Meditación en el Intimo
La Meditación, es un sistema científico para recibir información interna. Cuando el místico se sumerge en meditación, abandona el cuerpo físico y puede conversar con los grandes Maestros y con su Íntimo. Los seres humanos somos un trío de: Cuerpo, Alma y Espíritu.
El cuerpo es material, mortal y está sujeto a cambios constantes y al final de cada vida muere, desaparece, se transforma. El Alma no es material (distingamos la diferencia existente entre cerebro y psiquis o Alma). El Alma sigue más allá de la muerte. El hálito que anima el cuerpo físico es el Alma. Más allá del cuerpo y el Alma está el Íntimo o Espíritu, la razón de existencia del Alma.
Práctica
La Meditación reviste cuatro fases principales:
Asana: (Postura del cuerpo físico). El cuerpo debe quedar en posición absolutamente cómoda y relajada.
Dharana: (Concentración). Debemos apartar la mente de toda clase de pensamientos terrenales. «Los pensamientos terrenales han de caer muertos ante las puertas del Templo (H.P. Blavatsky)». Debemos concentrar la mente únicamente adentro… en nuestro Íntimo.
Dyana: (Meditación). El discípulo debe meditar en esos instantes en el Íntimo. El Íntimo es el Espíritu. «Recordad que vuestros cuerpos son el Templo del DIOS vivo, y que el Altísimo mora en nosotros (Palabras Bíblicas)». El discípulo debe graduar su sueño y adormecerse profundamente; tratando de conversar con su Íntimo.
SAMADHÍ: (Éxtasis). Si el discípulo ha logrado adormecerse meditando en su Íntimo, entonces entra en el estado de Samadhi, y puede ver y oír cosas inefables, y conversar con los Seres sublimes. Así es como despierta la Conciencia de su letargo milenario.
Así es como podemos adquirir verdadera Sabiduría Divina, sin necesidad de dañar los poderes de la mente con el batallar de los razonamientos, ni con el vano intelectualismo dualista.
“La Meditación es el pan diario del Sabio”.