paracelso

Medicina Natural

                  MEDICINA NATURAL

«Aquel que puede curar enfermedades, es médico. Ni los emperadores, ni los papas, ni los colegios, ni las escuelas superiores pueden crear médicos, pueden conferir privilegios y hacer que una persona que no es médico aparezca como si lo fuera, puede darle permiso para matar, mas no pueden darle poder de sanar, no pueden hacerlo médico verdadero si no ha sido ya ordenado por Dios”. (Paracelso) .

Para ser médico verdadero se necesita adquirir sabiduría. La palabra “wisdom” (sabiduría) se deriva de vid (ver) y de don (juicio). Aquí se alude a lo que se ve con los sentidos del ALMA y del INTIMO; a los juicios sabios, fundamentados en las percepciones ultra-sensoriales, y no simples intelectualismos dogmáticos, ya en declinación y decrepitud, y a vanidosas suficiencias profesionales.
¿Cómo puede llegar a la sabiduría aquel que no ha desarrollado la clarividencia? ¿Cómo puede ser médico de los demás aquél que no es médico de sí mismo? ¿Cómo puede sanar a los demás aquél que no está sano en su psiquis y en su corazón?
Un hombre puede haber estudiado teóricamente el organismo humano y sus enfermedades, pero esto no quiere decir que tenga el poder de sanar, porque nadie puede recibir este poder de los hombres, sino de Dios.
En el país asoleado de Khen, allá en los lejanos tiempos del antiguo Egipto, los enfermos eran llevados a los templos augustos y sagrados donde se cultiva la hierática sabiduría.
Un sopor de eternidades pesa sobre los antiguos misterios. En la noche profunda de las edades parece percibirse allá, en la remota lejanía, el verbo delicioso de los viejos sabios que esculpieron su sabiduría en extraños relieves en los muros invictos.
Calles de esfinges milenarias contemplaron silentes millares de peregrinos venidos de distantes tierras en busca de salud y de luz. Rostros quemados por el sol ardiente de la Arabia feliz, gentes venidas de Caldea, mercaderes de Tiro, viejos Yoguis de la tierra sagrada de los Vedas.
La medicina fue siempre sagrada. La medicina fue el patrimonio bendito de los médicos magos. En esos olvidados tiempos del lejano Egipto, los enfermos se cubrían de aromas en los templos y el verbo inefable de santos Maestros los llenaba de vida.
Y en aquellas provectas edades, bajo los pórticos sagrados, exclamaba el sacerdote de Sais: ¡Solón, “ay hijo mío! Día llegará en que los hombres se reirán de nuestros sagrados jeroglíficos, y dirán que los antiguos adorábamos ídolos”.
Existen diversidad de escritos en revistas, periódicos ilustrativos y otros órganos de información en relación con la inquietud de la ciencia Oficial (medicina actual) para conocer la propiedad medicinal de muchas plantas y de brebajes que hombres humildes de todas las latitudes vienen usando desde tiempos inmemoriales con resultados sorprendentes.
El valor medicinal de muchas plantas hogareñas, cuyas virtudes curativas han venido transmitiéndose de generación en generación entre las amas de casa, está preocupando nuevamente a los hombres de laboratorio. El valor altamente científico de los ingredientes medicinales que desde remotísimos tiempos vienen usando con provecho sabios naturistas, no ha tenido aceptación franca por aquello de creerse que los preparados en vasijas rudimentarias (ollas de barro) están llenos de microbios y suciedades.
Ingentes cantidades de dinero se vienen gastando anualmente en todos los presupuestos económicos del mundo para influir sobre las gentes, a fin de extinguir el uso altamente curativo de las plantas y de sus preparados sencillos, en beneficio exclusivo de los grandes laboratorios de sociedades comerciales que se apoderan del derecho de curar a la humanidad, con menosprecio de las formas naturales que nos brindan las leyes inmutables.
Los modernos bioquímicos están estudiando los secretos profesionales de los «brujos» e investigando las hierbas de los curanderos de Azandes, África Central.
Las tribus indígenas del Alto Amazonas, están siendo requeridas por los científicos que exploran la manigua para obtener la revelación de sus secretos. Los Marrugits, magos  Bosquimanos (África) empiezan a suministrar enseñanzas secretas sobre las plantas, a los médicos facultados.
Muy conocido es el incidente del campesino serbio que puso a Fleming en vía expedita para descubrir la Penicilina, secreto de la Naturaleza. Los grandes trust productores de penicilina han tenido el acierto de buscar la cooperación de comunidades misioneras para obtener de los médicos indios la revelación de secretos curativos, tal como el «piture», que poseen los indios Bosquimanos, que permite sanar las llagas de los leprosos y las úlceras cancerosas.
La zarzaparrilla la emplean los Callahuayas para combatir la debilidad general por medio de la purificación de la sangre. Ahora es importante esta preciosa planta por haberse descubierto que es la equivalente de la Testosterona, la hormona masculina, reguladora de la vida sexual y de la vitalidad de todo el organismo. Otros innumerables productos vegetales son objeto de investigaciones, y muchas aplicaciones como panaceas de laboratorio.
En el convento tibetano de “las cien mil imágenes de Maitreia”, nunca faltan los perfumes. El doctor Rudolf Steiner afirma que el empleo de los perfumes para la curación de las enfermedades tenía un pasado remotísimo y un espléndido porvenir. Leadbater dice que nuestros pecados y errores repercuten en nuestros cuerpos y que pueden ser eliminados por la acción de ciertos perfumes. Cada vicio tiene sus larvas que se adhieren al cuerpo Astral, y sólo desintegrando esas larvas por medio de ciertos perfumes se logra la curación total de esos vicios y hábitos.
Estatuas de Buda hecha con madera olorosa del sándalo, existen en Pekín, en Tíbet y en el claustro Mogol “Erdoni Dsu”. Estas estatuas se llaman “Dscho” (escrito “jebe” esto es del señor o maestro), también las hay en Lassa capital del Tibet.
“Tschima-Purma” es el nombre de ciertas bolas de paño llenas de hierbas aromáticas que tibetanos y mongoles cuelgan de los techos de sus templos para fines curativos.
Los severos estudios de medicina Himaláyica y Trans-Himaláyica, incluyen la ELEMENTOTERAPIA, la OSMOTERAPIA, la ASTROLOGÍA, QUÍMICA OCULTAS y la ANATOMÍA de los siete cuerpos. Todo auténtico médico Lama es clarividente, y realmente no se puede ser médico sin ser clarividente.
Si los médicos apetecieran realmente ser científicos de verdad, ser magos de la naturaleza con todo orgullo, no vacilarían en enriquecer el bagaje de su ciencia prestando un poco de atención a la sabiduría oculta de la magia elemental (la Elementoterapia) que aunque muy antigua, está llamada a ocupar un sitio preferente, por derecho propio, en el concierto de la Salud pública. Tomado de «Medicina oculta y magia práctica» de Samael Aun Weor