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LA EVOLUCIÓN DEL PLANETA Y DE LAS RAZAS HUMANAS

La Evolución del planeta y de las razas humanas. Krumm Heller

Es mi intención abarcar esta noche asuntos de verdadero interés y de gran trascendencia para aquellos que han procurado estudiar y dominar principios que se encuentran velados al común de los hombres.

Voy a sacudir el polvo de escritos antiquísimos para beber en sus fuentes aquellos conocimientos y teorías que como verdaderas preseas conservaron los antiguos para labrar con ellos la felicidad de los pueblos actuales, cimentando la civilización. Os pido y apelo a una de las virtudes más caras, la tolerancia: evitemos el prejuicio; aprendamos a apreciarlo todo, incluso nosotros mismos, en su verdadero valor.

Una persona que procura despreciar a otra a quien cree que le es superior, es un necio; y quien reverencia a otro, que le es inferior, es mentalmente ciego. No es, señores, suficiente reconocer el valor de una cosa, sino que se .ha de utilizar su valor; de otra manera será semejante a un tesoro escondido en las bodegas de un avaro. Este principio me hace presentar como popularizador del Hermetismo, no temiendo al resultado, sí me ka de ser adverso.

Quizás pareceré en algunos, momentos como desequilibrado, por traer a colación, multitud de ideas, que por lo raras y profundas, parecen una extravagancia en nuestro medio actual.

Más acepto el epíteto, en bien de la popularización de esas teorías y principios, que se han olvidado encerrados en los escaparates de las bibliotecas del Oriente.

Durante los últimos años, los hombres de ciencia de Europa han obtenido de los Indios y otros pueblos orientales, enseñanzas sumamente interesantes, que vienen a confirmar los testimonios de Platón, Heródoto, Pitágoras y otros.

Se sabe que sólo el Museo Británico alberga miles de miles de obras literarias de la China, manuscritos de los Asirlos e Indos, que describen los cataclismos y las antiquísimas tradiciones, por los que ha pasado nuestro globo.

Sólo para poder obtener un catálogo que en pocos renglones condense el contenido de esas obras, se han de emplear unos 30 años más, sin hablar del estudio mismo de ellas.

Hay que saber que los asiáticos poseen dos nobles cualidades, que nos faltan a nosotros, que son la paciencia y el amor a las cosas antiguas.

Estas cualidades han permitido crear y mantener las enormes bibliotecas del Tíbet, al lado de las cuales desaparece por insignificante el valor de la biblioteca del Museo Británico.

Gracias, pues, a la inteligencia colosal de BIavatsky y otros herméticos prominentes, podemos restituir con datos casi exactos, la historia completa de la humanidad, aprovechando los tesoros literarios Orientales y ayudados por la visión astral de Finagriers y Fabre de Olivet, él eminente autor de la «Langue hebraique reconsiitué,» podemos corroborar estas afirmaciones.

Preguntáis de seguro qué es eso de Archivo o Visión Astral.

Pues bien, en mi conferencia primera dije que un hombre en estado de éxtasis podría experimentar en un segundo los sucesos de dos años, dada la enorme velocidad del fluido nervioso o espiritual; pues basado en este-mismo principio, poniéndose una persona por medios; ocultos en un estado llamado Samadi, u otro nombre que-no recuerdo en este momento, o más bien poniéndose de la tierra, pasan los acontecimientos del globo ante su mente, como si los estuviera mirando en un cinematógrafo.

He experimentado en esto con un sujeto en París; poniendo varios objetos antiguos sobre su frente, y poniéndole su historia, me la daba con detalles asombrosos que sólo yo conocía.

En nuestra conferencia anterior citamos el libro de Dzyan, o más bien sus jeroglíficos, en donde se encuentra el círculo vacío, que representa el caos; después, el mismo con un punto en el centro, el anupadaca, y por fin la cruz formada por dos diámetros perpendiculares, símbolo de la materia pesada.

El conjunto de esos símbolos representa las tres emanaciones divinas de los ocultistas.

Veamos cómo se verifica la evolución de la primera emanación, paralelamente con la evolución de la materia.

Gráficamente puede representársela, con una curva descendente formando toda la mitad de una elipse: la esencia íntima de esa curva, en su parte superior, sería como la substancia caótica de Laplace a medida que se va condensando más y más, descendiendo hasta llegar a formar el mineral.

Hasta aquí la onda evolutiva o descendente; veamos .ahora la otra mitad de la elipse, o ascendente.

Recomendamos la experiencia de Platean: este astrónomo colocaba una mezcla de alcohol y agua en una vasija amplia y depositaba en el centro cierta cantidad de aceite; con un agitador de cristal imprimía el movimiento rotatorio al aceite y bien pronto veía formarse un anillo, que llegaba a fragmentarse en un gran número de gotas o esferas, animadas del mismo movimiento giratorio; así pasa con la substancia caótica de Laplace: llenando todo el espacio que sufrió condensaciones nebulosas esféricas «n distintos puntos, los cuales, a su vez, se transformaban en anillos; éstos se subdividieron en esferas, constituyendo oíros tantos sistemas planetarios.

Los diferentes movimientos de este proceso cósmico «los tenemos representados por el sol, masa central; en Saturno, aún provisto de los anillos giratorios; en la tierra, esfera más sólida con sus fragmentos, la luna.

Sería largo ocuparnos detalladamente del proceso geológico que ha seguido nuestro planeta, desde la formación de su primera corteza, hasta el estado en que se encuentra actualmente, pero recordaremos que esta corteza, está constituida por diferentes capas, que son otras tantas páginas imperecederas, en donde está escrito con caracteres de piedra toda la historia de la tierra.

Las grandes divisiones geológicas, son las siguientes:

Los tiempos, las edades, los períodos.

Los tiempos se dividen en Arcaico, Paleozoico, Mesozoico. Cenozoico y Antropozoico. Basta fijarse en la etimología griega de estas palabras, para saber lo que significan.

Las edades se dividen en azoica, siluriana, devoniana, carbonífera, permiana, de los reptiles, la terciana y la cuaternaria, de donde data la aparición del hombre.

Sería largo detallar la división de los períodos, que varía según la clasificación americana o la europea; y por oirá parte no es de importancia para nosotros en el tenor de la conferencia.

Sigamos la marcha de esta emanación a través de estos planos materiales; no olvidemos que la esencia íntima de la emanación divina, está íntimamente mezclada y coexiste con los siete elementos de que hablé en mi primera conferencia y que os supliqué retener en la memoria, para formar la base de las teorías ocultistas, y que para hacerme comprender en tan difícil tema, repetiré; dije que:

La ciencia ha tenido que aceptar una composición septenaria del hombre, señalada por los Orientales, en la que bajo el :

No. 1 se clasifica el cuerpo físico, o más bien, químico, compuesto de moléculas químicas ponderables sindicadas en tejidos, humores órganos y aparatos: el Sthula Sarira.

No. 2, el verdadero cuerpo físico, o sea la condensación termo-electro-magnética de fuerzas imponderables conectoras de aquellas moléculas del cuerpo químico y sin las cuales éste se disgrega y corrompe: Prana.

No. 3, el cuerpo sideral, el mediador plástico, el doble etéreo, que bajo la forma de fuerza psíquica estudiamos en la primera conferencia: el Linga. Sarira de los Orientales.

No. 4. El alma animal, el soma psíquico, alma racional de Platón, o sea, el principio que anima el cuerpo etéreo, es aquel principio que impulsa el instinto: Kama.

No. 5. Cuerpo espiritual que abarca la parte ideal, los sentimientos: Kama—Manas y Buddi—Manas.

No. 6. Alma espiritual, ánima racional, el soma pneumático de Platón, que localiza los sentimientos elevados, las aspiraciones, llamado Buddi.

Y por último, el No. 7, que es la potencia elevada, la chispa divina en nosotros, la parte que lleva el control; es el sol central del Microcosmo, llamado Atma.

En la segunda disertación hemos estudiado la relación que existe entre ese septenario y la formación de los planetas, según Laplace, y suplico recordar bien este detalle, esencial, pues sobre él se basa la Antropología y la Génesis entera.

Los ocultistas que me escuchan van a encontrar en esa clasificación una pequeña confusión, pues no estoy con los orientalistas que de su septenario hacen un octogenario o no cuentan generalmente el último o primero, como ustedes quieran, el Sthula—Sarira o cuerpo físico y forman su septenario con el cuerpo astral, Prana, o vida, Kama, Manas inferior, Manas superior, Buddi y Atma Monas o la Mente se divide, en dos, a pesar de ser uno, pero es ahí donde precisamente se divide la mortalidad de la inmortalidad, Dios del animal, porque los pensamientos buenos y sus formas creadas, participan con la parte divina de la inmortalidad, mientras los pensamientos e inclinaciones bajas perecen y se destruyen con el cerebro o la materia.

Pero estos estados van manifestándose, realizándose, por decirlo así, a medida que se van presentando los diferentes planos geológicos que acabamos de enumerar, lo que viene a confirmar la teoría del sabio Herrera, que en su monumental trabajo «El error Biocéntrico» dice, que es evidente que las grandes leyes de selección y de adaptación deben ser universales y eternas, o en otras palabras hagamos una comparación: Imaginémonos que la onda divina es un rayo de luz que penetra en una cámara oscura, el caos —y encuentra en él un prisma, la materia— 3– lo atraviesa descomponiéndose en los 7 colores espectrales : a cada color de esos corresponde uno de los 7 elementos de que hemos hablado; queda perfectamente limitado y distinto uno de otros pero entre sus límites hay matices que conducen insensiblemente del uno al otro; así, entre el rojo y el anaranjado, entre éste y el amarillo y así sucesivamente, el ojo humano no puede encontrar un límite perfectamente exacto. Lo mismo pasa con el ojo psíquico, entre los 7 estados elementales de la onda divina, y en este espectro de la imaginación, es tan delicada y suave la graduación, que no puede determinarse el punto en que la onda pasa adaptándose, del escalafón inmediato inferior al superior.

El plano material ha sido el Newton del rayo divino; y la evolución cósmica será el disco del mismo sabio, que me permito recordar; siendo constituido por un disco, en el cual están representados los 7 colores espectrales en orden natural, ocupando los radios del círculo, el cual se hace girar rápidamente, verificándose con esto la síntesis de la luz, pues el OJO no percibe ningún color: el disco parece blanco. En el movimiento vertiginoso del cosmos, los 7 elementales se confundirán hasta volver a constituir la onda divina blanca, pura, vuelta a su origen y dando lugar así a la infinita sucesión de los Manvantaras, de las Prana-Jamas, de las noches y días de Brahma, tan caracterizados y bien marcados en la fase final de todas las oraciones cristianas, ad sécula seculorum, por los siglos de los siglos: analizaremos esto en detalle, principiando por el mineral.

En el mineral tenemos no solamente el Sthula—Sarira o cuerpo físico, sino que vemos aglomerarse estas moléculas físicas, en formas definidas geométricamente, dando lugar a las múltiples especies de cristales, que considera la mineralogía, esas tendencias a una forma definida son los primeros vestigios manifiestos de los principios inmediatos superiores Prana y Linga—Sarira: la ley geomórfica, que constituye la familia del mineral, la forma cristalina de dicha familia puede considerarse como el alma del mineral, que en la última conferencia hemos comprobado que vive, siente, se reproduce y muere.

En este estado empieza el elemento Kámico a bosquejarse en este plano, ¿qué otra cosa es la afinidad química, sino una simpatía atómica? El atraerse y combinarse 2 átomos de Hidrógeno y 1 de Oxígeno, aquello es la representación exacta de un maridaje pasional; el amor entre dos cuerpos que se atraen, cuyas nupcias dan lugar a un nuevo ser, el agua.

El planeta en esta época no tenía más que seres minerales, con sus leyes sociales de agrupamiento, la cristalografía; su mundo pasional, la afinidad química; sus movimientos de relación, las leyes físicas.

El alma colectiva mineral progresa y no le basta ya para agitarse el átomo inorgánico; concibe, entrevé otros horizontes y con sus propias fuerzas químicas y físicas constituye el primer grumo de protoplasma, el Bativius de Haeckel; la aurora de la vida, de Prana, brilla por primera vez en el fondo de los mares; los nuevos seres protoplasmáticos se agrupan, se modifican de diferentes maneras; algunos quedan depositados sobre las rocas que emergen súbitamente de la superficie de las aguas; otros quedan contenidos en yacimientos sedimentarios, y encontramos como característicos de los tiempos arcaicos, al Oidamia antigua y el Eozoon canadense; un protozoario, es decir, el primer animal cuyas impresiones han sido descubiertas en rocas arcaicas del Canadá, en el año de 1859 y más tarde en Baviera y Finlandia, Dawson y Carpenter, han escrito estudios extensos sobre el Eozoon, que fue sin duda el Adán de los animales.

Tenemos ya las tres primeras manifestaciones de la onda divina; ésta sigue atrayendo la materia del plano en que actúa; progresando de igual manera que en el terreno anterior, se desarrolla prodigiosamente en el período paleozoico cuya primera edad es la Siluriana, nombre convencional dado a estos terrenos, por haberse encontrado en las montañas o montes silures.

En este período, los mares cubrían en su mayor parte la extensión del planeta, y en su seno vivían moluscos y moluscoides, así como los zoófitos radiarios, los corales, los crimoides; sobre los pedazos de tierra descubierta se desarrollaban las plantas criptógamas. Kama se realiza con los primeros instintos animales.

La edad Devoniana marca el progreso de la evolución, con la aparición de los primeros peces, los selaciaríos, ganvidos y placo-dermos; se empiezan a formar los bosques con licopodacias, equisetáceas, los grandes helechos.

La onda de vida había invadido el mar y la tierra, pero quedaba sin habitarse todavía el aire; una atmósfera tibia, húmeda, alumbrada por los rayos de un sol de otoño, formaba una morada vacía, que pronto se pobló con sus primeros habitantes, los insectos, como la platephemera antíqua y otros articulados.

La vegetación fue exhuberante; los helechos y las equiceptáceas alcanzaron tamaños de 60 y más pies de altura; en estos terrenos abundan los moluscos, los artictoiados y vemos que aparecen los grandes vertebrados, el Asterolepis de Europa, de 20 a 3ü pies de longitud, que esta cubierto con verdadera cota de malla, compuesta de duras escamas romboidales esmaltadas.

Los continentes, fijados ya en esta época, se cubren con plantas exhuberantes, cuyos restos sepultados han constituido, después de miles de siglos, esa fuente tan preciosa de donde saca la industria moderna uno de sus principales elementos, el carbón mineral; es el terreno o período carbonífero; en él aumentan los poliperos, los crinoídes; entre los moluscos, los braquíópodos; las tríbolitas, que abundaban en el interior, se extinguen; los insectos aumentan y se hacen gigantescos; entre los orthópteros el Dectyoneura Monyi, que tenía 30 centímetros de largo.

Los batracios están en gran número.

Entre las plantas encontramos ya las coniferas.

Pasemos a la época Mezozoica, que en sus períodos Triásico. Jurásico y Cretáceo, decrecen las formas anímales, paleozoicas y son substituídas por una forma particular y característica; las amonitas constituyen una forma notable de la forma triásica; entre los vertebrados encontramos los peces ganoidos, con su columna vertebral más osificada, su cola más simétrica. El Nothsaurus, especie de cocodrilo marino, es el reptil precursor de los grandes saurios, ladryntodontos, el Cheirotérimu, el Pterodactylus, el Itchyosaurus communis; en este período se hallan los primeros signos de los mamíferos: el MicroIestes antíquus, perteneciente a la subclase de los didelfestar la evolución progresiva.

Podríamos aquí, paso a paso, seguir la evolución paleontológica, pero temo cansar, y nuestro objeto es manifestar la evolución progresiva.

Después de los primeros mamíferos y al través de los períodos Mioceno y Plioceno, estamos ya en terreno terciario donde aparecen los Prosimios, o sean los antecesores de los monos superiores, que por desarrollo y perfeccionamiento de toda especie, vienen a constituir en tiempos posteriores la familia de los antropoidea a que pertenecen el Gorila, Chimpancé y Orangután.

«El Imparcial» del mes pasado, nos trajo la noticia de que los Naturalistas Buissen y Barón, quienes dirigen excavaciones en la Chapelle aux Saints, en el Departamento de la Corréze, habían descubierto unos restos, al parecer humanos que, créense sean los más antiguos que se han descubierto hasta la fecha. Opinan esos sabios que esas osamentas remontan a no menos de ciento sesenta mil años. Los esqueletos presentan una gran semejanza con los de los monos. Las quijadas están desprovistas de dientes caninos.

Los huesos de los miembros están arqueados de tal modo, que puede creerse que esos seres aun abundan con los pies y las manos.

Estos restos han sido adquiridos por el Museo de Historia Natural de París.

Se han encontrado en el terreno terciario, que es precisamente el mismo donde coloca Haeckel su famoso Pithecantropus alalus.

Este ser pudo considerarse como un edificio perfectamente dispuesto para alojar los 4 elementos que hemos citado del septenario de Bessant.

Este Pithecantropus alalus forma el eslabón ya no hipotético entre el anterior, el mono y el hombre. Voy a permitirme hacer circular una fotografía, copia del célebre pintor Max.

Sus fósiles fueron encontrados por Dubois en el año de 1891.

El contenido cúbico del cráneo fue de 950 cm., su altura, de 1.6.3 cm., y su configuración prueba ya que ya anduvo recto como el hombre. Al principio Virchow, Kollmann y Garson, lo han señalado como mono, y Martín, Nehring, Tuner, etc., como verdadero hombre pero la ciencia actual ha tenido que señalarlo forzosamente como eslabón intermedio.

Este Pithecantropus alalus fue sin embargo un animal pues aún no había recibido de la emanación divina el principio de la inmortalidad, el Manas superior; por la ley del progreso indefinido quedará pronto constituido o perfeccionado el órgano cerebral para recibir ese elemento.

La llegada de este elemento, es el momento supremo del Microcosmos: es el acto que simbolizan todas las iniciaciones; es la esencia del Cristo mítico; es la llegada de la razón, ese elemento que nos diferencia de los animales; es el descenso a los infiernos; la monada divina encarna en el cerebro animal; desde ese momento es ya humano, el verbo se hace hombre.

Cuando sucede esto, ya nos encontramos en la época Cuaternaria y sus períodos Glacial y Postglacial.

AI estudiar nuestros principios puede decirse que el Ocultismo y el Darwinismo son dos escuelas completamente opuestas, puesto que a Darwin se le señala como apóstol del Materialismo, que nosotros combatimos; pues no es así: la evolución del protoplasma no es sino la evolución de la fuerza cósmica.

Dicen con justicia los materialistas, que la función del protoplasma es completamente física y química (1); esto no puede negarse; es una verdad eterna. Los sabios como León de Rocín, Félix Jules y Alfonso Herrera sostienen con toda su energía este aforismo; se han hecho voluntariamente el blanco de todos los dicterios acerbos de la crítica.

Su honradez científica es una coraza de diamante sobre la cual se quiebran esos dardos y flechas envenenadas de la escuela que se reviste con el nombre de espiritualista, sin saber el significado de esa palabra. Darwin y Haeckel jamás han dicho que una pareja de monos engendraron un hombre. Los que orgullosos de sentirse seres pensantes, afirman que esa escuela tiene ese aforismo, Mienten!!

Haeckel demuestra hasta la evidencia en sus archi-espiritualistas doctrinas, en su monismo, que más tarde amalgamado con la escuela de Blavatzky será la Religión del Porvenir, que existe la evolución de una fuerza única a través de la materia evolucionada desde el mineral hasta el hombre; por tanto admite tácitamente la evolución de una fuerza, a la que nosotros llamamos la onda o emanación divina. Así que, sí hay diferencia, la hay de palabra y no de sentido (2).

Si hay ciencia, no admito más que una y deben estar, como realmente están, la oculta y la positiva absolutamente de acuerdo.

La onda ó emanación va apropiándose, va revistiéndose al través del espacio y del tiempo de las formas materiales necesarias para su realización; toda la cadena de los seres, desde el orgánico protilo, hasta el primer grumo de protoplasma, más arriba todavía, hasta el hombre, hasta el genio humano, constituye el médium de la emanación de Dios, de una manera completamente análoga o semejante a los médiums del espiritismo; de manera que así como las fuerzas psíquicas, o los desencarnados, como ustedes quieran, toman posesión del médium para manifestarse, así la onda divina se valió del médium mono, para posesionar en él al hombre.

Vemos pues, que el espiritismo nos da la clave del Génesis.

Tenemos al hombre, sus primeros restos fósiles han sido señalados en 1774 por Esper, después por Schaffausen, Busk, Huxley. En 1857, cerca de mi domicilio en Alemania y en una propiedad que hoy administra mí hermano, se encontró el conocido cráneo Neanderthal.

(1) Naturalmente que esos procesos son animados por-«un principio más elevado, que nosotros señalamos por principio u onda divina.

(2) Haeckel mismo protestaría de esto quizás pues el nombre de materialista le place más, pero lo señalado es va hecho.

En 1863 Boucher de Perthes encuentra una mandíbula humana fósil en Moulín Quignon. Gowdin, Austen, Lund, Henry, Vogt, etc., han encontrado sucesivamente huesos humanos fósiles, desmintiendo con esto la frase de Cuvier, por la cual había de haberse vuelto avergonzado en la tumba: «El hombre fósil no existe». Pero sin ir tan lejos, aquí en México se encontraron en el año de 1884, a tres kilómetros de esta ciudad, por el señor ingeniero Obregón, en el cerro del Peñón, los fragmentos de una roca, conteniendo restos de un hombre fósil y acompañado de un carapacho de liptodon, siendo esto el argumento incontrovertible que la naturaleza ha dado en contra de la existencia de Adán, sosteniendo en la forma eclesiástica.

Hagamos, pues, la historia de ese hombre y citemos someramente nuestra famosa obra de Dzyan.

Según la obra de Dzyan, la evolución completa del ser humano se realiza en un Manvantara, cuya duración es cíe 306.720,000 años. Este Manvantara se divide en siete rondas, en cada una de las cuales se desarrollan siete razas raíces, las que a su vez se subdividen en sub-razas; nosotros nos encontramos en la 4a. ronda y en la 5a. sub-raza de la 5a. Raza .

Desde el principio de la evolución cósmica de nuestro sistema solar, hasta el año de 1909, que apenas empezamos, llevamos 1,955.884, 709 años.

Los reinos (astral), mineral, vegetal y animal hasta el hombre, han necesitado para su evolución 300 millones de años y el tiempo transcurrido desde la aparición de la humanidad o sea desde el antropoidecus de Haeckel, es decir, lo menos 100 millones de años.

Vemos, pues, que estamos muy lejos de las cifras que nos da la ciencia actual, y sobre todo, la religión, que quiere haber hecho todo en 6,000 años; pero añadiré un dato matemático y positivo, que echará por tierra estas afirmaciones teológicas que no prueban sino que los cerebros pequeños no pueden concebir las cosas grandes; por eso han hecho cálculos fantásticos y raquíticos. Al nivel de la 2a. estrella del cinto de Orion existe la nebulosa que desde el año de 1656, en que Huygens la descubrió, ha sido observada con tanta asiduidad por todos los astrónomos del mundo.

La distancia de esta substancia a la tierra es de… 12.157,600.000, 000.000,000 de leguas. Sabemos que la velocidad de la luz es de 75,000 leguas por segundo, o sean 270.000,000 de leguas por hora. Para que un foco de luz sea percibido por nosotros, es indispensable que sus rayos lleguen a tocar nuestra retina. La nebulosa que nos ocupa no es perfectamente visible, y si su rayo» han recorrido, como es matemáticamente comprobado, los 270 millones de leguas por hora, para dejar atrás la distancia de 12.157,600.000,000.000,000 han necesitado 450,281.581,159 horas o sean 5.136,681 años; de manera que esa sola comprobación da al traste con el Génesis bíblico, si lo aceptamos, como lo hace el vulgo, a la letra.

Examinemos de nuevo las fases de relación entre el Microcosmo y el Macrocosmo que en este caso es de una análoga patente.

El período embrionario del hombre corresponde al período arcaico de la Tierra y al nebuloso del Universo.

Son las primeras celdillas en el embrión; las primeras capas, núcleos de solidificación de la corteza terrestre; la primera condensación de materia caótica formando las Nebulosas de Laplace; después, en el período del feto, tomaremos un sólo órgano como término de la comparación.

La evolución, del vaso dorsal, el corazón: En este período, tiene dos cavidades, una aurícula y un ventrículo, esto en el hombre.

En el planeta es el período devoniano, caracterizado por los peces, cuyo centro  circulatorio, hasta nuestro» días; está formado por una aurícula y un ventrículo.

En el sistema de Laplace es la formación de núcleos en las nebulosas y separaciones definidas formando anillos concéntricos, principios de los sistemas planetarios.

Más tarde en el feto, entre el tercero y cuarto mes, el corazón ya tiene 2 ventrículos y una aurícula; en la tierra son las últimas etapas de la época paleozoica con sus terrenos silurianos, carbonífero; en resumen, la aparición de los reptiles, cuyo centro circulatorio tiene 3 cavidades, como en el feto 2 ventrículos y una, aurícula; en el sistema cósmico, son los soles y planetas con sus anillos.

En fin, el feto nace a la vida humana, muriendo para la vida retal: el corazón, que tenía 3 cavidades, porque las aurículas formaban una sola, por medio del agujero Botal, al taparse éste, se transforma en el corazón normal de 5 cavidades; cuando no sucede pronto esto, las parteras saben que el niño se pone azul. En la tierra es el periodo Cuaternario, caracterizado por los restos fósiles del hombre, de que ya .hemos hablado. En el cosmos son los sistemas planetarios constituidos, formados por un sol, planetas, anillos de asteroides y satélites.

Comprendo que estas analogías son atrevidas, pero no menos exactas, y enseñan al que sabe leer y estudiar el libro de los libros, «La Naturaleza», la relación que existe entre el Microcosmo, el hombre y el Macrocosmo Universo.

Hemos dicho que la evolución humana se divide en 7 rondas, y cada una de ellas en siete razas raíces, las que a su vez se dividen en sub-razas; ahora bien, hasta la aparición del Antropoidecus de Haeckel, o sea desde la creación del hombre, hemos pasado sólo por 3 razas raíces: la Lemuriana, la Atlanta y la Aria a que pertenecemos; nos falta señalar, antes de entrar en detalles de la Lemuriana, las 2 razas raíces, con sus respectivas sub-razas. Al entrar en este detalle, que por primera vez se hará en México, debo anticipar que no espero que lo aceptéis como verdades axiomáticas, pero sí, susceptibles de comprobación.

Al enunciarlas lo hago con el objeto de dar a conocer las hipótesis antropogenéticas de la ciencia oculta.

Hacer la comprobación de estas hipótesis, en una tribuna y en unos cuantos minutos, sería imposible; pero los hombres de investigación que pueden dedicar muchas horas de su vida a estos estudios, encontrarán al cabo de algunos años la demostración de las verdades que dichas hipótesis encierran.

Al hablaros de razas y sub-razas, no debéis imaginaros que los tipos de ellas aparezcan bruscamente sobre cualquier punto de la tierra. La evolución de la especie humana se hace lenta y progresivamente, de una manera casi insensible; así es que los tipos actuales, que nos rodean en estos momentos, son el producto en que están confundidos los caracteres de la raza sajona, anglo-sajona, latina y americana (piel roja): este tipo llegará a ser la base de un nuevo entroncamiento, que en las edades futuras evolucionará como un tipo étnico definido.

En correlación de la última conferencia, en que analizamos el magnetismo terrestre o la fuerza cósmica, debo mencionar a un militar belga, el Capitán Bruch, quien ha publicado hace algunos años una obra muy curiosa. Pretende haber demostrado que la marcha evolutiva de los pueblos va paralela con el magnetismo terrestre; que cada nación pasa por una ciclo de vida de 1,040 años y cada sub-raza domina 12,500 que la tradición oculta denomina el año Plutoníano. El militar belga, tomando en consideración el magnetismo terrestre y la relación con los grandes acontecimientos, profetizó la guerra Ruso-Japonesa y antes la Anglo-Boera y, además, que dentro de algunos años se deben descubrir grandes minas de oro en Venezuela y Colombia, cerca de Panamá.

No digo yo que creo en las predicciones de Bruch, pero que son curiosísimas y su obra, que es muy escasa, es sumamente interesante.

Explica, al mismo tiempo, el efecto del magnetismo terrestre sobre nuestra civilización y sus orígenes.

La civilización de los Blancos partió del Oriente; se establece en Egipto; de Grecia pasa a Roma y más tarde llamamos el cerebro del mundo a París. Pero ya París pierde su prestigio; ya ese cerebro está gastado y ha sido reemplazado por Berlín, que no tendrá mucho tiempo el monopolio. New York y Chicago se levantan; Édison es uno de aquellos que, inconscientemente, ha obrado bajo el impulso del magnetismo terrestre, dice Bruch.

Los Estados Unidos, que actualmente están bajo una especie de explosión de civilización, que les hace levantar edificios no muy estéticos, pero enormes, se modificarán, adquirirán estética y por algún tiempo serán el ojo del mundo; pero aquello vendrá después de unos 300 o 400 años; mientras tanto pasa esa evolución como por una especie de noche y día; de Primavera, Verano, Otoño e Invierno, y que en los pueblos es lenta; mientras tanto, que Alemania goce del Verano y Otoño que le quede, dejemos que los yankees se deslumbren con el brillante sol primaveral y hagan esfuerzos inauditos, por aparecer potentes, atrevidos y cazadores de dólares, llamando la atención del mundo, en tanto que la época evolutiva se presente incontrastable e irresistible en los umbrales de la gran nación americana.

Es un hecho que la evolución de los pueblos, en cuanto a civilización, va siempre con la marcha del Sol, es decir, de Oriente a Poniente; y no sólo esto: ello es aplicable a cualquiera ciudad: tomemos primero a París. La historia y los viejos cuadros nos enseñan que en los siglos XVIII y XIX toda la actividad de París, tanto en el sentido comercial corno en el sentido intelectual, se encontraba alrededor del Palais-Royal, y abajo, en el barrio latino; después de Napoleón I, va yéndose al Poniente, ha pasado a los grandes boulevards; después hacia la Rue de la Paix y a la Plaza Vendóme y sigue alrededor de la Opera y la Magdalena.

Vernos edificar grandes hoteles en los Champs Elysées; el núcleo central es la Place de L’Etoile.

Todos los americanos ricos, como Anna Gould, van edificando sus preciosos palacios por allá; y como dice Encausse, parece que los empresarios del Hipódromo han husmeado el efecto de esa lev oculta, pues habiendo instalado su empresa por ese rumbo, miles de Garcons d’ Hotel, que con sacrificio han ganado algunos francos durante la semana, van a perderlos allí, en beneficio de los propietarios de caballos.

Aquí en México, es un hecho que el movimiento de la población en tiempo colonial, fue por allá, por el oriente, donde están hoy la Santísima, la calle del Seminario; el tribunal de la Santa Inquisición reinó en la Escuela de Medicina; v en el Hospital Militar, sobre la puerta del anfiteatro, se lee que aquel establecimiento que en aquellos años un gran asilo. Junto con la marcha del sol, el movimiento de la población, el centro comercial y de actividad va yéndose hacia el Poniente, hacia la colonia Roma; hasta en las calles mismas, para el comercio, el lado Poniente es mejor que el Oriente. En cien años más, la plaza central será Chapultepec, y el centro comercial Tacubaya y Mixcoac; la plaza del Zócalo será un centro para comprar libros viejos y en dónde nuestros descendientes irán a conseguir sus préstamos de algún judío o agiotista taimado.

El primer continente del que tenemos noticias fue la Lemuria; la existencia de ese continente ha sido confirmada por muchos sabios modernos. Haeckel, que está muy en boga hoy día, por haberse hecho célebre con sus «Enigmas del Universo», dice que la cuna de la Humanidad fue evidentemente la Lemuria.

Casi en todos los pueblos y religiones existe la tradición de continentes sumergidos o desaparecidos por los diluvios; así en Italia, se tenía la costumbre, heredada de los romanos, de que el jefe de la familia ponía en la ventana los días 9, 11 y 13 de marzo, frijoles negros para hacer huir los Lemurianos que venían a hacer daños a la casa.

El nombre dado a ese continente fue por Sclater para señalar la tierra de la familia Lemuridas (semimonos).

Me ha hecho pensar mucho el dato anterior de los romanos y no he comprendido o más bien, si lo comprendo no he podido explicarlo por medios comunes, cómo y de dónde tomaron los romanos ese nombre.

El surgimiento y aparición de continentes no es nuevo en nuestro globo: el mar Mediterráneo fue en un tiempo un lago.

Más: Inglaterra ha estado unida al resto de Europa varias veces y la última se puede comprobar fácilmente por la historia geológica, hasta la evidencia.

El naturalista Wallace ha podido comprobar por hechos cronológicos, que el archipiélago Malayo fue dividido en dos partes y dice en su obra que basta estudiar cualquiera rama de Naturalismo para convencerse de la realidad de la Lemuria sumergida.

Haeckel confirma que al principio del período terciario, Ceylán y la India existían unidos; Elandfort comprueba aquella aseveración en una interesante tesis leída ante la Sociedad Geológica de Londres, en que prueba que los restos fósiles, tanto de animales como de plantas, de África y la India, son tan idénticos que es necesario aceptar que estos dos continentes tienen que haber formado uno. Pero basta mirar el mapa y estudiar aquellos miles de islitas que pueblan el mar Pacífico, desde Australia hasta las Islas Sandwich, para convencerse de que aquello debe haber formado un gran continente.

Si hacéis, además de estos estudios geológicos, indagaciones paleontológicas, llegaréis al mismo resultado.

En resumen, que nuestra cuna fue la Lemuria; que tuvo dos períodos; los mapas dibujados por Scott-Eliot demuestran que en el primer período un gran continente abarcaba desde el mar Atlántico todo el Sur de África, al Norte de la India, y en el Sur Australia, llegando a enfrontar en el Pacífico, más o menos donde está la Isla de Pascua, de la cual vamos a hablar más tarde, otro continente que incluía la Tierra del Fuego. Después de un gran movimiento sísmico, cambió la faz de estas tierras, que vemos dividido este continente mayor y surgir la Atlántida, que Abarcó Yucatán y España, pero no unidos, sino separados por un istmo, más o menos a la altura de las Azores.

El continente del Sur toma mayores proporciones, incluyendo la Tierra del Fuego. Es muy difícil hacer de memoria una descripción geográfica; y a los que se interesen, les recomiendo la obra y mapas de La Lemuria Sumergida, por Scott-Eliot.

En esa Lemuria se desarrollaron en el transcurso de miles de siglos, diversas razas maravillosamente descritas en los libros sagrados de la India. No me ocuparé de ellas, pues es un tema que requiere estudios profundos de ocultismo en los oyentes; y si bien detallaré las razas y sub-razas actuales y las de la Atlántida, quisiera traer a la memoria de ustedes, una sola isla, que ya mencioné y que alberga restos inequívocos de aquellos tiempos Lemurianos. Me refiero a la Isla de Pascua.

La Isla de Pascua (*) está situada en la latitud 27 grados 10 segundos y longitud 109 grados 26 segundos del Meridiano de Greenwich; dista de la costa de Chile, 2,030 millas, bajo la línea loxodrómica. Su perímetro, que forma casi un triángulo perfecto, mide 35 millas y medía; por su orientación está precisamente en la ruta que deberán tomar los buques que navegan de Europa a Australia, una vez abierto el istmo de Panamá.

Esta isla, por sus habitantes llamada Rapa-Nui, fue bautizada .con el nombre de Pascua por haber sido descubierta el día de Pascua del año de 1722, por un navegante

(*) Datos tomados de un informe subscrito por un marino chileno y publicado en el folleto «La Isla de Pascua».

holandés, Roggenwein, aunque se cree que ya la había visitado en 1606 don Pedro Fernández de Quiroz, Comandante de una expedición peruana, que partió de Callao en Diciembre de 1605.

Chile tomó posesión de ella el 9 de septiembre de 1888, por intermedio del Capitán de Corbeta don Policarpo Toro, y hasta ahora es el rendez-vous tanto de la escuadra chilena, como también de los buques que se encuentran detenidos por las calmas del trópico de Capricornio.

Los estudios que fueron iniciados en esa isla por Alazard Cook, D’urville, Palmer, Haberlandt Geíssler, han quedado en pañales, y uno de mis ideales más acariciados ha sido, desde hace 10 años, irme a esos parajes aunque fuese solicitando el puesto de guarda faro al gobierno de Mapocho. El destino no lo ha permitido, pero mí gran afición a esa isla me ha puesto en condición de poder dar datos sobre ella, por haber leído cuanto se ha escrito al respecto, y haber tenido relaciones íntimas con algunos oficiales de la marina chilena a los cuales he encargado fotografías y descripciones, de quienes he podido obtener las siguientes observaciones:

Sus actuales habitantes son de raza polinésica; de estatura mediana; ojos grandes y de un color colorado cobrizo; las mujeres, esclavas del marido, no dejan de ser hermosas.

Sus tradiciones .nos cuentan que hace muchos siglos llegaron dos grandes embarcaciones sin vela, con proa y popa levantadas, como los juncos chinos y japoneses, con muchos hombres, al mando de un rey llamado Hatu o Tucuyo. Aquel monarca repartió las tierras y al morir dejó suceder su gobierno por primogenitura; los actuales caciques se creen descendientes de él. Es decir, a la fecha no queda ninguno, pues el Gobierno de Chile mandó llevar al último de esos soberanos que murió en Santiago.

Los reyes eran sagrados; mirados como una divinidad; eran de un poder absoluto sobre vidas y haciendas.

Además del rey, había otro jefe principal que duraba un año en el ejercicio de sus funciones; su carácter era exclusivamente militar. Para elegirlo, el pueblo se reunía en la cima del volcán Kau, cada año por la época en que las aves empiezan a construir sus nidos. Permanecían allí un mes lunar entregados a las prácticas de sus fiestas, y el que recogía el primer huevo que pusieran las aves marinas, era de hecho elegido jefe, y empezaba desde ese momento a gozar de las preeminencias de su rango.

No tenían ídolos ni culto externo alguno, pero creían en una deidad incorpórea, que había preparado para los que morían, un edén señalado por una vaga forma de los Campos Elíseos de los griegos.

Para gozar de esos lugares el indígena de la isla de Pascua, se suicidaba por la más fútil contrariedad.

Los viajeros están acordes en creer que esa raza misteriosa sea hermana de los que viven en las islas Sandwich, Tahití, Pamotu y aún en las Molucas; el uso del tatuaje estampando las mismas figuras y hasta el idioma, si no son completamente iguales, por lo menos son parecidos a los de las otras islas.

Aquello es una prueba inequívoca de que la Oceanía fue en un tiempo un vasto continente y que por medio de un cataclismo vinieron a separarse esas tierras. Lo interesante para nosotros, son los mohais o ídolos que se encuentran por miles en la -Isla de Pascua y que no se encuentran en las otras mencionadas, salvo excepciones. De un tamaño colosal, de 30 pies; muchos de los habitantes no tienen tradición de ellos, sino sólo una fábula fantástica que dice que se hicieron solos y después de andar como los seres humanos, se estacionaron al lado o sobre grandes rocas cuadradas, para mostrar a los seres vivientes el porte de los predecesores de la humanidad.

Los dólmenes de los druidas en las Galias, los ídolos y templos del Sol en el Perú, las pirámides de México o de Egipto, originan menos motivos de sorpresa que los pesados y monumentales trabajos de la isla de Pascua, tomando en cuenta la pobreza del lugar y la falta absoluta de elementos. Imaginaos que hay altares construidos sobre rocas inmensas, en puntos avanzados y de difícil ascensión; muros de piedras talladas y transportadas de las canteras, de tamaños tan colosales, que para moverlas hoy día, habría que hacer algunas combinaciones difíciles de fuerza, para conseguir los fines que alcanzaron los pobladores de Pascua.

Los sombreros de los ídolos más grandes guardan proporción con las dimensiones de éstos; tiene tres y medio metros de diámetro por metro y medio de alto. Así que, perdóneseme: las señoritas asistentes, con vuestros sombreros a la moda, podéis estar orgullosas de haber vuelto al tiempo de la Lemuria; ya ven ustedes, no hay nada de nuevo bajo el sol.

Para concluir, diré que las esculturas son de una simetría artística notable, pero lo que más me ha llamado la atención, son los jeroglíficos que hay en Berlín, en Santiago y, sobre todo, en el Louvre de París, parecidos al calendario azteca, enviado por un sacerdote que se titulaba Obispo de Tahití.

Pasemos a la Atlántida que se vio poblada por la 4a. raza.

La 4a. raza raíz, en su primera sub-raza, nos presenta los Rmoahal. Las asuras de los pítris solares fundaron bajo el reinado de sus reyes celestiales, los aguíshwatha y llegaron a una gran civilización; ahuyentaron de África los restos de los Lemurianos y edificaron allí grandes ciudades. El tercer OJO, cuyo resto es en nuestro cerebro la glándula pineal, usóse hasta entonces, y fue más tarde atrofiándose a medida que se desarrollaron nuestros OJOS actuales.

Simultáneamente con la atrofia de este órgano importante, se corrió un velo sobre el mundo astral, que sólo han logrado levantar los que mediante sacrificios y siguiendo nuestras instrucciones iniciáticas, tan difíciles como peligrosas, han vuelto a traspasar ese dintel de lo desconocido. ( *).

Esta glándula pineal, que podemos comparar con una bellota de encino, está situada sobre la comisura blanca posterior, dentro del espesor de la tela coroidiana: este pequeño cuerpo gris, tiene 6 apéndices o pedúnculos, que penetran a los tálamos ópticos. Ciertos autores creen que cierra la parte superior del acueducto de Silvio.

Los hindúes dicen que es la ventana de Brahma.

En el interior de esta glándula tan misteriosa, encontramos una serie de gránulos calcáreos, cuyo objeto tampoco se ha podido descubrir.

Muchos hombres, tanto de la antigüedad como modernos, se han preocupado del estudio de la glándula pineal, y Descartes dice que es ahí donde reside el alma.

La idea predominante entre los médicos es, que es un tercer ojo atrofiado, y esto está comprobado, porque hay una serie de reptiles en los cuales va siendo esa glándula más y más profunda, hasta encontrarse en el sitio que acabamos de decir.

Un cataclismo destruyo los edificios gigantescos de los Rmoahal y después de una civilización bastante elevada, llegaron a la barbarie. Estos acontecimientos que datan más o menos de unos 4 millones de años, fueron sucedidos por la aparición de los Tlavatti o segunda sub-raza, de un color aún más amarillo que sus predecesores. Ellos abandonaron los malos hábitos de sus padres y llegaron a ser un pueblo pacífico. En uno de los poemas orientales, se les canta como una nación de ángeles.

La 3a. sub-raza fueron los Toltecas, que mezclados con la 7a. sub-raza, los Mongoles, de la cual nos ocuparemos más tarde, fueron los archipadres de los Aztecas

(*) En particular o por carta podré dar a mis lectores que se hagan acreedores a ello, la clave y mis experiencias personales a este respecto, que son demasiado delicados, y para mí eminentemente sagrados, para confiarlos al grueso de los lectores.

y de consiguiente, de muchos actuales mexicanos. Fue una raza que podemos llamar hermosa; verdaderos gigantes (*), de un color cobrizo, como nuestros actuales indios.

El tercer OJO se perdió en absoluto, y añadiremos un dato curioso: esta raza carecía de olfato y por consiguiente, les era indiferente vivir en lugares infectos; su civilización llegó a gran altura; poseían buques aéreos, librando con ellos grandes batallas; fueron grandes químicos y agricultores.

Cuando llegó el imperio de los toltecas a su mayor apogeo, extendíase, además de loe terrenos actualmente cubiertos por el Océano Atlántico, sobre partes de Norte y Sudamérica, África y Egipto. Como revolucionarios podemos compararlos con ciertas Repúblicas latinas.

Después de levantarse y vuelto a caer centenares de caudillos, reinó el emperador Hiramyaksha.

50,000 años, más o menos, después de la profanación del Templo de Oro, el imperio de los Toltecas sucumbió en la catástrofe diluviana, hace 850,000 años.

La 4a. sub-raza fueron los Turianos, que conocemos en la historia hermética, con el nombre de Rakshasas; fueron gigantes salvajes.

La 5a. sub-raza o los semitas, fueron los padres de los actuales judíos e injertaron con la 6a. sub-raza llamada Akkadicos, cruzándose con los restos de los Toltecas; fueron hijos de ellos los Pelasgos, tales como los habitantes de Cartago, y fueron la raza mongola o 7a. sub-raza; cruzándose asimismo con los Turianos, nacieron de ellos los Chinos del centro, los Malayos, los Thibetanos, los Húngaros, los Finlandeses y los Esquimales.

Algunas de sus ramas se mezclaron con los Toltecas del Norte, y por eso es que nuestro pueblo bajo tiene algún parecido con los japoneses.

La catástrofe señalada es el hundimiento de la Atlántida, que coincide con la formación de los actuales continentes producidos. De ese hundimiento quedó en pie la parte que forma el istmo de Panamá hasta Yucatán y parte de Oaxaca, donde se encuentran los notables monumentos de la Cruz del Palenque, las Pirámides de üx-mal, etc., y esto es una prueba evidente de que la civilización azteca vino del Asía, por desmembramiento de las. Atlántida, y no por el estrecho de Behring, como lo suponen los historiadores; esto queda plenamente demostrado con e1 hecho de que en la parte a que me refiero, es donde se encuentran los testimonios de la civilización prehistórica; y a medida que se alejan al norte o el sur de las partes señaladas, los monumentos son cada vez más pobres y más escasos.

¿Cómo es que si la civilización vino por el norte, ahí es donde se encuentra menos o nada, se puede decir? Espero la contestación del reverendo padre que afirma que Santo Tomás, bajo la forma que Quetzalcoatl, introdujo la cruz cristiana y las creencias católicas entre los aztecas.

Pero basta recordar que la cruz jamás fue un símbolo de los primeros cristianos, pues en las catacumbas no se encuentran en los jeroglíficos paganos que les sirvieron de inscripciones. El símbolo de la Cruz es de tiempos inmemoriales y yo lo he encontrado en los monumentos de los Incas del Perú; fue adoptado posteriormente por los papas, lo que es fácil registrar en la historia.

Pero no nos queda tiempo para ocuparnos de esto: pasaremos a la primera raza, que ocupó la tierra tal como la conocemos hoy día.

La quinta raza y sus sub-razas deben interesarnos, pues como he dicho anteriormente, pertenecemos a ella. -Se desarrolló bajo las influencias de Buda Mercurio.

Su primera sub-raza fueron los Arios que hace 800,000 años poblaron los alrededores

(*) Pocos días después de esta conferencia se comprobó mi aserto por el hallazgo de un esqueleto de gigante en Ixtapalapa, cerca de México.

de los Himalayas y toda la India del Norte; fueron una especie de Titanes, o Gigantes, resto de los Atlantes.

Su idioma llamado Senzar, lenguaje secreto de los sacerdotes, derivado del Sánscrito, fue introducido por los Yogis, inmigrados del Asia Central.

De entre estos Sacerdotes salieron los 24 Buddas que son venerados hasta ahora por los Jainos como los 24 Tirthankaras.

La segunda sub-raza pobló el Asia Central bajo el nombre de Ario-semitas, que partiendo de Afganistán, cruzó las orillas de Oxus y pasó el Euphrates, para internarse en Arabia y Siria. Estos Arios se mezclaron con las tribus Turanios y Akkadicos; por sus impulsos se fundaron los imperios de Asiría y Babilonia. Los Phenicios, Los Egipcios y los antiguos griegos resultaron como producto de la mezcla de esa subraza y la séptima sub-raza de los Atlantes. Parte de esa raza emigró al Oeste, y al mezclarse con los mongoles que habitaban las costas de China, resultaron los actuales chinos.

La tercera sub-raza fueron los Iranios que, guiados por Zaratustra, fueron al Norte y Oeste siguiendo las huellas de la sub-raza anterior, quedándose en su mayor parte en Afganistán y Persia, donde sucumbió el gran Profeta, que sirve de argumento a nuestro filósofo contemporáneo Nietzsche, en su monumental obra del Superhombre.

El culto de esa sub-raza fue el fuego, o más bien el símbolo de su deidad. Los persas fueron grandes alquimistas y agricultores.

La penúltima sub-raza fue dirigida por Orfeo y se introdujo a Grecia, y los griegos pertenecen a ella; más tarde invadió la Italia del Norte y Francia; y después Irlanda y Escocia como asimismo Inglaterra.

Hijos de la cuarta ronda somos nosotros; como quinta sub-raza y quinta raza, poblábamos primeramente la Europa Central y no sólo, después del descubrimiento de Colón hemos invadido las Américas, sino el orbe entero. La India se ha llenado de ingleses; en New York hay sólo millón y medio de alemanes y nuestra influencia es mundial.

Basta un dato: en la actualidad hay 200 millones habitantes del globo que hablan inglés y es el idioma que más se lee en el mundo; la mitad de los diarios que se imprimen, son en inglés. Por otra parte, el alemán es otra lengua que se desarrolla rápidamente; el francés lo hablan 60 millones el castellano otro tanto, de manera que la raza blanca es la que impera, y lejos de temer nosotros el peligro amarillo, los chinos y japoneses deben temer el peligro blanco.

Para otra ocasión dejaré el estudio entre sí, de las razas blanca, amarilla, negra y de piel roja, que no son sino ramificaciones de una raza raíz o restos de sub-razas anteriores.

Dirijamos una mirada escrutadora y profética al nebuloso porvenir, no para dejar volar nuestra imaginación, personificando nuestra fantasía, sino tomados de la mano por la innegable inducción y basados en el principio ya establecido y comprobado en esta conferencia, respecto a las teorías de Bruck.

Arranquemos el velo que cubre los acontecimientos venideros y penetremos a este laberinto para tomarle secretos y adelantarnos a nuestra época.’

La sexta raza raíz nacerá en Shaka, según los libros hindúes; su punto Central será México.

Después de grandes movimientos sísmicos se destruirá la parte principal de este suelo, convirtiéndose en un lago el Valle de México. Por el sur nacerá de nuevo la tierra que hemos descrito bajo el nombre de Lemuria; en ella florecerá la séptima y última raza que me sería imposible describir, pero en las últimas sub-razas de la sexta y el principio de la séptima, se desarrollará en absoluto la glándula pineal, de la cual hablé al referirme a la 3a. sub-raza de la cuarta raíz; esta glándula, de la que en la actualidad los fisiólogos desconocen su objeto, es donde reside la facultad de lo que en Psicología se llama transmisión de pensamientos, Telepatía y todos aquellos nombres con que se designa la facultad de ponerse en contacto con el mundo invisible.

Esto está demostrado de una manera plena, por el la echo notable que se ha venido repitiendo siempre que se trata de un acontecimiento tan trascendental, como el que me ocupo, y ese aserto ya lo estudiamos al hablar de la ley de adaptación, que es el hecho siguiente:

»La naturaleza, cuando ha llegado a cierto grado de evolución, necesita, por consiguiente, una manifestación especial: cuando en la actual raza y en los actuales tiempos comenzó a iniciarse, de una manera terminante el movimiento psíquico y los investigadores se aventuraron por un océano de hipótesis más o menos razonadas, más o menos ciertas, el gran libro de la Naturaleza, dando vuelta a la hoja que ocultaba el misterio, por medio de la fuerza emanada por los pensamientos de los psicólogos, presentó ante el cerebro de Marconi las vibraciones Hertzianas, para que asombrara al mundo con la posibilidad de transmitir mensajes sin necesidad de hilos, que unieran dos estaciones telegráficas determinadas.

Como ya lo dije en días pasados, todos los efectos que se producen en el mundo material, así como en el psíquico, intelectual y espiritual, no son más que el resultado de las vibraciones cósmicas operando sobre los distintos grados de condensación evolutiva de la substancia que ha servido para formar el universo; pues bien, de la misma manera que las ondas Hertzianas salidas de una estación, son recibidas matemáticamente en la. otra, así las vibraciones que brotan de la glándula pineal, exteriorizando el pensamiento del hombre, son recibidas por las glándulas pineales de los cerebros de los demás, no con la misma exactitud matemática aún, en virtud de que estos aparatos humanos son apenas incipientes y necesitan todo un proceso de reforma, entiéndase educación psíquica; en este ^sentido la actual raza digámoslo así, es el taller en que está puliendo, estudiando y perfeccionando el aparato psíquico, hasta que llegue el momento en que comiencen a aparecer los primeros tipos de»la raza futura, que usarán el sentido sexto o psíquico.

Fácil es comprender que una vez que la humanidad tenga este medio de intercomunicación, los órganos propios de la voz tenderán a atrofiarse y el aparato respiratorio servirá exclusivamente para este último objeto.

Los idiomas desaparecerán junto con el lenguaje, o más bien se transmitirá el pensamiento de forma, el símbolo, aquel que no reconoce nacionalidad ni fronteras, pues pensando, por ejemplo, en chino se comprenderá con claridad en castellano: de esto tenemos pruebas perfectamente claras, los que hemos entrado en concentración, cuando han surgido en nuestro espíritu algunas dudas sobre puntos oscuros de nuestros estudios.

Los maestros que nos asisten, y que quizá vengan de ciento de miles de leguas de distancia, reciben nuestro mensaje psíquico, y acuden, siempre amantes de nuestro progreso e ilustración, con el celo propio de un verdadero padre amantísimo: nos envían y nos traen luz, paz y consuelo.

Los hombres venideros no podrán encubrir, como en la actualidad lo hacen, sus malos sentimientos, no habrá engaños; la mentira se conocerá sólo por tradición y todos, al ponerse en contacto la primera vez con una persona, verán hasta sus más recónditos pensamientos, hasta sus más ocultas intenciones, y todos sabrán desde un principio a qué atenerse, respecto de la otra persona.

Con esta elevación de sentimiento, porque, todos se purificarán, la naturaleza dotará a la humanidad de los rasgos externos propios de la nobleza interna, y por consiguiente serán las mujeres ideal y angelicalmente hermosas.

Las dulzuras de sus contornos irán en perfecta armonía con la exquisitez de su carácter femenino, donde reside la fuerza moral. No se verán cohibidas por las ridículas actuales preocupaciones y exigencias sociales, sino que gozando de las mismas prerrogativas que el hombre para la libre manifestación de sus sentimientos, no estarán sujetas, como hoy lo están, a ser la mercancía de aparador que espera el momento de ser elegida por cualquier advenedizo para Mujer, no para compañera.

El hombre dulcificará su modo de ser, porque no tendrá que apelar a la fuerza bruta para hacerse el temible señor que impone sus designios con o sin razón; en una palabra, el estado social general basado en la verdad absoluta y en la pureza de los sentimientos, será la realización de la verdadera fraternidad universal, sin distinción de raza, creencia, ni colores.

Aquí toca hacer hincapié sobre un punto que verdaderamente es escabroso pero profundamente oculto: la prostitución, tan arraigada en la actual generación; porque para mí la peor de las prostitutas es la mujer casada que se une a un hombre por interés, sea este cual sea, so pretexto de lograr un buen partido, encubriendo con la máscara de un pacto legal o de una ceremonia religiosa una venta inicua; este mal que tan desarrollado se encuentra en este sentido, por el abuso de los placeres de la carne, ya entonces no podrá tener prosélitos, porque se reducirá el hecho al simple cumplimiento de una necesidad corporal.

Los goces cambiarán completamente de aspecto, porque con el poder psíquico desarrollado en alto grado, se crearán formas suficientemente poderosas para satisfacer idealmente esa necesidad espiritual que entre nosotros se traduce por ilusión.

El hombre-Dios no tendrá derechos ni deberes: tendrá, ciencia, voluntad y poder; es libre, es Maestro; no manda, ejecuta; no obedece, porque nadie es capaz de ordenarle; hace el bien, porque lo quiere, porque no podría hacer otra cosa.

El sacrificio es para él, el lujo de la vida moral y la magnificencia del corazón.

Es implacable para el mal, pero no odia al malvado. El castigo reparador es para él un beneficio y la venganza le es incomprensible.

La corriente magnética terrestre seguirá su marcha después de recorrer triunfante los países angloamericanos para tocar como un botón eléctrico la regeneración y perfeccionamiento de la Raza-latina, haciendo la luz para estos pueblos, que hasta ahora han tenido que sufrir pacientemente los denuestos del sajón.

Ingresará en primer término al país de libertades conquistadas por Hidalgo y redimido por Juárez, para dirigirse después hacia el Sur y abarcar los países de Centro y Sudamérica.

Los destellos de ese progreso ya empiezan, a iluminar el cielo de Buenos Aires y Santiago; y los adelantos que nos sorprenden en estas dos ciudades son los precursores de ese período que todos presentimos y esperamos.

La Cuna de la humanidad fue la Lemuria, o sean, los puntos donde está la América latina; el ciclo que representa el gran día de Brahma, que allí vio la aurora, espera en el mismo sitio su crepúsculo vespertino.

Después de lo cual vendrá la noche de Brahma, en que nuestro globo terráqueo exhalará sus últimos alientos, para volver a renacer como un Fénix de sus propias cenizas, después de haber pasado su Pralaya marcado en la gran evolución universal, y demostrando una vez más este ciclópeo movimiento evolutivo, que en el Universo iodo es movimiento, y el movimiento es la vida.