En la cultura hindú siempre se ha realizado ofrendas al fuego como rito devocional.
Existe una antiquísima tradición tanto en Oriente como en Occidente de encender un fuego, consagrarlo y arrojar sobre él ofrendas.
Esto es algo que para la mente moderna, materialista, es difícil de computar, pero es algo que se hacía en todas las civilizaciones de la antigüedad. Y con semejanzas notables entre territorios muy apartados entre sí tanto en el espacio como en el tiempo.
La India milenaria, la época de los rishis y los Vedas.
Es mucho lo que de esa religión podemos conocer a través de sus textos sagrados, los Vedas. En ellos emerge una práctica constante: la joma.
Homa es una palabra sánscrita que significa ritual en el que la acción principal es la realización de ofrendas en un fuego consagrado.
Las homas fueron practicadas diariamente durante la época ancestral india. Más tarde esta cultura de los rishis dio origen a la siguiente forma religiosa en la península índica, el Hinduismo, que las adoptó.
Vemos que hay homas de la comunidad, con altar ya construido, y homas domésticas practicadas por cada familia. En la homa pública se reúne la comunidad en torno a un altar construido normalmente con piedras o ladrillos, dentro del cual se enciende un fuego.
Y ya desde antes de encender el fuego comienza la preparación espiritual. Buscan la leña con una actitud interior de prepararse para el rito. Esta leña, dependiendo de la homa, es de un tipo u otro.
Homa, el ritual de fuego hindú.
El sacerdote de la comunidad enciende el fuego delante de los asistentes y pide a una Divinidad estar presente durante la práctica. Es la invocación, durante la cual el sacerdote y los asistentes rezan unos mantras y oraciones en grupo pidiendo la comparecencia a dicha Divinidad. El fuego queda encendido y se considera consagrado a la Divinidad invocada.
Si esta Divinidad está ligada a una planta, ramas o semillas de esa planta se echan al fuego para avivarlo o mantenerlo.
Sobre el chisporroteante elemento comienzan los asistentes a realizar sus ofrendas. El fuego es foco de devoción y las personas, identificadas con lo espiritual, arrojan sobre él sus ofrendas físicas y espirituales.
Oraciones y mantras se acompañan, y un estado de recogimiento que se ve acrecentado por el poder del trataka sobre la llama que pueden ir practicando los asistentes.
Al terminar el ritual, la ceniza es aplicada sobre algún lugar del cuerpo, frecuentemente la frente.
Si la homa es doméstica, suele ser practicada sobre un recipiente de cobre, el cual está consagrado y se dedica solo a este fin ritual.
Homa, el ritual de fuego hindú pasa al Budismo.
Del Hinduismo esta práctica de ofrendar sobre el fuego consagrado pasó al Budismo.
Nos detenemos aquí en una práctica concreta del Budismo Esotérico que es similar en otras culturas en épocas distintas.
Nos referimos a la práctica en la que se le pide a la Divinidad del Fuego la limpieza, depuración, destrucción de elementos en nosotros.
De este modo el ritual consiste en arrojar literalmente, con la imaginación, esos elementos a la gran caldera encendida: los devotos se sitúan alrededor del fuego y en meditación profunda van realizando la práctica, dirigida por el sacerdote.
En el Hinduismo esta práctica es el Agni-homa, y en el Budismos Esotérico adquiere diferentes nombres y variantes.
Homa, el ritual de fuego hindú en otras culturas.
Hemos mencionado arriba que este ritual se practica en otras culturas.
Tenemos la Persia de Zoroastro, cultura que dicho Maestro forjó al entregarles el Conocimiento espiritual.
Una de las principales festividades del Zoroastrismo o religión Persa son las purificaciones de fuego.
Los fieles encienden grandes antorchas y calderos con fuego y realizan purificaciones en la misma línea que las Agni-homas. Contiene los mismos elementos que dicha práctica.
De este modo, de la mano de la Antropología Gnóstica, vamos desentrañando los elementos comunes del saber ancestral interior del ser humano, dado por Conocimiento directo, el Conocimiento del Ser.
En las civilizaciones precolombinas también encontramos los mismos rituales de fuego consagrado, y en Egipto, en la religión nórdica de los Eddas, en Grecia y Roma…
Hacemos ahora un inciso: estas son prácticas de legítima Magia Blanca, la solicitud de destrucción de algo, el encomendarnos a una Divinidad…
Pues bien, allí donde más brilla la Luz, nos dice el Maestro Samael, también las tinieblas son más espesas. Por eso esta práctica precisamente ha sido de las más “secuestradas” por la Magia Negra para sus rituales. La unión del fuego en la paila y la solicitud de destrucción con la invocación de una Divinidad del Inframundo. Esta es una de las formas en que esta práctica de Luz se tornó negra.
Volvemos con la Homa a lo largo del tiempo y sus distintas formas en las diferentes culturas. Y así nos vamos acercando a Europa y el Cristianismo, base de nuestra civilización actual.
Homa, el ritual de fuego hindú y el solsticio de verano.
En nuestro continente la festividad del solsticio de verano se adaptó con la llegada del Cristianismo al nombre de «festividad de San Juan». En ella se celebra el nacimiento del Bautista y preserva todos los elementos de los rituales de fuego de antaño.
San Juan en el Cristianismo Esotérico simboliza la decapitación del Yo, la eliminación del agregado psicológico, que puede hacerse gracias al fuego sagrado.
De este modo en las fiestas de san Juan se encienden hogueras que simbolizan este fuego sagrado. En ellas se echan los útiles viejos de la casa, aquello de lo que nos queremos deshacer, que arderá reducido a cenizas dejando paso a lo nuevo.
Esta explicación esotérica nos la da el maestro Samael Aun Weor, y aquí nos dirigimos a dos momentos en su obra en las que habla de Juan Bautista y su significación mística.
La Segunda Iniciación del Fuego.
Samael Aun Weor, Las tres montañas.
La esotérica explicación vívida que en forma escénica se me diera sobre la decapitación mística fue ciertamente extraordinaria…
Invitado fui a un festín macabro y lo que sobre la mesa trágica viera fue realmente espantoso… Profana cabeza sangrante puesta sobre bandeja de plata, adornado todo con algo que mejor es callar…
Ostensible su honda significación: el Ego animal, el sí mismo, el mí mismo, debe ser degollado…
De esto podemos colegir con gran acierto el hecho contundente y definitivo de que la cabeza de Juan el Bautista, entre charola de plata, posee ciertamente idéntico significado…
Incuestionablemente Juan, el precursor, enseñó esta terrible verdad subiendo al ara del supremo sacrificio…
¿Quién era Juan?
Escudriñando viejos cronicones con tesón de clérigo en la celda descubrimos lo siguiente: «Los Nazarenos eran conocidos como bautistas, sabeanos y cristianos de san Juan. Su creencia era que el Mesías no era el Hijo de Dios, sino sencillamente un profeta que quiso seguir a Juan».
Orígenes (Vol. II, página 150) observa que “existen algunos que dicen de Juan que él era el ungido (Christus); cuando las concepciones metafísicas de los Gnósticos, que veían en Jesús el Logos y el Ungido, empezaron a ganar terreno, los primitivos Cristianos se separaron de los Nazarenos, los cuales acusaban a Jesús de pervertir las doctrinas de Juan y de cambiar por otro el Bautismo en el Jordán» (Codex Nazaraenus II, pág. 109).
No está de más aseverar con gran énfasis el hecho trascendental de que Juan el Bautista era también un CHRISTUS… Por otra parte, considerado desde el punto de vista del LOGOS (Unidad Múltiple Perfecta), puede decirse que ha salvado a los que han muerto en sí mismos, a esos que han decapitado el ego animal y que han vencido al reino de las tinieblas o infierno. Como consecuencia o corolario, todo esto lo comprendí en forma íntegra, unitotal, al ver la mesa macabra en la sala del festín…
La cabeza de Juan
Samael Aun Weor, El misterio del áureo florecer.
Resonaron los timbales y brotaron gritos en la multitud. Pero el tetrarca dominó todo el estrépito con su voz: “¡Ea! ¡Ea! ¡Tuyo será Cafarnaúm!, ¡y la vega del Tiberíades!, ¡la mitad de mi reino!”
Entonces se arrojó ella al suelo y súbitamente se balancearon sus talones en el aire y se adelantó varios metros sobre las manos, como un gran escarabajo.
Luego saltó sobre sus pies, y miró ahora con fijeza a Herodes. Tenía pintados de carmín los labios y negras las cejas, y sus ojos destellaban con fulgor peligroso, brotando en su frente gotitas titilantes.
De hito en hito se contemplaron Herodes y Salomé, hasta que desde la galería castañeó sus dedos Herodías.
Sonrió entonces Salomé mostrando sus blancos y firmes dientes y susurró como una pudorosa y tímida doncella.
“Quiero… en una fuente la cabeza… (había olvidado el nombre)”; mas volviendo a sonreír dijo con claridad: “¡La cabeza de Juan!”.
Hallábase acaso un tanto enojada con el amado, y lo hizo decapitar; mas cuando contempló la querida cabeza sobre la fuente, lloró y enloqueció y pereció de delirio erótico.
Horripilante batalla íntima en la psiquis de Salomé: yo del despecho arrastrando en su decadencia abominable a los demás yoes.
Triunfo asqueante del diablo homicida… espanto… horror.
Herodes temió a la multitud porque consideraba a Juan como a un profeta.
¿Qué dijo Jesús de Juan?
En el capítulo XI del Evangelio de Mateo se habla de Juan el Bautista como de un verdadero Jina. Un Hombre Celeste, un semidiós, superior a los profetas, pues que Jesús mismo dice de él: “Ciertamente os digo que él es mucho más que un profeta, pues que de él es de quien está escrito: ‘He aquí que yo envío a mi ángel ante tu faz, para que vaya delante de ti aparejándote y desbrozándote el camino’. Entre los hombres nacidos de mujer, no se levantó otro mayor que él, aunque él es menor que el que menor sea en el reino de los Cielos y si le queréis, pues, recibir, sabed que él es aquel Elías que se nos dice ha de venir… El que tenga oídos para oír que oiga”.
Estas palabras del gran Kabir Jesús enlazan a los dos grandes personajes hebreos en uno solo.
Juan el Bautista, decapitado por la lujuriosa Salomé, fue en verdad la vivísima reencarnación de Elías, el profeta del Altísimo.
Salomé desnuda, ebria de vino y de pasión, con la cabeza inocente de Juan el Bautista entre sus eróticos brazos, danzando delante del rey Herodes, hizo estremecer las tierras del Tiberíades, Jerusalén, Galilea y Cafarnaúm.
Juan y la aniquilación budista.
Empero nosotros no debemos escandalizarnos tanto: Salomé yace muy oculta en el fondo íntimo de muchas mujeres… Tú lo sabes… Y que ningún varón presuma de perfecto porque en cada uno se oculta un Herodes.
Matar es evidentemente el acto más destructivo y de mayor corrupción que se conoce en el planeta Tierra.
Escrito está en el libro de todos los Misterios que no solo se mata con puñales, armas de fuego, horca o veneno. Son muchos los que matan con una mirada de desprecio, con una sonrisa irónica o con una carcajada, con una carta o con la ingratitud y la calumnia.
En verdad os digo que el mundo está lleno de uxoricidas, matricidas, parricidas, fratricidas, etc., etc., etc.
Es necesario amar mucho y copular sabiamente con la adorada si es que en verdad queremos reducir a polvareda cósmica el diablo homicida mediante la lanza omnipotente de Eros.
El Culto al Fuego.
Samael Aun Weor, El Matrimonio Perfecto (cap. 28).
El culto al fuego fue grandioso en la antigua Persia. El culto al fuego es antiquísimo. Cuéntase que este culto es anterior a la dinastía de los Aqueménidas y a la época de Zoroastro, el maestro del fuego. Los sacerdotes persas tenían una riquísima liturgia esotérica relacionada con el culto al fuego. Jamás los viejos sabios persas se descuidaron con el fuego. Ellos tenían la misión de mantenerlo siempre encendido.
La Doctrina Secreta del Avesta dice que existen distintos fuegos: el fuego del rayo que centella en la noche terrible, el que trabaja en el interior del organismo humano produciendo calorías y dirigiendo los procesos de la digestión, el que se concentra en las plantas inocentes de la Naturaleza, el fuego que arde en el interior de las montañas y que vomitan los volcanes de la tierra, el que está delante de Ahuramazda formando su divina aureola, y el fuego de uso cotidiano que los profanos usan para cocer sus alimentos.
Decían los persas que cuando el agua hirviendo se derrama, o cuando se quema a algún ser viviente, en esos casos Dios hace cesar sus benéficos efectos sobre su privilegiado pueblo.
El más poderoso de los fuegos.
Realmente, el fuego tiene muchas modificaciones, pero de todos los fuegos, el más poderoso es el que arde delante de Ahuramazda (El Logos Solar), formando su aureola divina. Ese es el fuego que resulta de la transmutación de las secreciones sexuales. Ese es el Kundalini, la Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes, el Fuego del Espíritu Santo.
Quien quiera buscar el fuego de Ahuramazda, debe buscarlo dentro del interior de su tierra filosófica.
Esta tierra es el mismo organismo humano.
Los sacerdotes persas cultivaban este fuego en lugares completamente oscuros, templos subterráneos y lugares secretos.
El altar era siempre un enorme cáliz de metal con su pie colocado sobre la piedra filosofal.
El fuego se alimentaba siempre con maderas fragantes y secas, especialmente con las deliciosas ramas del sándalo.
Los viejos sacerdotes soplaban siempre el fuego con fuelles, para no profanarlo con el hálito pecador de la boca humana.
Llena tu cáliz con el vino sagrado de la luz. Recuerda, buen lector, que el fuego viviente secreto y filosofal, arde dentro de tu propia tierra filosófica. Ahora ya comprenderéis el oculto misterio del ritual del fuego.
El rito del fuego.
Dos sacerdotes cuidaban siempre del fuego. He ahí el binario.
Cada uno de ellos usaba una tenaza para poner los trozos de madera, y una cuchara para esparcir en él los perfumes. Eran pues, dos tenazas y dos cucharas. En todo esto podemos ver el binario.
Con ello se da a entender que sólo el número dos puede cuidar el fuego. Es necesario que el hombre y la mujer en binario perfecto enciendan y cuiden el fuego divino de Ahuramazda.
En el Bundehesch, especie de evangelio ritual, se dice que en un aposento especial estaba el pozo del agua sagrada donde el sacerdote se daba abluciones antes de presentarse ante el altar del fuego.
Sólo aquel que bebe el agua pura de vida, puede encender el fuego. Sólo quien lava sus pies en las aguas de la renunciación puede encender el fuego. Sólo quien conserva el agua, puede ritualizar con el fuego. Esa agua simboliza al Ens Seminis.
En toda Persia existen restos de templos complicados y antecámaras donde se le rindió culto al fuego. Estos restos los hallamos hoy en día en Persépolis, en Ispahán, en Yezd, en Palmira, en Susa, etc., etc.
El fuego es terriblemente divino.
El fuego es terriblemente divino. En las casas de aquellos que recorren la Senda del Matrimonio Perfecto, no debe faltar jamás el fuego.
Una candela encendida con profunda devoción, equivale siempre a una oración y atrae entonces de lo alto un tremendo flujo de energía divina.
Toda oración al Logos debe ir acompañada de fuego. Así la oración es poderosa.
Ha llegado la hora de volver al culto del fuego. Los gnósticos debieran salir a pasear a las montañas y allí, entre el seno profundo de la Madre Naturaleza, hacer hogueras, encender el fuego y orar y meditar. Así podemos atraer de lo alto poderosos flujos de energía divina que nos ayudarán en la Gran Obra del Padre.
El ser humano debe encender sus cuarenta y nueve fuegos por medio de la Magia Sexual.
Cuando nuestros pensamientos sean ardientes podemos crear como Dioses inefables del cosmos. Los Dioses santos son verdaderos ministros del fuego. Los Dioses santos son llamas de fuego que flamea.
Las danzas sagradas de los derviches danzantes, tanto en Persia como en Turquía, etc., constituyen en el fondo un culto al fuego. Es lástima que las autoridades de Angora, presumiendo de mucha civilización, hayan prohibido las danzas públicas de los derviches danzantes.
Los derviches imitan a la maravilla el movimiento de los planetas del Sistema Solar alrededor del Sol.
Las danzas de los derviches están íntimamente relacionadas con la espina dorsal y los fuegos sexuales.
Jamás debemos olvidar que la Serpiente goza con la música y la danza, como ya está demostrado en Egipto e India con los encantadores de Serpientes. Estos tocan su flauta maravillosa y las serpientes encantadas danzan.