirio-hitita.

Hubo un periodo de adaptación entre el momento del pacto de moisés y el definitivo abandono de los baal. Este período se caracterizó por la adoración simultánea de Jehová y de los dioses locales que favorecían las cosechas.

El sumo sacerdote hebreo llevaba un pectoral claramente talismánico y las piedras que lo adornaban tenían un valor mágico concreto.

Las doce piedras correspondían a las 12 tribus de Israel.

Veamos la correspondencia de las 12 piedras con las 12 tribus:

Esmeralda…..Rubén

Berilo………….. Judá

Amatista…….. Gad

Jaspe…………….. Zabulón

Topacio……….. Simeón

Lapislázuli…. Dan

Ágata…………… Ashar

Ónice…………….. José

Cornalina….. Leví

Carbunclo…. Neftalí

Jacinto………… Isacar

Crisolito…….. Benjamín

Flavio Josefo, el historiador de los judíos, decía que las doce piedras representaban los meses o los doce signos del zodiaco.

Luego tenemos los “Terafim”, esta tradición de la estatua amuleto, más tarde talismánica, permaneció a través de los tiempos entre los hebreos. Unas veces fue un ídolo doméstico, según el génesis; otras fue un objeto de culto a Jehová, según el libro de los jueces y otras un medio de adivinación.

En Ezequiel XXI, 26 se nos da un ejemplo de ello con el rey Nabucodonosor. La fuga de Raquel con Jacob, cuando ella roba y se lleva los Terafim de Laban para que éste no sepa hacia donde han ido, demuestra el valor adivinatorio de los Terafim. Y estas estatuillas no debían de ser muy grandes, ya que Raquel pudo ocultarlas en la silla de su camello y sentarse sobre ellas.

Finalmente estas estatuillas fueron prohibidas, pero como todo lo prohibido, su uso permaneció constante en las comunidades hebreas, y las volveremos a encontrar en la edad media entre las tradiciones de la cábala. Luego tenemos las filacterias hebreas: trozos de pergamino sobre el que se escriben algunos pasajes de la Biblia. La influencia benéfica que irradia del texto sagrado, actúa así por contacto.

Eran de dos tipos:

1.-la que se llevaba en la cabeza

2.-la que se llevaba en las manos o sobre los brazos.

Los versículos que se escribían eran: éxodo, XIII 1,10; éxodo XIII 11,16; Deuteronomio VI 4-9; y Deuteronomio XI, 13-21.

Veamos por ejemplo que dice en éxodo, XIII 1,10:

“Jehová habló a moisés, diciendo:

Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.

Y moisés dijo al pueblo:

Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte…

…y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto. Por tanto tú guardarás este rito en su tiempo de año en año.”

El uso de amuletos repelentes de las fuerzas del mal o atrayentes del bien y de la fortuna, sanación, etc. Está atestiguado desde los tiempos antiguos.

En la cábala hebraica los Sefirot son la base misma de la ciencia cabalística y nos encontraremos con frecuencia con alguno de estos nombres divinos transcrito en los talismanes hebreos o gnósticos.

En los textos del Zohar se habla de curar las enfermedades del cuerpo mediante la aplicación de los diferentes nombres de dios. Esta tradición del poder del nombre se mantuvo hasta los primeros padres de la iglesia, orígenes decía que no se dan los nombres a las cosas por pura convención, sino que cada nombre posee una profunda y misteriosa relación con la cosa que designa. Dice también que no hay que aplicar el nombre de un Daimon terrible a un genio débil. Ej. Ponerle a un animal el nombre de una divinidad.

El maestro Samael también nos dice que el nombre tiene una acción sobre la persona y que no debemos ponerle a nuestros hijos nombres como Dolores.

Por otro lado, los nombres de algunos ángeles están relacionados con las estrellas. Los israelitas se ocuparon de la astrología, utilizaban las influencias de los astros en la construcción de amuletos y pantáculos.

El talismán más sencillo, es un versículo seleccionado de la Biblia. Estos versículos están escritos sobre pergamino y se llevan encima como joyas.

Existe la fórmula shebriti especial contra el mal de ojo:

Abracadabra:, que toda la edad media veneró sin comprenderla y que los gnósticos utilizaban bajo su forma griega.

Esta palabra viene del hebreo abreq ad habra, que significa (envía tu fuego hasta la muerte)

Abracadabra

Abracadabr

Abracadab

Abracada

Abracad

Abraca

Abrac

Abra

Abr

Ab

A

 

Los amuletos hebreos se complican y pronto aparecen figuras geométricas enmarcando las letras.

El famoso sello de Salomón (hexagrama) contiene 14 grupos de letras hebreas en sus brazos y la frase:

“Confío a sus ángeles la misión de protegerle, para que te acompañen en tu camino. Amén.”

Del famoso rey hebreo Salomón ha llegado hasta nosotros su famosa “Clavícula”. La reputación filosófica y mágica de Salomón perduró a través de generaciones y su clavícula tiene una larga tradición, Flavio Josefo cita, en la época del emperador Vespasiano (siglo I de nuestra era) un libro de encantamientos llamado de Salomón.

El papa InocencioVI mandó quemar un libro voluminoso titulado “libro de Salomón” lleno de invocaciones y de prácticas”. Josefo cuenta incluso que un judío de nombre Eleazar liberó en presencia de Vespasiano, a varios posesos por medio de una raíz cuyas virtudes mágicas había descubierto Salomón.

A los demonios se les amenazaba con el nombre de Salomón. En Asia Menor se encontraron varias medallas talismánicas donde se usa la imagen de Salomón siempre a caballo atravesando con su lanza a una diablesa que representa la enfermedad. Lo más sorprendente es ese Salomón a caballo como S. Jorge. En la época de Salomón jamás montaban a caballo. Los egipcios y los sirios tomaron de los tracios la idea de representar a sus dioses a caballo (Horus aparece a caballo en algunos recintos).

La estrella de cinco puntas, llamada Sello de Salomón, figura en las monedas merovingias y fue utilizada como talismán de batalla. Pero este sello ha sido usado fundamentalmente por árabes y judíos. En la edad media se uso como instrumento mágico ante todo.

En el gran papyrus magique de París, se dice que un poseso fue liberado por medio del Sello de Salomón puesto sobre su boca. Las leyendas árabes están llenas de las propiedades maravillosas del pentágono de salomón. Una de ellas dice que salomón llevaba esta figura grabada en su anillo. Otra leyenda cuenta que esta figura perteneció al propio lucifer y que salomón se lo arrebató.

Otro amuleto hebreo escrito en pergamino, se llevaba sobre el brazo izquierdo. Podía leerse la palabra “Hacer Próspero” y el nombre sagrado del Tetragrámaton. (Favorecía en los negocios).

Otra clase de amuleto hebreo muy antiguo, es el famoso “Deviltrap” (trampa del demonio) especie de cuencos horadados destinado a arrojar al demonio de la casa en la que se enterraba este cuenco.

La Tradición Talismánica Egipcia

Las primeras civilizaciones históricas han proporcionado, muestras del uso de amuletos, talismanes y todo tipo de objetos mágicos complejos y elaborados. Los amuletos egipcios más antiguos pueden datarse en torno al IV milenio a.C.

Egipto desempeñó un papel considerable en la elaboración de la ciencia pantacular de los gnósticos. El jeroglífico egipcio, al igual que el carácter hebreo, griego, o chino, tenía un sentido complejo y actuaba como un pantáculo.

La ciencia de los amuletos de Egipto fue muy apreciada por todos los pueblos coetáneos, los escarabajos, las láminas grabadas y las estatuillas pantaculares, eran muy buscadas y apreciadas. Algunos representaban figuras de animales como el “ibis”, “el cocodrilo”, “el hipopótamo”, “leones de dos cabezas”, tallados en materiales preciosos como el jaspe, la obsidiana, el feldespato, etc.

Muchos de sus amuletos representaban armas que preservaban del peligro que traían los días nefastos. Dichos días eran designados, por los horóscopos de los sacerdotes, adivinos y hechiceros. Los amuletos que se conservan, se han encontrado en los ataúdes y en las momias, colocados sobre el cuerpo del muerto.

Cada uno tenía una virtud especial que se comunicaba a los muertos recitando una plegaria en el momento de la momificación o al enterrarlos, unos protegían la cabeza, otros el tronco, los brazos, las piernas, formando así una armadura mágica. Los había de todos los materiales.

Los amuletos más frecuentes eran los “escarabajos”, como símbolo del alma. Los tat (cruces), mal llamados nilometros, que significaban “estabilidad”, identificados por los egipcios con la espina dorsal. Este amuleto era colocado en el cuello de la momia, para que el muerto pudiera franquear la puerta del cielo.

Los tá; las columnitas, la corona roja, la cartela, las égidas, el ojo simbólico (udyat) del dios horus, hechos en oro, plata, lapislázuli o porcelana, representaban la protección vigilante del dios, al tiempo que traían salud y protección. Otros amuletos como el menat (collar), ures (almohada), shenu (anillos), la cruz ankh, signo de la vida y la inmortalidad; otra cruz era el néfer, con dos líneas horizontales en vez de una.

Las cabezas de cobra (uraeus) símbolo de la creación, símbolo del fuego y de la Divina Madre. El jeroglífico, signo de amor, shut (plumas), seshen (loto). Las representaciones de diversos animales sagrados (buitres, vacas, escorpiones, cocodrilos, ibis, hipopótamos, halcones, gavilanes, etc.).

El tocado de “Hator”, compuesto del disco solar y las plumas de avestruz, tallas en forma de “corazón”, representando la inmortalidad del alma. “la rana” (diosa “Higit”), unida a la resurrección, por ello era colocada sobre la momia.

Representaciones de escaleras en miniatura, que ayudaban a subir al paraíso (también estas mismas se han encontrado en Nepal y Rusia). Los rectángulos de barro esmaltados, conteniendo plegarias o representaciones divinas. También los cippi de horus, especie de estelas o placas inscritas, con fórmulas referidas al dios y que a veces le dibujaban también con una o varias serpientes que repelían los espíritus del mal.

Entre los amuletos hay que clasificar los papiros conteniendo fórmulas talismánicas, depositadas cuidadosamente en estuches de metal, a veces de oro, que se han encontrado en los ataúdes de momias.

La palabra M K –T designaba un amuleto y significaba protección.

En Egipto se utilizaron fórmulas y amuletos contra las enfermedades, los demonios, la esterilidad y contra cualquier calamidad. Las fórmulas mágicas eran conservadas por los sacerdotes. Cuando estas fórmulas eran transcritas en papiros, esculpidas en piedra, metal, vidrio o porcelana, se convertían en amuletos protectores.

Las estatuillas de dioses, diosas, y genios servían de protección en las casas y en las tumbas. Estas eran a veces huecas y en su interior se ocultaban rollos de textos y oraciones.

En Egipto se llamó a los grandes magos “Señores de la Luz” y “Creadores por la Voz”. Este concepto aparece también en los tres signos de vida, fuerza y permanencia de los jeroglíficos, signos que simbolizan virtudes del dios sol creador.

El signo de vida, “ankh”, es la cruz ansada. El signo de fuerza, “uas”, es un cetro que llevan los dioses y los reyes y que a veces está coronado por un relámpago en zig-zag. Finalmente el signo de estabilidad, de permanencia, “ded”, representa a los cuatro pilares del cielo vistos en perspectiva, es también el rayo solar. Estos tres signos se colocaban en las manos de los reyes desde tiempos muy remotos.

Por lo general los signos de vida y fuerza aparecen como saliendo del sol y cayendo con sus rayos sobre el faraón. Estos signos actuaban como un pantáculo.

Los egipcios también empleaban la ciencia de la astronomía para la fabricación de talismanes. Uno de los más bellos ejemplos de esta ciencia es el famoso Zodiaco de Dèndera. Las influencias zodiacales estaban gobernadas por genios que presidían una parte del inmenso círculo mágico que rodeaba la tierra. Además, los genios se hallaban en contacto con los hombres mediante las grandes estatuas pantaculares de que habla el Poymandres de Hermes Trismegisto.

San Agustín, al analizar un pasaje de Hermes Trismegisto, habla de “esas estatuas animadas por una asociación divina, que realizan prodigios, predicen el porvenir y curan enfermedades”.

Entre los judíos, también existió la práctica de crear estatuas pantaculares parlantes. La famosa estatua del dios Memmon, a la cual alude Homero, es considerada por tácito como “uno de los más grandes prodigios”.

La Tradición Talismánica Asirio-Babilónica

Los asirios al igual que los egipcios llevaban preciosos amuletos. Tenían la costumbre de arrojar amuletos a los cimientos de los edificios para consagrarlos. Así lo expresa una “tablilla” en que el “rey Sargón” habla de la fundación del palacio de “Jursabâd”. Esto se ha comprobado con hechos; pues en las ruinas de aquella famosa ciudad se han encontrado centenares de objetos pequeños de diversas materias, tales como cilindros, conos, figuritas de barro cocido, conchas y guijarros perforados, que se conservan en el “Louvre”. (también se dice que ponían diez figuras de perros, en los cimientos, cinco a cada lado).

En estos amuletos, se encuentran señales de haber sido usados, lo cual demuestra, que durante la ceremonia de consagración de las cimentaciones, era costumbre desprenderse de los amuletos en un momento determinado y quizás a una señal de los sacerdotes. En las tumbas, se ha encontrado amuletos “fenicios”, muy parecidos a los egipcios, figuras y estatuillas de barro cocido, algunas esmaltadas. Representando un dios con cabeza de gavilán, escarabajos, el ojo simbólico, estuches de oro y plata conteniendo laminillas metálicas con inscripciones, etc.

En mesopotamia, se describe el mito, de Marduk, que para destruir a la malvada diosa Tiamat, hubo de armarse de amuletos, de los cuales el más potente era una piedra roja en forma de ojo, que se puso entre los labios. Gracias a ello pudo vencer el poder del poderosísimo amuleto de la diosa, la llamada “Duppu Shemati” o “Tablilla de los Destinos”.

Entre los antiguos babilonios, cananeos, hititas, fue muy común el uso de sellos cilíndricos (que con el tiempo tenderían a convertirse en cónicos) elaborados con materiales preciosos como la “Diorita” o la “Hematita”, y que contenían ricas inscripciones con escenas de victorias de dioses contra demonios. Otros, de dioses lanzando agua desde dos jarros; de personas en actitud de súplica a los dioses, o del sol saliendo entre dos montañas. Se sabe que estos sellos tenían la doble función de servir de firma para los documentos oficiales y de funcionar como protección de cada persona frente a espíritus hostiles.

Los caldeos colocaban en la entrada de las habitaciones de la casa figuras o representaciones de dioses o espíritus tutelares o dioses penates. Sobre estos dioses penates, el maestro Samael nos dice, en su libro “Curso Esotérico de Magia Rúnica”:

“En los mundos suprasensibles de las dimensiones superiores del espacio pueden los Hierofantes platicar con estos dioses penates, regentes de ciudades, pueblos, aldeas y hogares. El bendito patrono de un pueblo es su dios penate o santo ángel guardián. El rector secreto de cualquier ciudad es su deiduso especial. El espíritu protector de cualquier familia es su director espiritual. todos estos genios o jinas misteriosos de familia, raza, nación, tribu o clan, son ciertamente los dioses penates de los antiguos tiempos que continúan existiendo en los mundos superiores…”

En la antigüedad se hacía ofrendas, en los solsticios y en los equinoccios para solicitar protección y a la vez dar gracias a los genios protectores de los cuatro puntos cardinales y que a la vez tuvieran como los dioses penates que guardar la casa, la familia y todos los que vivieran en ese lugar.

Los medios de defensa asirio-babilónica contra cualquier peligro, eran orales y escritos. Los orales consistían en la puesta en práctica de la vieja magia verbal, un conjuro bien hecho siempre era efectivo.

Veamos un ejemplo:

“El fantasma, hijo del cielo, de quien se acuerdan los dioses, el lémur, príncipe de los señores, el genio que produce el dolor, el vampiro que ataca al hombre, el utukku multiplicado sobre la humanidad, ¡que jamás me alcancen¡ espíritu del cielo, acuérdate. Espíritu de la tierra, acuérdate…”

“Está furiosa la hija de Anu, está furiosa, sube y está resplandeciente- yo te exorcizo en el nombre del cielo, y yo, tu servidor, te rindo mi culto- son siete – son siete- en las profundidades del abismo, son siete- Obedece en el cielo, son siete.”

Para evocar al dios, el conjurador debe conocer el nombre y el número de éste. Cuando se conocían el nombre y la cifra, la defensa mágica estaba garantizada, porque la escritura en magia tiene el mismo poder misterioso que la palabra que representa.

También ha llegado hasta nosotros un texto de encantamiento caldeo que dice:

“Talismán, talismán, estela que no se quita, límite que los cielos nunca traspasan, límite entre el cielo y la tierra, y mojón que no se mueve, que ningún dios comprende, que ni los dioses ni los hombres pueden explicar, barrera inmutable dispuesta contra el maleficio, barrera estable que se opone al sortilegio, lo mismo al malo, que al destructor, al fantasma, al espectro, al vampiro, al íncubo, al súcubo, al sirviente o a la mala enfermedad.

¡que el talismán los haga correr como las aguas¡ ¡que les haga temblar como las hojas¡ ¡que le quiebre como el hennep¡ ¡que le corte las alas!.”

Junto a los talismanes fijos, los caldeos asirios usaban también amuletos portátiles hechos de piedras grabadas. También construyeron talismanes estelares. Contra la influencia nefasta transitoria de un astro, el mago invocaba la virtud benéfica de otro astro celeste.

La Tradición Talismánica Gnóstica

La tradición gnóstica aportó a la ciencia pantacular, además del “nombre”, fuente de la potencia del pantáculo, la representación sistemática del dios, ángel o del daimon evocado, así como el simbolismo de la hora planetaria: la potencia invisible.

Las escuelas gnósticas hicieron la síntesis de los dioses egipcios, griegos, hebreos, etc… Esta síntesis aparece en diversos papiros del Louvre, papiros griegos, etc; en ellos vemos a Jehová al lado de Adonai, Sabaoth, Miguel, Isis, Anubis, Tifón, Set… En una amplia y profunda síntesis mística. Los Ofitas proveían a sus discípulos de un sello, de una cifra mística y de una fórmula para los mundos superiores. En los misterios mitráicos, procedentes del mazdeísmo, arrojaban los demonios mediante conjuros, que les permitían atravesar las puertas de los siete cielos planetarios, ayudados por pantáculos especiales.

Los neo-ofitas del siglo IV de nuestra era acumulaban himnos, letanías, invocaciones, usaban la ciencia de las piedras preciosas, tenían recetas y fórmulas mágicas. Algunos talismanes gnósticos tenían figuras de gallo, serpiente que se muerde la cola, mercurio, etc.

Una curiosa fórmula que se encontró en Bouchet y ahora está en el museo de Aviñón y se encontró fijada a una roca, puede leerse la fórmula de un conjuro:

“Aleja de esta región todo granizo y toda nieve y todo lo que daña a la tierra. Ordena, oh dios, y sé favorable a ella. Abraxas. Jah. Iao.”

Esta fórmula debió usarse entre grupos gnósticos del valle del Ródano.

En la biblioteca nacional de parís se encuentra un gran número de amuletos, la mayor parte de origen gnóstico, en muchos de ellos aparece el dios Abraxas. Su nombre es sagrado y si se descompone según el sistema de numeración griega se llega a la cifra 365, que es el número de genios que regenta y según Basílides estaba dotado de 365 virtudes, esto es algo simbólico:

A = 1

B = 2

R = 100

A = 1

X = 200

A = 1

S = 60 = 365

 

Es decir, que la suma de los valores numéricos que atribuían a cada letra de la palabra abraxas forma un total de 365, que correspondía a los 365 días del año solar, o lo que es igual a un ciclo de “acción divina”, el conjunto de las 365 manifestaciones de dios en un año.

P. Blavatsky nos dice que la palabra abraxas deriva de una sagrada y antigua palabra copta o egipcia, la cual era una fórmula mágica. Se escribía en un amuleto o talismán y se llevaba sobre el pecho debajo de la ropa o colgada al cuello. Las piedras abraxas usadas por los gnósticos, eran unas gemas que llevaban inscrita esta palabra griega que se usaba como talismán.

Los amuletos se convirtieron en un objeto tan común entre los cristianos que en el siglo IV se prohibió tanto su fabricación como su uso, bajo la pena de ser expulsado de la orden sagrada a la que se perteneciera.

Las gemas abraxas representaban, generalmente un cuerpo humano con cabeza de gallo, en una mano llevaba un escudo y en la otra un látigo, y dos serpientes en lugar de piernas. En algunas gemas aparecen las letras i a o, que designan a la divinidad y que contenían la palabra gallo = I.A.O..

El V.M. Samael nos devela el misterio del abraxas. Nos explica que aquel que recibe la iniciación venusta encarna a su estrella. Esta estrella crucificada en la cruz es el cristo de los abraxas. Nos dice que las dos serpientes son una la serpiente ascendente, la serpiente de cobre de moisés, la otra es la serpiente descendente. Todo el trabajo de la gran obra consiste en desprenderse de los anillos encantados de la serpiente seductora, y levantarla por el canal medular, para abrir las siete iglesias.

También nos dice en otro libro, que el gallo representa el IAO, el verbo, la palabra.

En un escrito de inspirado en Basilides de Alejandría y transcrito por Jung titulado “Los siete sermones a los muertos” se habla del dios abraxas, y dice lo siguiente:

“Este es un dios del que nada sabíais, pues los hombres lo olvidaron. Nosotros lo denominamos por su nombre: Abraxas».

Es todavía más indeterminado que dios y diablo. Abraxas es acción.., está por encima de dios y por encima del diablo.

Es fuerza, duración, transformación. Abraxas es el sol y, a la vez, el abismo eternamente arrollador del vacío, del diablo. Abraxas dice la palabra digna y condenada, que es a la vez vida y muerte.

Abraxas produce verdad y mentira, bien y mal, luz y tinieblas en la misma palabra y en el mismo acto. Por ello abraxas es temible. Es soberbio como el león en el instante en que vence a su víctima. Es bello como un día de primavera. Es la cópula sagrada, es el amor y su homicidio, es el santo y el traidor. Es la más clara luz del día y la más profunda noche del absurdo.

Verle significa ceguera, conocerle significa enfermedad, rezarle significa muerte, temerle significa sabiduría, no oponerse a el significa salvación. Este es el terrible Abraxas…”

Otra fórmula que usaban los gnósticos es la de “Ablanathanalba”, que se escribe bajo la forma de un triángulo:

Ablana0analba

Ablana0analb

Ablana0anal

Ablana0ana

Ablana0an

Ablana0a

Ablana0

Ablana

Ablan

Abla

Abl

Ab

A

Esta palabra se interpreta como “Pater nobis tu” (es); si se toma la 0 como marcando un espacio de modo que pudiera leerse ablanat analba, se puede transcribir en hebreo: “Pater ad nos veni” y la fórmula se convierte en un conjuro.

En un papiro mágico de origen griego, se extrae esta fórmula de un amuleto con cabeza de Anubis y el “ablanathanalba”. Estas vocales desempeñaban un papel importante en el arte talismánico gnóstico.

Las vocales del alfabeto tenían un gran valor mágico en la tradición gnóstica. Eran siete, y cada una de ellas correspondía a un planeta y a una esfera y existen numerosas gemas que nos proporcionan variados ejemplos de ello. Unas veces las vocales se disponían en forma de cuadrado mágico y otras en forma de triángulo por una cara y por la otra cara aparecía un cuerpo humano decapitado, con los brazos extendidos y el cuerpo cubierto de vocales. (papiro mágico griego de Leyden)

La Tradición Islámica

Los árabes han conocido desde siempre los fetiches, los amuletos y los talismanes. La misma palabra talismán ya dijimos que procedía del árabe: tilsam, tilsim, tilism, tilasm, de donde surgió el griego telesma.

La fórmula mágica la escribían sobre papel, o sobre piel de gacela, con tinta especial obtenida con lana carbonizada y agua, o incluso con agua de rosas, agua de azafrán, etc.

Por lo general el amuleto lo encerraban en un tubo de cuero o de metal: hojalata de plata, adornado con ricas incrustaciones. La figura talismánica se lleva también en forma de sello, de colgante de collar: el “khatim”.

Mahoma desautorizó el uso de cualquier metal que no fuera la plata: los collares y sellos, de oro, cobre y hierro están prohibidos en la tradición musulmana. Sin embargo encontramos láminas de plomo grabadas, que recuerda el carácter mágico de ciertos metales como el bronce. La famosa mano de Fátima conjura el mal de ojo; y los chiitas ataban a cada uno de los dedos de la mano el símbolo de cinco grandes personajes sagrados: Mahoma, Alí, Fátima, Hasan y Husain.

Un día que los discípulos de Mahoma se quejaban de la supresión de las imágenes, el profeta metió en tinta sus dedos e imprimiéndolos sobre una hoja de papel, les mostró ésta por toda respuesta. Esta imagen del instrumento más perfecto que dios ha puesto al servicio del hombre ha sido desde entonces para los musulmanes un medio infalible contra el mal de ojo.

Para ellos la mano tiene tres significados misteriosos:

  • Designa a la providencia
  • Es un resumen de la ley: tiene cinco dedos. Todos los dedos están sometidos a la unidad de la mano, que les sirve de base. En consecuencia, toda la ley se encuentra encerrada en la mano, los cinco dedos y las catorce articulaciones.
  • La mano, por su estructura, al ser un resumen de la religión, es un poderoso instrumento de defensa contra los enemigos.

Dice un comentarista del Corán:

“Cuando invoquéis a dios, mostradle el interior de vuestras manos y no el exterior; y cuando acabéis, pasad vuestras manos sobre vuestro rostro.”

En Turquía, musulmanes, griegos, armenios y judíos suspenden del gorrito del recién nacido o del cuello de sus hijos manos de vidrio azul. En la puerta de entrada de la Torre de la Justicia en la Alhambra de Granada hay esculpida una mano. En Siria, los turcos, los judíos y los árabes esculpen o pintan una mano en rojo sobre el dintel de la puerta o sobre la imposta de las casas en construcción. En Argelia prácticamente no existe casa indígena en la que no se encuentre, en el interior o en el exterior, sobre la puerta de entrada, una especie de mano de dedos alargados.

 

Otro tipo de talismán árabe es el “herz”, que se vende en la actualidad, autografiado o impreso. Los musulmanes prefieren el amuleto escrito de puño y letra de un creador de amuletos o de un estudiante coránico. El “herz” se compone de una “da’ua” que se escribe en verso: es un conjuro mágico y religioso que se canta, se murmura o se escribe. Y contiene plegarias, invocaciones y nombres mágicos.

El “herz” también tiene el “djeduel” que es la figura geométrica que encierra las palabras, las letras y los signos talismánicos. Para los musulmanes las letras tienen un valor numérico y se emplean en los tratados de magia. Cada letra tiene una relación secreta con el universo.

Al igual que el Talmud, la tradición islámica enseña que las letras son la esencia de las cosas y se hallan en relación con las esferas celestes, los signos del zodiaco y los cuatro elementos. Otra clase de amuletos están escritos con fórmulas extraídas del Corán.

Los árabes en su tradición usaban cuadrados mágicos el “uifq”; la suma de las cifras de las columnas verticales es igual a la suma de las cifras de las horizontales. El cuadrado mágico de 15 se atribuye a Apolonio de Thyana, según la tradición mediterránea. Se inscribía en un trozo de tela nueva y con la misma se envuelven los pies de una mujer encinta, a fin de facilitar el parto. También recibe el nombre de “ghazali”.

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Tradición Talismánica Latina y Cristiana

Como ya hemos visto en todas las tradiciones, también en Roma la base esencial de toda magia operativa era la invocación directa a los dioses. Bajo la forma de versos, de cánticos rítmicos, de fórmulas mágicas llamadas “carmen”. Estas fórmulas se hallan en todos los clásicos latinos (Tibulo, Horacio, Ovidio) y nos muestran hasta que punto el mundo latino occidental estaba impregnado de las profundas corrientes de la gnosis egipcia y de Asia menor mezcladas con las tradiciones mágicas locales de sicilia y de los que conservaron la magia etrusca.

Los metales más utilizados fueron el plomo, metal mágico consagrado a Kronos (saturno). El bronce, metal legal romano, poderoso antídoto contra los encantamientos; el padre de familia golpeaba sobre una plancha de bronce para espantar los malos espíritus.

Los ritos pantaculares se dirigían a ciertos dioses: en primer lugar a Hécate, diosa suprema de la magia, que se conocía bajo el nombre de triple o triplex, porque sintetizaba las tres divinidades lunares: Artemisa, Selene y Hécate.

Plinio cuenta que durante los sitios de las ciudades enemigas lo primero que se hacía era invocar, por medio de los sacerdotes, al dios tutelar de la ciudad y prometerle en roma un culto similar o superior. Por eso se guardaba en secreto el nombre de la divinidad tutelar de Roma: para evitar que cualquier enemigo pudiera hacer lo mismo.

En Roma para conjurar y neutralizar maldiciones, cada año, se ofrecía un sacrificio a la diosa del silencio, muta, la madre de los dioses. De forma escrita se utilizaban también la cera y la piedra así como el papiro.

Junto a Hécate se veneraba a Cibeles. Los sacerdotes de Cibeles, eran grandes poseedores de amuletos, talismanes y filtros mágicos entre los romanos. Junto con los caldeos, fueron los más reputados especialistas en talismanes. Eran también especialistas en fabricar amuletos que tenían fama de triunfar sobre los corazones más fríos.

El cristianismo luchó violentamente contra la multiplicación de los amuletos, pero se hizo necesario ceder ante el arraigado gusto de los neocristianos por las filacterias y los amuletos; pronto se permitió llevar consigo trozos de la santa cruz o cintas con sentencias evangélicas. San Crisóstomo nos cuenta que se llevaba el evangelio alrededor del cuello; y santa Cecilia llevaba siempre un ejemplar del evangelio sobre su corazón.

La iglesia emprendió una lucha sin cuartel contra estas prácticas; suprimió las invocaciones a los ángeles de la Biblia, para distinguirse de los grupos gnósticos.

Todo esto contuvo dentro de ciertos cauces la tradición talismánica, pero no la detuvo en absoluto. Surgió así toda una categoría nueva de amuletos cristianos, tanto en el mundo latino como en Asia menor, Arabia y Etiopía, que mezclaban el nombre o el anagrama de Cristo, los nombres evangélicos, las oraciones litúrgicas, los versículos del evangelio y las imágenes gnósticas. Si los cristianos conocieron la ciencia pantacular gnóstica o árabe, no hicieron más que copiar las inscripciones, los signos y las figuras que en ellas veían.

Los primeros cristianos se sirvieron del signo de la cruz como pantáculo protector, pero se sabe que lo utilizaban en secreto porque era uno de los suplicios habituales de la época. Adoptaron la primera letra de la palabra Crestos, el Crismon, que enmarcaron con el alfa y el omega del alfabeto griego. Luego se usó el símbolo del pez, el ancla, la paloma, el pan, la vid, la palma, el sol, que se llevó en forma de sello, en bordados. S. Clemente de Alejandría recomendaba especialmente el pez y el ancla en los anillos.

La influencia de la tradición judía se dejó sentir en las comunidades cristianas: sobre pergamino se copiaban cortos pasajes de la sagrada escritura y se llevaban encima; fueron particularmente empleados ciertos pasajes de san Juan, por ejemplo el famoso versículo llamado curativo: “os non comminuetis ex eo” (no romperéis ninguno de sus huesos) Juan XIX, 36.

En un museo de Madrid tienen un diminuto camafeo del siglo VI con este versículo:

Osnonc Ominve Tisexeo

En Khuabri se encontró una copa con fórmulas mágicas grabadas, que perteneció a los mandeos, cristianos de s. Juan que vivían al sur de mesopotamia. También se encontraron anillos de oro con la inscripción: “et verbum caro factum est”, con los nombres mágicos: “samael-tetragrammaton-agla”; también medallas con signos mágicos, clavos benditos, etc.

La palabra mágica “agla” se usó en toda la edad media y era un acróstico formado por las palabras hebreas: “aieth gadol leolam Adonai” (Adonai será grande en la eternidad)

La virgen y el ave María se usaban comúnmente con fines mágicos, desde los anillos con inscripciones hasta bolsas con el ave María inscrito.

Luego tenemos el famoso talismán:

R O T A S   O P E R A  T E N E T   A R E P O   S A T O R

Se trata de un pantáculo cristiano que contiene la cruz, formada por el cruzamiento de las palabras TENET en vertical y horizontal, pero realmente no se ha llegado a saber a ciencia cierta el significado de esas palabras.

Tradición hindú

La ciencia talismánica de la India usaba encantamientos o amuletos para la larga vida. El “putudru” de madera resinosa se colgaba de los recién nacidos, en la juventud era sustituido por una “perla” o una concha perlífera, para preservarle de todos los males.

En la tradición hindú la madera es una excelente “coraza mágica”. Los árboles viven muchos años y por lo tanto transmiten esa longevidad.

El uso de talismanes curativos fue conocido desde siempre en la india, entre los talismanes alopáticos, tienen uno contra los insectos y las serpientes venenosas: “Un trozo de madera de regaliz, tierra de césped y tierra de hormiguero, se pone todo en un saco de piel y se cuelga del cuello.”

Contra los dolores internos invocaban a Rudra y se suspendía del cuello un amuleto de piedra en forma de huso o de jabalina, el arma del dios Rudra. Los talismanes los impregnaban de energía solar. Y los colocaban cerca del órgano enfermo. Los amuletos de oro se llevan alrededor del cuello para una protección en general, y los anillos, brazaletes y demás objetos mágicos que se llevaban en un lugar determinado del cuerpo poseían una finalidad curativa concreta.

También era muy común el uso de los mantrams y las letras sánscritas para trabajos mágicos de curación, invocación, defensa psíquica, etc.

Tradición tibetana

En el Tibet abundaban los hechiceros, magos, adivinos y chamanes. Algunos objetos o símbolos se empleaban con mucha frecuencia en los talismanes: La flor de loto, la esvástica, letras tibetanas; el mantram pantacular: “Om mani padme hum”, se suele encontrar en las paredes, alrededor de las divinidades protectoras.

También usaban un grabado o dibujo de un escorpión con diferentes inscripciones para defenderse de los demonios incubos y de los demonios rojos.

Las banderas con representaciones de divinidades protegen el edificio y santifican sus alrededores. Los amuletos tibetanos unas veces se encierran en estuches de metal decorados y otras se llevan colgados del cuello o de la muñeca.