Cuentos Derviches
Los sueños y el trozo de pan
Tres viajeros en una larga y agotadora travesía se hicieron compañeros, compartiendo los mismos placeres e infortunios, haciendo comunes todos sus recursos.
Después de muchos días, se dieron cuenta de que todo lo que tenían era un trozo de pan y un trago de agua en un cuero. Terminaron discutiendo para quién debería ser todo el alimento. Al no hacer progresos al respecto, trataron de dividir el pan y el agua. Aún así no pudieron llegar a una conclusión.
Como ya anochecía, uno de ellos sugirió finalmente que deberían dormir. Cuando despertaran, aquél que hubiese tenido el sueño más notable, decidiría que debería hacerse.
A la mañana siguiente, los tres se levantaron al salir el sol.
«Este es mi sueño», dijo el primero. «Fui transportado a lugares indescriptibles, tan maravillosos y serenos eran. Me encontré con un nombre sabio que me dijo: -Tú mereces el alimento, ya que tu vida, pasada y futura, es meritoria y merecedora de admiración-».
«Qué extraño», dijo el segundo hombre, «ya que en mi sueño realmente vi todo mi pasado y futuro. En mi futuro, vi un hombre de gran conocimiento que dijo: -Tú mereces el pan más que tus amigos, pues eres más erudito y paciente. Debes alimentarte bien, ya que estás destinado a conducir a los hombres-».
El tercer viajero dijo: «En mi sueño nada vi, nada oí, nada dije. Sentí una apremiante presencia, que me forzó a levantarme, buscar el pan y el agua e ingerirlos en ese mismo momento, y eso es lo que hice».
Tres consejos
Una vez, un hombre atrapó un pájaro. El pájaro le dijo:
«Como prisionero tuyo, no te soy de utilidad alguna, pero déjame el libertad y te daré tres valiosos consejos».
El pájaro prometió dar el primer consejo estando aún en la mano del hombre, el segundo cuando alcanzara una rama y el tercero al llegar a la cima de una montaña.
El hombre aceptó y pidió el primer consejo.
El pájaro dijo:
«Si pierdes algo, aunque lo valores tanto como tu vida, no sientas pesar».
Entonces el hombre soltó al pájaro, que voló a una rama.
Acto seguido, dio el segundo consejo:
«Nunca creas algo que contradiga a la razón, sin tener pruebas.»
Luego, el pájaro voló a la cima de la montaña. Desde este lugar dijo:
«¡Oh, desafortunado! ¡Dentro de mí hay dos enormes joyas; con sólo matarme hubiesen sido tuyas!».
El hombre se angustió al pensar en lo que había perdido, pero dijo:
«Al menos dime ahora el tercer consejo».
El pájaro replicó:
«¡Qué tonto eres, pidiendo más consejos sin haber meditado acerca de los dos primeros! ¡Te dije que no te preocuparas por lo que se ha perdido, y que no creyeras algo contrarío a la razón. Ahora estás haciendo ambas cosas. Estás creyendo algo ridículo y te afliges por haber perdido algo! No soy lo suficientemente grande como para tener dos enormes joyas dentro de mí».
«Eres un tonto; por lo tanto debes permanecer dentro de las restricciones habituales impuestas al hombre».