LAS FUERZAS PSÍQUICAS DE LOS ESPIRITISTAS
Sus fenómenos.—Instrumentos para medirlas.— Su relación con los milagros de Lourdes y la Virgen de Guadalupe, ante las observaciones recientes de las ciencias exactas sobre el Radium, los Rayos X, N, y el Telégrafo sin hilos.
Señoras, Señores:
Os encontráis ante un ocultista, que no abriga otra pretensión sino la de haceros partícipes de los humildes , conocimientos que ha podido adquirir en esta materia, el tema obligado de actualidad entre los sabios más famosos del mundo.
Vuestra atención será el mayor éxito a que puedo aspirar durante esta conferencia, v por ello os anticipo mis más sinceros agradecimientos.
El ocultismo, señores, ha llegado a considerarse como sinónimo de charlatanismo, porque al abrigo de ese término se esconden los ignorantes pretenciosos, las adivinas, las palmistas, las herbolarias y una falange interminable de vividores que, faltándoles el valor de emprender un trabajo honrado, se dedican a explotar a las masas. Encontraréis entre ellos algunos que, impulsados por el hambre, son capaces de inventaros hasta una nueva genealogía, y hablan de Alquimia sin siquiera conocer el Termino. Otros se dan por astrólogos, y no pueden señalar en la bóveda celeste ni el lugar que ocupa la Luna. El oro dice poseer el secreto de los Brahmanes; el otro tiene comunicación directa con Nuestro Señor Jesucristo. Hay entre ellos algunos tipos característicos, de melena sucia y levita verde, que denuncian al homeópata de aldea, sin titulo, con pretensiones de espiritista erudito.
Dejando las individualidades, encontramos organizaciones formadas, que bajo el nombre de Círculos espiritas se satisfacen con la paja de algunos términos técnicos de ciencia y se presentan ante el mundo como potencias colectivas engendradoras de revoluciones científicas.
Con respecto a los fenómenos, si estudiáis detenidamente, tendréis que aceptar la siguiente clasificación:
1° Los que están fuera de toda duda, al abrigo de toda suplantación; hechos como los que han sido confirmados por sabios de la talla de Crookes, Encausse, Flammarion, Lombroso; y en los cuales os convenceréis hasta la evidencia de que el médium tiene que estar comunicado con un ser inteligente superior. Con sinceridad os animo a estudiar tales fenómenos.
2° Los producidos por los cascarones de que hablan los teosofistas, y que según ellos vagan por el espacio.
Los fenómenos clasificados en primer lugar son rarísimos, y raros los segundos.
3° Los producidos por la fuerza psíquica de los individuos congregados en el círculo. Allí la fuerza fluídica de sus nervios origina el movimiento de que se ve animada la mesa; y el cerebro del médium es la fuente de las frases que ese movimiento expresa. Esta categoría es más frecuente.
4° Los que resultan de alucinaciones de personas que pretenden ver lo que no existe, en fuerza de una preocupación fanática respecto de estas cosas; y
5° y último, comprende el 95 por ciento de los casos de pura superchería, prestidigitación, y engaños de gente de mala fe, que dan golpes, mueven las mesas, etc.
Por fortuna en México la causa espirita cuenta con un Centro enteramente serio: una Junta Permanente del 2° Congreso Espirita, compuesta de hombres estudiosos, que experimentan, observan con espíritu independiente y se ocupan de obras útiles y benéficas; sostienen escuelas gratuitas, biblioteca pública y centro de curaciones.
Después de los espiritistas, en escala ascendente, nos encontramos con los teósofos, que si los examinamos con atención y escrupulosidad, no saldrán mejor librados, pues se pierden en un maremágnum de términos técnicos oriental – sánscrito – hebreos, sin saber, en muchas ocasiones, el español. Dicen que no tienen dogmas, y han hecho de Karma y Reencarnación puntos más dogmáticos que la infalibilidad del Papa (1).
Lo dicho se refiere a personas que de estas cosas se ocupan; pero fuera de ellas, existe otro elemento mucho más perjudicial, en el cual entran millares de hombres notables: la mayor parte de los médicos y pseudo sabios, que niegan todo sin haber estudiado nada.
Otros al ver cualquier fenómeno, con un desplante de «lo sé todo», dicen arrogantemente «Sugestión».
(1) Lo mismo que el espiritismo, la Teosofía se encuentra en México en buenas manos, la Rama «Aura», presidida por dos personalidades mexicanas, se ocupa de estudios serios, y al hacer la anterior referencia están exentos en lo absoluto de ese reproche.
Mas, señores, decir «sugestión», es pronunciar una palabra, pero no dar una explicación. El estudio serio de la parte oculta de la Naturaleza, es para el hombre una invitación de instinto, a la vez que una imperiosa obligación.
Hay una literatura enorme sobre estos temas y, creedme, señores, que durante años me he quitado el pan de la boca, he prescindido de necesidades imperiosas por comprar obras que me parecían buenas y que venían anunciadas de una manera fantástica. Entre mil, no hay tres buenas. La mayor parte de los autores que han sabido algo de los grandes secretos que existen, se han guardado muy bien de escribirlos: es necesario aprender a leer entre líneas para sacar algo provechoso.
Lo que acabo de señalar sería suficiente para arrancarnos todo espíritu y deseo de investigación; pero ante todo, -no debemos confundir las ideas con los ‘hombres; mas debemos convenir que si en todas las épocas o en todos los países ha habido y hay lumbreras científicas que se han ocupado de esas cosas, algo de verdad tiene que haber en ellas: esto lo estoy viendo desde hace poco, después de quince años de quemarme las pestañas.
Sí, algo de verdad hay en todo eso: será si ustedes quieren un brillante escondido en un pantano de extravagancias; mas ese es el que tenemos que descubrir, y para ello no hay más que un medio: ajustamos a las ciencias exactas y aceptadas; lo que no se ajuste a esta medida debemos arrojarlo como paja, y así lo haré, como veréis.
Por otro lado, no debemos exagerar este principio, despreciar ninguna fuente de información ni establecer dogmas académicos para no aceptar sino lo que admita el decano: eso sería ridículo. Debemos emplear la razón, el criterio, el espíritu sereno de observación, la intuición; tomar las cosas como son y no como se quiere que sean. No hemos de concretarnos a un país, a una religión, a una nacionalidad, sino abarcar de sur a norte y de poniente a oriente.
El Oriente, señores, que ha sido el emporio de las ciencias en toda su extensión y divisibilidad, nos proporciona en pleno siglo XX un tema de estudio muy antiguo; nos trae las mismas enseñanzas que han caracterizado a los hombres más sabios de la antigüedad y que preocupan a los científicos más modernos; teorías que han hecho revolución en todas las edades.
Los rayos luminosos del Oriente, de la cuna de esa ciencia multiforme, vienen a alumbrar el espíritu del sincero y constante investigador de las ciencias exactas y ocultas, no sólo para darle la pretensión de abarcar esos conocimientos que son y deben ser patrimonio de iodos los individuos, sino que, al perfeccionar la inteligencia, ilustrar nuestra razón, dirigen nuestros afectos sociales y morales por el único cauce que deben seguir, para que sean de indudable utilidad; nos dan aptitudes fuera de todo egoísmo, fuera de los oropeles que sorprenden y admiran al incauto, pero que repugnan al hombre de ciencia, para que podamos ser de algún provecho para nosotros y para la humanidad en general. Sólo desde ese punto de vista debemos aplicar todas nuestras energías, facultades y buenas intenciones llegando así a transformarnos en una celdilla del gran cuerpo humanidad.
El tenia que provoca de nuevo grandes y luminosas discusiones en Europa y también en la unión Científica Universal, que tiene representación aquí, en México, es el Septenario del Hombre, el cual voy a definir desde luego, para ocuparnos en seguida del 2° principio, que •es la fuerza psíquica, siendo el primero el cuerpo físico.
1° Este cuerpo físico, que todos vemos, parte material formada por huesos, sangre, carne, pelo, etc., .compuesto de innumerables celdillas, de las cuales forma cada una un sistema separado; esta parte esencialmente material es negativa, en relación con el séptimo positivo.
2° El segundo principio: según los hindúes, cuerpo etéreo, astral compuesto de éter emanado del sol y de los astros, es la parte más grosera de esas sustancias emanadas que bajo la forma de rayos luminosos ven los videntes, y que con el nombre de Rayos Odíeos describe el profesor Von Reichenbach, de la universidad de Goetingen. Los espiritistas lo conocen con el nombre de doble o periespiritu; los filósofos lo llaman mediador-plástico; los kabalistas enseñan que ese cuerpo es susceptible de separarse del material. Abarcando toda esa variedad de nombres y apreciaciones bajo la deno-minación de fuerza, psíquica, empleada por Crookes, haré de ésta el tema de mí conferencia.
3° El Fluido Magnético (ánima vegetativa), la que mueve al cuerpo físico, dirige los procesos químicos y fisiológicos: «Prana».
4° Alma animal: ánima sensitiva, soma psíquico, (alma irracional) de Platón: es el principio que anima el cuerpo etéreo, es el principio que abarca desde el instinto animal hasta la inteligencia humana más elevada.
5° Cuerpo espiritual: parte material del alma espiritual, compuesto de éter supra-sensual; abarca la parte ideal, los sentimientos, etc. Llamase por los hindúes Manas, influenciado por Buddí.
6° Alma espiritual, ánima racional (soma pnaumático) de Platón, que es la esencia que anima el cuerpo espiritual: en ella se localizan las aspiraciones y sentimientos elevados, y es llamada por los hindúes Buddi.
7° La potencia elevada, la chispa divina en nosotros; la parte que lleva el control, es el sol central del Microcosmo, llamado Atma, y es la parte positiva, en relación con el cuerpo negativo.
Al morir, se separan los principios 2, 4, 5, 6 y 7 y quédanse sólo la parte material y el tercer principio, que anima de nuevo la transformación o descomposición del cadáver.
Los demás principios que sigilen se separan también después de la muerte y son evocados por los espiritistas y producen los fenómenos que están llamando la atención del mundo entero (1).
(1) En México, los espiritistas de la junta se quejan de que no han tenido resultado y que los fenómenos son casi nulos; esto se debe según mi opinión a las causas a que se refiere mi amigo el Sr. Salvadores Botas en un informe que pasó a la Junta y en el cual se expresa más o menos así:
«Es innegable que el estéril campo de las negaciones y el inseguro de las dudas, jamás podrán conducir al humano ser a la observación imparcial y experimentación de los fenómenos de la naturaleza, en condiciones apropiadas a su realización: débese a que el que niega carece de estímulo y por lo mismo de actividad para el estudio y propia observación, así como el que duda se multiplica en sí, y gasta inútilmente las energías, para acercarse a la verdad que toca, pero que nunca logra asimilar a sus conocimientos.
Hecho de experiencia, es que en la negación se carece de espíritu de indagación, y en la duda todo método para observar y experimentar se cree defectuoso, de lo que se deduce que en ninguno de los dos casos está la inteligencia en condiciones adecuadas a la asimilación de la verdad: la naturaleza de esos seres no ha sido conducida al camino de las despreocupaciones, y su espíritu permanece aherrojado al duro yugo de la sugestión, provocada por la mezquindad de las egoístas ideas que campean aún en el ser inteligente.
La mejor prueba que en favor de dicha aseveración se puede alegar, hallase patente en el hecho a diario producido de que, cuando el hombre se decide a buscar la verdad de un principio, es porque en él ya presintió la existencia, del mismo modo que el químico deduce la posibilidad de una nueva sustancia, después de repetidas observaciones sobre productos que cambian de propiedades en determinadas circunstancias: el químico somete a escrupuloso examen los productos que emplea en sus observaciones y se señala un método de experimentación, que no es hijo del azar, sino el resultado de pacientes estudios y observaciones, que le indujeron a concebir la posibilidad de existencia de lo que busca. En las experiencias medianímicas, la Psiquis del sujeto y de los observadores es producto de determinado valor; valor que cual el de los productos químicos debe ser aquilatado antes de toda metodización, porque la indicada Psiquis es el término único conocido de la ecuación a resolver, cuya incógnita se supone una entidad espiritual:
luego si en toda experimentación medianímica, prematuramente analizamos los datos que nos proporciona el conocimiento de la Psiquis, y los aquilatamos en su real valor, a la vez que estudiamos las relaciones que entre sí los ligan, fácil nos será plantear el problema en forma adecuada para hallar el positivo valor de todo fenómeno, siempre la razón hábilmente conducida por el conciso silogismo que nos lleva de la mano a determinar la verdad y su comprobación e identidad, cual se comprueban las operaciones algebraicas, y ante el sabio surgen del fondo de las retortas los elementos a que da lugar la reacción de las sustancias combinadas o entre sí separadas.
Tanto es cierto lo aseverado, cuanto más. general resulta señalar la afinidad fluídica como indispensable a las experiencias medianímicas, cosa que sin ser de valor absoluto, no resulta indispensable a la producción de los fenómenos: fundamos este aserto en que a las experiencias del género de la que ocupa nuestra atención, concurren valores morales de muy diferentes matices y energía definida, si es que admitimos el pensamiento como fuerza actuante del sujeto y experimentadores: sustancias químicas de valor determinado para el análisis, planteo y resolución del problema que nos preocupa.
Bajo dicha aseveración fijemos como valor positivo del pensamiento activo y persistente en la realización de un fenómeno, en cuyo caso el valor negativo corresponderá al pensamiento activo, tenaz y firme, contrarío a la producción del mismo, y el neutro al que, ni en uno ni en otro sentido trabaje: es decir, al del observador que anula en sí la generación de toda idea, para convertirse en ojos, oídos, olfato y sensaciones que sucesivamente podrá registrar por mediación de su cuerpo orgánico, campo de observación de los propios conocimientos y experiencias. Si examinamos ahora las combinaciones a que dan lugar los tres estados de la mente que se acaban de describir, sus diferencias capitales nos conducirán irremisiblemente a resultados diversos: resultados que nos darán la clave de la energía empleada en cada caso de observación, y su homogeneidad o heterogeneidad. Dicha energía constituye el medio ambiente de las experiencias medianímicas, el cual resulta tan difícil de unificar dentro de nuestros actuales conocimientos, cuanto menos educada se halla la mentalidad a la abstracción de toda idea, o a la reconcentración en una determinada, por un lapsus de tiempo, más o menos prolongado. ¡Quien pretenda observar, no ha de juzgar a priori, sino a posterior! ni tampoco agregará valores mentales a los que concurran a la experiencia; porque los datos de todo problema que sufren alteración, dan margen a valores diferentes de la incógnita que se busca.
Las anteriores razones nos hacen apreciar, que cuando los observadores y sujetos están en estado positivo, no existe posibilidad para asegurar que el medio ambiente sea homogéneo, porque las ideas de los reunidos convergerán o no en un fin único; en idéntico caso nos hallamos cuando sujeto y observadores resultan potencialidades mentales negativas, ya que la negación de cada uno, cabe en lo posible, sea sobre divergente idea. A mi ver, sólo cuando sujeto y observadores se colocan en estado neutro, es cuando si puede apreciar con nitidez los fenómenos medianímicos, debido a que cualquier resultado obtenido es ajeno a la voluntad de los reunidos y se caracterizará por sí sola, ya sea anímica o espirita: la resultante en este caso será la expresión clara y definida de los movimientos e irradiaciones de la Psiquis, hállese encarnada o en el plano invisible.
Si a lo ya expuesto agregamos que los pensamientos son siempre la fuerza o energía que da lugar a las formas, deduciremos que, según la índole moral de los mismos, así tienen que resultar aquellos. En efecto, la energía mental pone en movimiento cuanta materia etherizada o fluídica sea afín a la idea generadora, dentro del círculo de su irra-diación, y con ella, y no con la que le es repulsiva, da lugar a las formas y fenómenos todos: esa materia fluídica es la que determina la aureola individual, en matemática correspondencia con las ideas predominantes en cada instante:
ideas que motivan la atracción de los invisibles que por idénticos fines y deseos, consciente e inconscientemente coadyuvan a la realización de los mismos: luego la deducción que se desprende de ese principio genérico, inherente a la vitalidad universal, es: que las ideas de verdad y justicia por su sola índole moral, son las únicas que pueden proporcionar elementos adecuados a fenómenos veraces y justos: ni dudas, ni afirmaciones, ni negaciones.
He empezado citando las doctrinas orientales, más no pienso detenerme en ellas, pues la evolución que han sufrido adaptándose a los diferentes medios sociales en donde se han agitado, es bastante notable y por otra parte su adaptación entre nosotros forma lo que se llama esoterismo occidental o Kabala, que no es otra cosa sino un sistema filosófico cuyo origen se confunde con el del pueblo hebreo y encierra la doctrina secreta que forma el fondo de todos los dogmas religiosos del mundo.
Hemos dicho al definir el segundo principio, que las fuerzas psíquicas se nos presentan bajo la forma de rayos luminosos, que ve el vidente, que son los rayos odíeos descubiertos por Reichembach, el sabio profesor de la Universidad de Goetíngen.
Conque rayos luminosos que salen del cuerpo huma no y que sólo ven los videntes. De estos videntes, personas privilegiadas, desconfiemos por de pronto y nos ocuparemos de ellos más tarde: principiemos por los rayos luminosos.
La teoría de que el cuerpo humano emite rayos luminosos es de inconcusa verosimilitud, desde el momento que poseyendo calor, debe estar en íntima relación con la luz, principio universalmente conocido. No es, pues, nuestra intención tratar de este tema, tan de sobra sabido; sino que, después de señalarlo, os suplico me acompañéis en el estudio metódico y ascendente de la Radiografía.
Mientras Laplace, Biot y nuestro poeta y naturalista el incomparable creador del Fausto, Goethe, creían en una sustancia luminosa que se nos participaba desde el sol, los estudios de Maxweil y Hertz demuestran que no se trata de sustancia luminosa, sino de las ondulaciones del éter, de manera que la teoría de emanación fue reemplazada por la de ondulación; y la ciencia incansable, que no se arreda ni detiene, con estudios aún más recientes ha venido a comprobar que las dos teorías se completan una a otra, estableciéndose algo como una emanación ondulada, que es precisamente la idea de Goethe.
Si tomamos los rayos solares y los hacemos pasar por un prisma o más bien, nos servimos del aparato espectral inventado por Kirchhoff y Bunsen, podemos dividirlos en los conocidos colores del arco iris, principiando por la izquierda con rojo, concluyendo por la derecha con violeta, sin entrar en los detalles de las líneas verticales señaladas por Franenhofer.
Estos son los rayos conocidos que puede observar todo el mundo; pero los sabios nos dicen que existen otros invisibles y realmente los hay todavía ultravioletas
(*) nota 1 continuación. la vida invisible manifestarse francamente y sin trabas por nuestra parte y la conoceremos, esto no obstante de que, a mi juicio, siempre se manifiesta; porque la negación es la. resultante de la verdad de la ignorancia que ofrece la metodización de las experiencias inadecuadas al fin perseguido.
Aun hay otro factor de estudio digno de aquilatar para formarnos mejor juicio de los resultados fenomenológicos:
el de la educación medianímica del sujeto de experiencias: la escuela de cada uno de estos seres es siempre suigéneris; bajo el método impuesto por los magnetizadores que los ayudaron al desenvolvimiento de las aptitudes que revelan, las facultades están limitadas a determinada índole de fenómenos, y en divergentes medios ambientes pretende se obtener idénticos resultados, sin fijar la atención en que se contraviene la ley física y moral, que en su infinito número de modalidades, ofrece por resultante, indeterminadas manifestaciones; esta educación medianímíca resulta absurda e inmoral: es absurda, porque a las experiencias no se debe ir a estudiar los sujetos; estos son los aparatos y deben perfeccionarse moralmente para que sirvan a la manifestación sin limites de cuanto pueda influirles en cualquier medio ambiente. El estudio de los experimentadores debe remontarse al de las causas por el conocimiento de los fenómenos, a fin de apreciar dentro de las condiciones en que éstos se producen la ley que los rige; y como las causa», según nuestras creencias, son los espíritus, ya sean encarnados o desencarnados, el estudio por sí débese concretar a dos órdenes de manifestaciones: las anímicas y las espiritas; sus diferencias de apreciación patentizarán la causa de origen. Es inmoral la educación medianímica dada a loa sujetos en la forma acostumbrada, porque supeditada la voluntad de éstos a un solo orden de aptitudes, la generalidad de las veces contrarias a su modo de ser, las que por naturaleza debieran ser normales, desaparecen para dar lugar a las que el magnetizador desenvuelve en él, como superiores; la medianidad no quiere imposiciones, pero sí reclama amplio espíritu de expansión para sus irradiaciones; derecho del que carece en los actuales tiempos por su aquiescencia a la voluntad de encarnados y espíritus sin previo conocimiento de causa, y falta de desarrollo psíquico para contrarrestar actos y tendencias de los demás, que estime inconvenientes.
Cuanto llevo expuesto me conduce a la siguiente conclusión:
QUE LA OBSERVACIÓN Y EXPERIMENTACIÓN PSÍQUICAS NO DARÁN RESULTADOS ÍNTERIN LOS GRUPOS NO ESTUDIEN E IMPLANTEN UN MÉTODO DE TRABAJO FUNDADO:
1″—En el conocimiento del medio ambiente en que trabajan.
2″—En el de educación apropiada de los sujetos de experiencia con relación a la índole de los fenómenos que desean estudiar y desarrollo psíquico del sujeto.
3″—En el de exclusión de todo método que no se avenga a fines científicos y morales.
El conocimiento del medio ambiente puede lograrse mediante el consentimiento previo de sujeto y observadores, para la anulación de la mentalidad durante los trabajos.
El de educación de los sujetos se obtendrá por medio, de la aquiescencia de la voluntad de estos para sujetarse al método de observación que, arreglo al medio ambiente, resulte mas apropiado a la índole de los fenómenos que se quieren observar y obtener, y:
El de exclusión de métodos que no se avengan a fines científicos y morales, mediante el estudio de las actitudes del sujeto y amoldamiento de la voluntad del mismo a la mejor manifestación fenoménica.
Para despertar las sensaciones orgánicas y convertir la propia materia en campo de útil observación, hay que sus-pender la actividad anímica, es decir, enervar el cuerpo material dejándolo abandonado a las impresiones externas.
El YO en este estado permanece casi independizado de la materia; pero consciente de cuanto a esta le pasa, y como por otra parte ningún esfuerzo realiza aquél para rechazar dichas impresiones, y sí se halla apto para recogerlas, claro se concibe en que la observación realizada pueda remontarse del mundo de los efectos al de las causas de producción. Su labor queda reducida a grabar en la mente las sensaciones y circunstancias en que se produjeron, para más adelante conocer las idénticas que pueda provocar. y dice el Sr. Salvadores, que como lo expuesto no es lo conocido ni usado durante los trabajos mediánicos, hace una súplica: si a alguien le pareciese raro el método propuesto, no por ello lo niegue, sin antes practicarlo, y si puede ensayar prematuramente el medio de lograr la abstracción de la mentalidad, hágalo; porque si doloroso resulta ser engañado, criminal es engañar a los demás, y en la experimentación todos los observados engañan y son engañados inconscientemente fuera del método indicado.
El afamado y muy conocido Hipólito Baraduc, acaba de publicar un pequeño libro, el que contiene 6 fotograbados, bajo el título: La fuerza curativa en .Lourdes y la psicología del milagro, del cual tomamos las líneas que siguen a título informativo, y por ser autor un médico espiritualista y a quien no puede acusarse de católico-romano. de fanático ni supersticioso.
Habla el doctor Baraduc: «Se trata de una dama C. G., quien ha llegado a curarse de una enfermedad inveterada al estómago, por la cual había consultado en vano a veinticinco médicos extendiéndose después de su comida y orando con energía y con una intención bien determinada,, de acuerdo con las indicaciones de su guía. Esta persona no es una histérica, no tiene la fe ciega, pero es de una inteligencia superior y de una sinceridad absoluta en lo que hacía. Muy sorprendido por la mejoría producida por esas prácticas extrañas, su marido me rogó asistiera a la sesión de fluidos espiritual es ( según su expresión) que ella tornaba después de su comida de medio día (horas de las gracias. lluvia de las fuerzas superiores).
«Obtuve la autorización de cubrir la cabeza de la señora C. G., su frente, su pecho, su estómago y sus manos, de PLACAS FOTOGRÁFICAS PUESTAS EN PAPEL NEGRO DE RADIAGRAFIA IMPERMEABLE A TODA LUZ.
«Procediendo así, he obtenido, viniendo «de lo invisible’ hacia la persona, como lo atestiguan los clichés, una cantidad de impresiones globales que ella sentía que la tocaban, que la penetraban y la vivificaban. Ella se ha curado con esas proyecciones de substancia espiritual, las que pedía con una entera convicción.
Después de lo que antecede, se comprende cómo el Dr. Baraáuc, ha llegado lógicamente a preguntarse si las curas de Lourdes no se explicarían por un fenómeno análogo.
Con tal fin, él siguió la gran peregrinación francesa de 1906, la que se componía de 50 a 60,000 peregrinos y cerca de 1,500 enfermos conocidos. Al efecto, llevó consigo un cierto número de placas envueltas como se ha explicado antes y las cuales él expuso por todas partes donde él suponía que la fuerza podía actuar. Todas las placas empleadas fueron impresionadas y revelaron tres tipos de impresiones muy distintas.
Una persona se había sumergido en la piscina con dos placas: una, que tenía sobre su cabeza, muestra con bas-tante claridad un rostro de hombre de expresión grave y cuidadosa, de frente muy elevada, cortada por una línea según la cual quedó indicado el nivel del agua; la otra, completamente sumergida, está cubierta por una intensa neblina de fuerza blanca, en la que se ven una multitud de pequeñas fisonomías humanas. Los espiritualistas saben lo que esto significa y comprenderán entonces el por qué las aguas de Lourdes no presentan ningún peligro de contagio.
Otra placa, impresionada al lado de una moribunda, en el momento en que fue bruscamente curada al pasar el Santo Sacramento, es más sorprendente todavía,- pues dicha placa ha registrado la impresión de una verdadera co-rriente, de una cinta de luz, del diámetro exacto de la hostia por la cual parece haber sido emitida.
Todas las otras placas (las de la gruta, de la procesión, etc etc.. .) están consteladas por pequeñas gotas fluídicas, de glóbulos de claros contornos y aureolados por una tirada luminosa, proyectada sin duda por la caída del glóbulo.
Esos glóbulos idénticos a los obtenidos sobre la señora C. G., pero mucho más abundantes, son de substancia si-deral y pertenecen según el doctor Baraduc, «a un plano del Cosmos que tiene una potencia de reparación» —plano providencial—. «Por la instigación de la oración unánime y ferviente de 60,000 personas, por la acción de ese plano superior evocada bajo el vocablo de la Virgen María, se produce la caída de un rocío, el que cae en gran cantidad como una borrasca bienhechora, sobre el conjunto del llamado humano reclamando la fuerza de lo Alto».
Puesto que hay impresión luminosa, es necesario que esta luz venga de alguna parte, y el examen de los clichés y deja manera como están impresionados, su comparación con los otros mil que su autor posee, no permiten pensar que esa pueda ser una curación de la multitud.
Además, su movimiento y su acción parecen estar sometidos a leyes cósmicas precisas, muy independientes del ser humano.
Hay ciertos cuerpos que tienen la propiedad de Emitir estos rayos y Rutherford, estudiando la radioactividad, ha demostrado que los cuerpos que poseen tal propiedad emiten tres especies de rayos invisibles, que denomina Alpha, Beta y Gama; cree que son formados por corrientes de iones y catheones, animados de diferentes velocidades, siendo en orden creciente de alpha a gama: esto lo ha demostrado por medio de un poderoso electro-imán que los desvía. De sus experiencias, cuyos detalles serían largos, se deduce que la rapidez de los rayos alpha y beta es igual a 9/10 de la velocidad de la luz. Los rayos gama tienen mayor velocidad y su onda es tan pequeña que puede penetrar a los cuerpos opacos, siendo, por tanto, iguales, si no son los mismos rayos X.
Otra prueba que puedo citar es la siguiente, la cual me sorprendió hace poco en París, pues no creía que el platino-cianuro de bario se modificara en sus propiedades físicas: creí y lo creerán la mayor parte de los que se dedican a estas experiencias, que ese producto químico reaccionaba solamente con los rayos X.
Si pintamos un cartón con platino-cianuro de bario y lo ponemos en el espacio que corresponde a detrás del campo violeta o delante del rojo, en un punto negro del espectro, lo veremos verde claro, lo que nos prueba que ha sido impresionado por rayos invisibles. Estas y otras experiencias que cansarían al auditorio, prueban que a nuestra retina se escapan algunos rayos; que hay un fluido que la ciencia debe investigar por otros medios, siendo probable que los que nosotros percibimos sean los menos.
Pasemos a la Electricidad.
A fines, o más bien a mediados del siglo pasado, Hittorf empezó a hacer pasar corrientes eléctricas por tubos con aire enrarecido. Ya no chispeaban los rayos eléctricos, como lo había observado con la máquina de Windhurst, sino que formaban un hilo ininterrumpido.
Es por esto que aplaudimos el proyecto del doctor Baraduc, quien desea que se instituya en Lourdes un laboratorio que tome a su cargo y prosiga sus primeras experiencias, y el cual haría «con el santuario de la fe y la clínica humanitaria, una admirable trilogía, lo que daría a la Ciencia la clave de las relaciones dinámicas, de los cambios de fuerzas susceptibles de establecerse entre el ciclo y la tierra».
Al aumentar aún más el vacío del aire en los tubos, vio que el color rosa-violeta que había observado en el polo negativo (cátodo), se pasaba al positivo (ánodo), esparciendo por el resto del tubo una fluorescencia verdosa Simultáneamente hacía Crookes los mismos experimentos, descubriendo los rayos kathódicos.
Masía ahí los estudios de Crookes y Hitíorf, y he aquí el célebre tubo del primero. (El conferencista hace funcionar el aparato).
(*) nota 1 continuación. Es así como de Noviembre a Abril, en invierno y durante la elaboración de la savia, cuando el biómetro acusa los movimientos contractivos condensadores del éter terrestre, la fuerza no se registra y los milagros no tienen lugar;
mientras que de Mayo a Octubre, en la madurez de la savia y cuando desciende, durante la expansión etérica, la fuerza se constata y los milagros se producen. Esta fuerza penetra o no, a los enfermos, actúa diferentemente sobre ellos, según sus condiciones personales de receptibilidad, condiciones que varían según su estado físico, psicológico, moral y mental. (Los pobres son particularmente favorecidos). Además de esto, su virtud curativa se especializa más según las épocas que diferencian su orientación.
No es este el solo resultado feliz que se podría sacar de esas experiencias, las cuales, a la vez que son un magnífico homenaje rendido a la oración, consagran en adelante el beneficio social del gran santuario de los humildes, y las que sometidas a un método riguroso serían singularmente propias a ensanchar el dominio de la Ciencia.
En el ano de 1896 un físico alemán, desconocido hasta entonces, adquirió celebridad universal: aprovechándose de las experiencias de Hittorf, dio con los rayos X, que todos conocen.
No quiero detallar la importancia del descubrimiento de Roentgen, sino seguir el camino empezado. Así como Hittorf se aprovechó de los estudios de Maxweil y Roent-gen a su vez de los de Hittorf, los estudios del descubridor de los rayos X animaron a Becquerel, quien indagando acerca del Uranio vio que ese elemento producía rayos cuyos efectos se parecían a los de los rayos X; y antes que Becquerct saliera de la estupefacción que le produjo su descubrimiento, sus paisanos, los simpáticos esposos Curie dotaban al mundo con una nueva maravilla: el Radio. Este se descubrió de la siguiente manera.
El Uranio, ya descubierto en 1789 por Klaproth, se encuentra unido al oxigeno en forma de sub-óxido y en varias otras combinaciones; pero es esa forma la que por de pronto nos interesa.
Separando el mineral primordial, el arsénico, el antimonio, el cobre y el plomo, Curie dio con el Polonio, nombre que el hoy día célebre químico, que ya murió, víctima de un accidente, le dio tomándolo de la patria de su esposa, pues Mme. Curie era polaca.
Esta sabia polaca, gran aficionada a la alquimia y miembro de una sociedad hermética que por mí conducto ha fundado en México la orden Martínista, cuyo jefe es el talentoso Dr. Alfonso Montenegro, no se conformó con el honor que le dispensaba su marido: siguió investigando Junto con su esposo y obtuvieron por resultado el verdadero Radio.
El Radio, como elemento pertenece al grupo de Baryum; su peso atómico es 225 veces mayor que el del hidrógeno y la intensidad de sus rayos es dos millones de veces mayor que el del Uranio o Torio.
El Radio tiene ya a la fecha una inmensa variedad de empleos; pero a diario se han propuesto sorprendernos con alguna otra de sus maravillosas particularidades. Así por ejemplo, recientemente se publicó en algunas revistas científicas y ya se comunicó a las Academia, que el Radio es capaz de transmutar los minerales. Un químico olvidó por casualidad un anillo con una esmeralda cerca de un tubito que contenía Radio; y después de algunas semanas vio que la esmeralda había cambiado en absoluto: era otra piedra desconocida para el. DEJO exprofeso algunas otras piedras, como rubíes, zafiros. etc., en contacto con el Radio; grande fue su sorpresa a1 ver que después de algún tiempo, habían cambiado de color en absoluto: las azules se habían tornado rojas y las rojas verdes.
Señores: esto que sólo menciono, pues no considero que esté aun científicamente establecido, ¿sabéis lo que significa? Que Shakespeare tuvo razón al decir: «Que existen muchas cosas entre ciclo y tierra que nuestra ciencia escolástica no sospecha» y que la Alquimia renace, comprobándose la transmutación de los metales.
Para terminar con el Radio y sus maravillas permítaseme agregar un dato: cuesta hoy en el mercado 160,000 marcos el gramo; pero hay que esperar que se abarate, pues según conferencias que escuché, dadas por el Dr. Encausse en París, la materia prima que da el Radio no sólo se encuentra en Bohemia, sino en el mundo entero y sobre todo, escuchadlo bien, en México; más Encausse y otros sabios afirman que toda la naturaleza está saturada por una especie de Radio, y principalmente se ven esas radiaciones en el cuerpo humano.
Esa afirmación hace de nuevo surgir las teorías del Barón de Reichenbach sobre las fuerzas ódícas y magnetismo animal y particularmente las experiencias de Blondlor, que descubrió los rayos N. Es cierto que estos rayos N son muy combatido por una parte del mundo científico: hay grandes sabios que niegan su existencia; pero también los hay no menos célebres que los defienden. La ciencia actual tiende a demostrar la unidad de las fuerzas, como ha demostrado la unidad de la materia; v más aún: la física trascendental, cuyo representante es el célebre Dr. Gustavo Le Bon, afirma que la materia y la fuerza no son sino dos modalidades de una sola entidad: la energía, destruyendo con esto el dogma científico constituido de la dualidad fuerza y materia.
No estarnos lejos del momento en que la ciencia afirme con una verdad perfectamente comprobada, que el calor, la luz, el magnetismo, la electricidad; todos los rayos alpha, beta, gama N, X; el pensamiento la voluntad, la fuerza psíquica, no son sino una sola y misma cosa, comprobando con esto la ciencia positiva los principios antiguos, antiquísimos, profesados por el ocultismo oriental y por la Kabala: Nihil novun sub solé.
Todavía un último dato curioso sobre experiencias de rayos invisibles y su relación con las fuerzas psíquicas, y una prueba científica para los espiritistas.
He visto en una comunicación alemana un dato curioso, el cual, por la fuente que le proporciona, tiene importancia, pues lleva la firma célebre Gates, quien se dirige a la Psico-Terapeutic Society y da cuenta de los rayos ultravioletas, que proyectaban sobre una pantalla de Rodopsina, sustancia nueva que aún no se conoce bien, vio que en esas condiciones los rayos no traspasaban los cuerpos vivos, sino las materias muertas, de manera que estas eran traspasadas sin dejar sombra; los primeros al contrario, eran impregnables y proyectaban una sombra común. Después de repetir esa experiencia con una mano, tomó un ratón y lo puso en iguales condiciones; lo sacrificó y notó que en los momentos de la muerte, la sombra que había proyectado el animal vivo subía por la pared, dejando ya pasar los rayos al cuerpo inerte.
Si Gates llega, a confirmar ese hecho — y de ello nos hemos de desengañar pronto— tendremos el primer sistema práctico para señalar el momento de la muerte, evitándose los casos horripilantes de inhumación de personas en estado de muerte aparente; y al mismo tiempo, si pudiera resolverse el destino ulterior de aquella sombra, se resolvería de modo evidente y satisfactorio el problema de la muerte: sería el triunfo completo de los espiritistas. Así pues, honorable público, hemos seguido la historia de los rayos, desde el solar hasta los misteriosos rayos N»,
Toda fuerza nos es conocida solamente por el movimiento que produce. Todas las que hemos citado están formadas por vibraciones del éter.
La tabla de vibraciones, que comunicó un académico de París, y que generalmente sirve de regla, indica que la velocidad del substrátum sutil de la electricidad, electrones y iones, alcanza un cifra de 33 millones de vibraciones por segundo, en la trigésima quinta octava.
El oído humano no percibe un sonido, sino cuando se pone en vibración un cuerpo de tal manera que produzca 36 ondulaciones por segundo, esto es, el sonido más bajo perceptible; tampoco percibe como sonido un número de vibraciones mayor de 6000.
El OJO humano no percibe colores más bajo del rojo, que tiene 480 trillones de ondulaciones en el tiempo dicho ni tampoco percibe el número que pase de 704 trillones, que corresponde al violeta.
El movimiento indudable que se produce en las moléculas que forman los cordones nerviosos, no ha podido medirse con exactitud; pero pongámoslo igual a los rayos X, que naturalmente tiene que ser mucho mayor de dos millones de billones de vibraciones por segundo en la sexagésima primera octava; entonces resultaría una velocidad del fluido, nervioso de más de 60 millones de veces mayor que el de la electricidad, o sea, una cantidad que como alemán, no puedo expresar en español.
Sin exagerar, sí quisiéramos calcular la velocidad del fluido espiritual, que en comparación del nervioso debe ser 60 millones de veces mayor, podríamos sostener que, teniendo el año 30 millones de segundos, en los estados de sueño o éxtasis, o más bien, cuando el espíritu este aislado del cuerpo, podríamos experimentar en un segundo ‘.os sucesos correspondientes a dos años en estado de vigilia: tal aserto ha sido comprobado por personas que se han salvado de asfixia, de ahogo, etc., y recuerdo al efecto una carta del escritor Tolstoi. quien en la enfermedad que tuvo el año pasado observó en sí mismo este fenómeno.
Así se comprende, señores, que la sensibilidad, como el movimiento reflejo que engendra una palabra; el influjo, fluido, fuerza nerviosa o como quiera llamársele, debe estar formado por un número definido de vibraciones. Si nos elevamos de esas funciones nerviosas rudimentarias hasta el complicado funcionamiento del cerebro, que engendra la idea, el juicio, el raciocinio, el psiquismo, no nos será difícil admitir que este movimiento psíquico, como todos los movimientos en la naturaleza, tiene una cifra numérica determinada. Al mencionar, señores, estas cifras tan elevadas, que como ale-mán, me cuesta trabajo pronunciar es fácil comprender que existen vibraciones que no pueden ser percibidas por ninguno de nuestros sentidos; ondulaciones que han existido, sin duda alguna, desde el principio de los siglos, pero de las cuales no nos hemos dado cuenta hasta que se han encontrado substancias, aparatos, etc., que nos dan a conocer sus efectos; tales por ejemplo, las ondas Hertzianas ya citadas, base fundamental del telégrafo sin hilos.
Los hindúes, que conocen desde mucho tiempo los rayos Alpha, aunque con otro nombre, los dividen en cinco Tattwas, que corresponden a nuestros cinco sentidos. Según ellos, el universo viene de Tattwa y va a Tattwa. Este proceso que los ocultistas modernos apenas mencionan, es de la mayor importancia en los fenómenos de la Naturaleza.
Esos tattwas o éter, es lo que obra en nuestros sentidos de manera que podríamos decir, en lugar de que oímos, «nuestro éter auditivo vibra»; en lugar de que vemos, «vibra nuestro éter visual». Papus dice que cada uno de estos éteres de sentidos tiene su color determinado. El del tacto, azul; el de la luz, rojo; el del gusto, blanco, (aun cuando este no es color, sino el conjunto de colores; el del olfato, amarillo.
Me dirá tal vez cualquier estudiante de física: Bárbaro! Es el aire el que trasmite las ondulaciones del sonido. Pero debo decirle que si se pone a una persona en estado de samadi o de éxtasis, esa persona oye e] sonido, aunque la campanilla que lo produzca, esté dentro de una campana pneumática.
Por otra parte, el átomo material, última noción hipotética a que habían llegado los sabios físicos y matemáticos, ha dejado de existir. Mi amigo Koethner, Priv. Dozent de la Universidad de Berlín, en su última obra »La Natura», reasumiendo varios estudios de otros profesores, ha demostrado que el átomo está compuesto de iones, y éstos, a su vez, son descomponibles, pues no son sino torbellinos de fuerzas, siendo ésta última la no-ción aceptada por la ciencia actual, es decir que el reinado del átomo material ha terminado y ha sido sustituido por el átomo enérgico o dinámico. Fácil es concebir que, a medida que la ciencia avance, este último elemento dinámico llegará a descomponerse en otros elementos más simples. Ese será el momento en que la ciencia positiva y la hermética se pongan de acuerdo y formen un todo homogéneo.
Si hubiera yo dado esta conferencia en la Edad Media, indudablemente que mi recompensa habría sido el suplicio: la Inquisición habría dado cuenta de mí. Más hoy, que gozamos de absoluta libertad para expresar nuestras ideas y beber en las fuentes purísimas de la ciencia, nadie es ni puede ser molestado. Si más tarde, basado en estos principios, explico los milagros de la famosa Virgen de Guadalupe, no querrá decir que soy antirreligioso o ateo; no quiero decir que Dios se vale de medios científicos y naturales para hacer sus milagros ¿por qué abrir un abismo entre religión y ciencia? son nuestros principios herméticos, tratamos de formar un lazo filosófico que una la religión y la ciencia.
Los ocultistas asientan que, por medio de una educación metódica, nuestros sentidos llegan a tal grado de agudeza, que pueden percibir lo que pasa desapercibido para la generalidad de los hombres; con esto llegaríamos a explicar la facultad de los videntes que mencioné al principio de mi disertación, aunque existe una diferencia: que mientras esa facultad en unos es innata, como en los médiums de los espiritistas, o pasiva, el ocultista la desarrolla de una manera metódica y activa. Y no se crea que el hablar de desarrollo especial de uno de nuestros sentidos es una utopía quimérica, pues tenemos ejemplos palpables y convincentes en animales inferiores: ¿quién no conoce la agudeza casi maravillosa del olfato de los perros sabuesos? Admirable es que puedan seguir de modo inequívoco el rastro de un hombre que, en rápida carrera y con los pies calzados, no debe haber dejado ni una partícula ponderable suya al sentar su planta ins-tantáneamente en el suelo.
En los monasterios budistas se ejercitan de manera especial los órganos de la visión, de tal modo, que el OJO llegue a percibir ondulaciones y vibraciones invisibles que emite el cuerpo humano y a los que dan el nombre de «aura magnética» o fuerza psíquica, en Occidente.
Esas emanaciones están constituidas por los torbellinos de fuerza de que acabamos de hablar y forman el periespírilu, doble o cuerpo astral de que nos hemos ocupado. El sabio Dr. Rochas ha comprobado en. la médium Paladino un agente fluídico separable de la materia, agente cuyo poder cambiaba al control de la voluntad de la médium. Comprobó la presencia de ese agente por varios medios, entre ellos con el Biómetro de Baraduc. El aparato inventado por Baraduc, o más bien, modificado por él, pues el verdadero inventor es Fortín, se compone de lo siguiente: un disco de madera en cuyo centro hay fija una bobina o carrete de vidrio en el que está enrollado un hilo de hierro, de diámetro muy pequeño y de una longitud de 175 metros; sobre la bobina, un disco de marfil o de cualquiera otra sustancia dividido en 360 grados; y todo esto cubierto por una campana de vidrio, de cuyo centro superior está suspendido un hilo de seda sin torcer, sosteniendo una aguja de cobre muy delgada y de seis centímetros de longitud.
Se coloca ese aparato en un soporte fijo a la pared y se deja en reposo por varías horas; en seguida se aplica la mano izquierda con la palma tangente a la campana de vidrio; y al cabo de un minuto se ve desviarse la aguja lentamente hasta llegar a un ángulo determinado; se hace la prueba con la mano derecha y se obtiene el mismo resultado en el mismo sentido o en el inverso.
Baraduc, después de trece años de experiencias numerosísimas y minuciosas, ha llegado a encontrar una relación constante entre el ángulo de desviación y el estado de ánimo de los individuos sujetos a las experiencias; ha establecido también relaciones inequívocas entre dichas desviaciones y las facultades morales, sentimentales e intelectuales del hombre. El aparato de Baraduc no es caro y pone a cualquiera en condiciones de demostrar de una manera positiva y matemática la existencia de la fuerza psíquica.
El profesor de patología y anatomía De Foa, con sus colegas Herlízka y Agazzotti, experimentó en la columna de mercurio de un manómetro, en pleno día y sin que estuviera en contacto con nada, una presión de 10 kilos en presencia de la médium Paladino; y en Alemania se han hecho las mismas pruebas con el médium Miller, que, según he oído decir, vendrá no muy tarde a México.
Demostrada ya la fuerza psíquica y conocidos los instrumentos para medirla, debemos seguir viendo la relación que existe entre sus manifestaciones y las de la electricidad.
Para el objeto nos sirven los estudios del incansable Doctor Schiff, quien basándose en las experiencias de Lombard, introdujo agujas termoeléctricas en cabezas de perros, conejos, etc., y después de acostumbrarlos a á la molestia natural de la operación, midió las diferencias con un galvanómetro. Así por ejemplo, al poner cerca de las narices de un perro un rollo de papel, la aguja del galvanómetro no sufría ningún cambio; pero subió de pronto al introducir un pedazo de carne en el mismo rollo de papel.
Lombard demuestra que existe un equivalente espiritual con la labor física: introduciendo un termómetro en la cavidad craneana, observó un aumento de calor diferente en cada caso; pero siempre en relación con otros sujetos, al verificar éstos una operación matemática, al recitar versos o en estado de enojo o de placer. Esto prueba que el pensamiento es una fuerza susceptible de medirse por medio de las ondas termoeléctricas.
Aun más: debo anotar que la substancia cerebral es uno de los mejores receptores de esas ondas. Una experiencia de laboratorio, fácilmente verificable, consiste en establecer en un gabinete un sistema de telégrafo sin hilos en el cual las antenas transmisoras estén sustituidas por dos personas puestas de pie; o también algo que hi-cimos aquí una vez: introdujimos en el cerebro fresco de un gato, un alambre unido a un receptor Marconi, y nos mostró una tempestad existente a muchos kilómetros de distancia.
Un prosélito de Baraduc, poniendo su aparato a distancia de un individuo, y no observando ningún cambio en la aguja, puso a otro individuo que ayudase a aumentar el desarrollo de fuerza psíquica, y notó entonces un ligerísimo movimiento: juntó entonces otro y otro sujeto, y vio que cuantas más personas se concentraban sobre ^ un aparato mayor fuerza indicaba éste. Entonces se dijo: las imágenes religiosas son como mi aparato, acumuladores de fuerza psíquica. Se trasladó a Lourdes con su aparato y comprobó el acertó.
Meditando sobre lo dicho respecto de los experimentos de esos sabios, vemos que cada hombre es una especie de acumulador o pila electro-psíquica (me valgo de esta expresión para hacerme comprender): Y como en las pilas eléctricas, cuanto: mas elementos hay, .mayor es la fuerza que desarrollan, es fácil admitir que cuando muchas entidades particulares se dirigen a mismo fin, constituyen una entidad colectiva que no será otra sino un concurso de fuerzas convergentes hacia un punto común de estos viene a ser la virgen de Guadalupe o la de Lourdes, cuyos milagros son un hecho y de ello me convencido en e! mismo santuario: pero dejo la palabra al Sr. O’wen que en un articulo publicado en “La “Verdad» de Buenos Aires dice lo siguiente:
Estas experiencias yo también las he comprobado en Lourdes. Durante algún tiempo en mi ultimo viaje a Europa estuve en Lourdes y he visto casos que la ciencia declaro sólo curables mediante meses de tratamiento y otros donde la ciencia médica se declara absolutamente impotente.
Yo puedo declarar que los milagros de Lourdes son hechos reales y positivos que estamos obligados a estudiar y tratar de explicarnos, como lo hago, por fuerzas psíquicas y veremos que el resultado de todas esas fuerzas será colosal y susceptible de producir los fenómenos mas grandiosos e inesperados. Sería muy largo extendernos aquí sobre los hechos químicos, señalados por Bessant al experimentar en lo relativo a formas creadas por el pensamiento; y os convenceréis de que la aparición, de los santos se puede explicar con los mismos argumentos.