Enseñanzas Orientales
Narraciones del libro El Blanco Invisible, de Pascual Faulliot.
Una enseñanza acelerada
«-¿Cuántos años me costará llegara ser Maestro si trabajo duro? -insistió el joven.
-El resto de su vida -respondió Banzo.
-No puedo esperar tanto tiempo. Estoy dispuesto a todo para seguir su enseñanza. ¿Cuánto tiempo me llevará si trabajo como servidor suyo en cuerpo y alma?
-¡Oh! Tal vez diez años.
-Pero usted sabe que mi padre se está haciendo viejo, pronto tendré que cuidar de él. ¿Cuántos años hay que contar si trabajo más intensamente?
-¡Oh! Tal vez treinta años.
-¡Usted se burla de mí! Antes diez, ahora treinta. ¡Créame, haré todo lo que haya que hacer para dominar este arte en el menor tiempo posible!
-¡Bien, en este caso, se tendrá que quedar usted sesenta años conmigo! Un hombre que quiere obtener resultados tan deprisa, no avanza rápidamente, -explicó Banzo.»
Las puertas del paraíso
Un samurai se presentó delante del Maestro Zen Hakuin y le preguntó:
-¿Existen realmente el infierno y el paraíso?
-¿Quién eres tú? -preguntó el Maestro.
-Soy el samurai…
-¡Tú, un guerrero! -exclamó Hakuin-. Pero mírate bien. ¿Qué señor va a querer tenerte a su servicio? Pareces un mendigo.
La cólera se apoderó del samurai. Aferró su sable y lo desenvainó. Hakuin continuó: -¡Ah, incluso tienes un sable! Pero seguramente eres demasiado torpe para cortarme la cabeza.
Fuera de sí, el samuai levantó su sable dispuesto a golpear al Maestro. En ese momento, éste le dijo:
-Aquí se abren las puertas del infierno.
Sorprendido por la seguridad tranquila del monje, el samurai envainó el sable y se inclinó respetuosamente.
– ¡Aquí se abren las puertas del paraíso!