Astarté
Astarté es el nombre griego de la principal diosa fenicia, la diosa semítica (Ashtart). Conocida por los sumerios como Inanna, por los acadios como Ishtar y por los israelitas como Asera. Los fenicios, principalmente los que provenían de Tiro, extendieron su culto en la colonia de Gades fundada en torno al 1100 a. C. Su culto se extendió rápidamente entre las poblaciones tartésicas, que la aceptaron sin dificultad, gracias al recuerdo aún fresco de la adoración, en el 2º milenio a. C., a una Diosa Madre de la fecundidad.
Astarté, “advocación” de la Diosa Madre.
Conocida por los egipcios como Qadesh , la “Santa”, Astarté sería la encarnación correspondiente a la Edad de Hierro (después del 1200 a. C.) de la diosa Ashera, de la Edad de Bronce (antes del 1200 a. C.). Astarté fue aceptada por los griegos con el nombre de Afrodita o, como alternativa, Artemisa. Todas ellas estaban identificadas invariablemente con el lucero crepuscular o planeta Venus.
A Astarté se la solía representar desnuda o apenas cubierta con velos, de pie sobre un león. Sus símbolos eran el león, el caballo, la esfinge, la paloma, y una estrella dentro de un círculo que indica el planeta Venus. También fue representada, como tantas diosas de la antigua religión, con la serpiente en sus manos y, en algunos casos, también flores de lirio.
Como sabemos, la serpiente es sinónimo de conocimiento inherente a la madre naturaleza, capaz de regenerarse mediante el renacimiento y, por esta razón, fuente de toda realización. Pero lo que sorprende en estas representaciones es encontrar la serpiente asociada con el lirio, esta última considerada en Occidente como un símbolo de pureza, inocencia y virginidad, tanto como para representar a la Virgen y algunos santos.
En el caso de la diosa cananea del amor, el lirio en su mano no representa la casta flor de Occidente, sino el lirio rojo, la anémona carnal de Palestina con la esencia afrodisíaca de la miel y las especias del Este.
El lirio y la serpiente juntos completan el simbolismo evocador de la Diosa en el culto sacerdotal del amor iniciático. Un amor vivido en lo sagrado de eros y en el abrazo que une cuerpo, alma y mente con todo el universo. Que, como el Fénix, brillará en el nuevo Rex Deus del linaje divino, surgiendo de las cenizas del Uno, que es padre y madre.
Culto a la Madre Tierra
Astarté representaba el culto a la Madre Tierra y la fertilidad, progenitora de todos los seres vivos, era la diosa de la fecundidad, del amor y la vida, pero también podía serlo de los astros. Con el tiempo se tornó en diosa de la guerra.
Astarté /Ishtar introdujo el concepto de la eliminación de los defectos por la práctica del tantrismo: rito “santo” entre una sacerdotisa y un sacerdote. Era una ofrenda de acción de gracias por la purificación.
El símbolo más común de Astarté era la luna creciente (o cuernos). En el Libro de los Reyes de la Biblia, se nos dice que una estatua de Asera se encontraba en el templo de Jerusalén y que bajo la denominación de la «Reina de los cielos» (Jer 44,17) se practicaban sus rituales.
En la Biblia hebrea a menudo se la presenta como el complemento femenino del dios El (Jue 2.13; 10.6; 1 S 7.3, 4; 12.10).
Astarté en la Península Ibérica
La diosa ha sido conocida como la “estrella de la tarde”.
Los dioses principales del panteón fenicio son Baal y Astarté, y mientras el primero es un dios masculino eminentemente solar, esta última es una deidad femenina identificada con Venus. De hecho, según relatan los historiadores griegos y romanos de la antigüedad, en la costa sur de España había templos dedicados a Astarté y con el citado planeta. Heródoto escribió que la comunidad religiosa de Afrodita se originó en Fenicia y llegó a los griegos a partir de ahí. También escribió sobre el templo más grande del mundo de Afrodita, en una de las ciudades fenicias.
Fue muy aceptada por los íberos del sur y del levante, con gran número de imágenes suyas en Iberia, incluso en zonas habitadas por los celtas.
Era también la Venus Marina (denominación de tiempos romanos), venerada en una isla próxima a Cádiz, donde tenía un templo con una profunda gruta y un oráculo; o la diosa infernal, que disponía de un rico templo, con cueva y oscura cripta, en un cabo hacia la desembocadura del río Iberus (Tinto), donde se sitúa el actual monasterio de Santa María de la Rábida. También era venerada en un santuario en la cueva ibicenca de Es Cuyram.
El Carambolo
En el célebre yacimiento tartésico de El Carambolo (Sevilla) se descubrió una figurilla de la diosa, desnuda y tocada con una peluca de estilo egipcio. Data de la 2ª mitad del siglo VIII a. C. El bronce tartésico conocido como “Bronce Carriazo” es una representación de la diosa fenicia Astarté, como diosa de las marismas, aunque con el peinado típico de la diosa egipcia Hathor, pero sin las orejas de vaca tan características de esta deidad. Astarté aparece representada en el bronce con túnica de mangas cortas ornada de lirios, y acompañada por dos torsos de aves cuyas alas se unen sobre la cabeza de la diosa. El objeto se encuentra en el Museo Arqueológico de Sevilla y es una de las obras tartésicas más conocidas.
En otro ejemplo, un lobo con las fauces abiertas acompaña a la diosa mater Astarté; en uno de los mosaicos más importantes de la Península ibérica (necrópolis ibérica de Cerro Gil –s. V a.C.-, Iniesta, Cuenca). Dea Mater de la cosmogonía mediterránea –influencia fenicia y griega-, en las advocaciones de Astarté, Tanit, Artemis y Hécate.
Sus figuritas
Sus figuritas se usaban en libaciones rituales, de leche u otro líquido asociado a la fecundidad; en ellas un hueco en la cabeza comunica con agujeros en los senos, bajo ellos la diosa sujeta un recipiente con las manos. El culto de los fieles se reducía a la realización de ofrendas con la intención de obtener un beneficio, salud, protección, etc… Las ofrendas podían consistir en alimentos, libaciones rituales de líquidos (leche, aceite, miel…) o quema de incienso, como demuestra el hallazgo de pebeteros y quemadores con imágenes de divinidades. Este carácter de ofrenda es también evidente en la Astarté encontrada en la Tumba de la Galera, la antigua Tutugi (Granada). Esta hermosa figura, enmarcada por dos esfinges, tiene una abertura en la cabeza y los pechos, con orificios, se apoyan en un cuenco. Los fieles vertían sus libaciones en la cabeza, y el líquido surgía de los senos, llenando el cuenco.
Protectora de los marinos
En Hispania, Astarté era considerada protectora de los marinos. Desde las costas, las influencias llegarían por el interior hasta las provincias de Extremadura, Ávila y Salamanca.
En la actualidad, perviven las peregrinaciones a los lugares de culto de la diosa Astarté, donde en la época fenicia había algún templo en su honor. Es el caso de la peregrinación del Rocío a las marismas de Huelva. Y es que cuenta una leyenda sevillana, que Hércules se enamoró de Astarté. La diosa se escondió en un lado del río Guadalquivir, pero Hércules se equivocó y la buscó en el lado contrario. Entonces Hércules fundó Sevilla, y Astarte fundó Triana en su lado del río.