El Mensaje oculto de las parábolas

EL MENSAJE OCULTO DE LAS PARÁBOLAS

Escrito está que la clave de la comprensión se encuentra en estas tres llaves psicológicas: imaginación, inspiración e intuición. (Revolución de la Dialéctica cap. V)

Estando la mente en profundo reposo interior, podemos verificar por si mismos la cruda realidad de esa arena de la vida, sobre la cual edificamos la casa. (Psicología Revolucionaria. Cap. 27)

EL SECRETO DE LAS PARÁBOLAS

Todo parece tan sencillo que cualquiera lo puede comprender. Sin embargo, existe un problema: descubrir el sentido original de las parábolas.  Ya en los primeros tiempos,  sufren ciertas interpretaciones. Se da a cada detalle de la parábola un significado especial, independiente, arbitrario. El resultado es un galimatías. De hecho, durante siglos, un espeso velo cubre el sentido de las parábolas. La parábola (simple imagen o relato extenso) presenta un solo punto de comparación.

En la Biblia la parábola es una enseñanza en forma de comparación, frecuentemente enigmática. Los discípulos se sorprenden de que Jesús hable en parábolas (Mt 13,10). Les parece un merodeo inútil, una pérdida de tiempo: hay que ir al grano. Sin embargo, Jesús cumple la Escritura que dice: Abriré en parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo (Sal 78,2). Además, Mateo y  Marcos presentan las parábolas tras la ruptura de Jesús con los fariseos (Mt 12; Mc 3). Aclaran el sentido de esta situación crítica.

Aunque aparezcan recopiladas, las parábolas hay que situarlas en la vida de Jesús. En realidad, no inculcan máximas o principios generales. No son historias amenas que terminan con una moraleja. No, cada parábola es pronunciada en una situación concreta, que es preciso reinterpretar. Sirve de justificación, de defensa, de ataque, de desafío. Es, con frecuencia, un arma de combate. El problema es descubrir qué quiso decir Jesús en aquel momento y, también, qué nos quiere decir hoy.

LAS PARÁBOLAS

La voz parábola (el latín parabŏla, y este del griego παραβολή) designa una forma literaria consistente en un relato figurado del cual, por analogía o semejanza, se deriva una enseñanza relativa a un tema que no es el explícito. Etim: Del griego parabola, comparación.

La parábola es una breve comparación basada en una experiencia cotidiana de la vida, cuyo fin es enseñar una verdad espiritual. No son fábulas ni alegorías porque se basan en un hecho o una observación real o por lo menos verosímil.

Jesús utilizó parábolas frecuentemente para enseñar las verdades mas elevadas en una forma que estuviese al alcance de todos. Su enseñanza contrastaba por su sencillez y sus imágenes con el estilo complejo de los antiguos filósofos.

La parábola no diluye lo que es profundo sino que acerca al corazón del mensaje por imágenes que ayudan a abrir nuestra mente interior y nos abren el camino de la imaginación, inspiración e intuición.

Los doctores judíos también utilizaban parábolas, pero Jesús las llevó a la perfección. Sus parábolas sirven para todos en todos los tiempos.

Jesús, después de enseñar al pueblo en parábolas, continuaba enseñando a los discípulos en privado más directamente y con más profundidad de lo que era posible para el pueblo. Así los formaba para después encargarlos de divulgar esas verdades.

Cuando los discípulos le preguntaron por que enseñaba con parábolas, Jesús les respondió:

«Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: «Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis.»  Mateo 10,11-14.

LAS PARABOLAS Y LAS MATEMÁTICAS

El V.M. Samael nos dice:

“El mundo de las intuiciones es el mundo de las matemáticas. El gnóstico que quiera elevarse al mundo de la intuición debe ser matemático, o por lo menos, tener nociones de Aritmética.”

 “Las fórmulas matemáticas confieren el Conocimiento Intuitivo. Las fórmulas de Kepler y de Newton pueden servir para ejercitarnos en el desarrollo del Conocimiento Intuitivo.”

“El mundo de las intuiciones es el mundo de las matemáticas.”

Desde los tiempos muy antiguos vemos -en la Biblia- el Esoterismo, la Alquimia, la Magia, la Astrología, la Filosofía, las Matemáticas, etc.

Cuando uno tiene la mente objetivizada, la Consciencia objetivizada, lo único que reina en uno es la claridad meridiana del Espíritu; se mueve uno, entonces, en el mundo de las matemáticas y las perfecciones.

Las parábolas también se estudian a través de las matemáticas. Se definen así: La parábola es la gráfica de la función cuadrática o polinomio de segundo grado, cuya ecuación general es y=ax2+bx+c, donde a, b y c son números reales.

Se trata de una curva muy interesante y muy común. Aparece en numerosos fenómenos naturales o, cuando menos frecuentes, en nuestras ciudades: el caño de una fuente, la trayectoria que describe un balón de fútbol en un golpe franco, el movimiento de un proyectil disparado por un cañón.

La definición geométrica de la parábola es algo más complicada: La parábola es el conjunto de los puntos del plano que se encuentran a la misma distancia de un punto fijo F (que se llama foco) y de una recta también fija d (que se llama directriz).

Si reflexionamos un poco, podemos entrever, a la luz de las matemáticas, donde puede encontrarse el significado oculto de una parábola del Evangelio. Si relacionamos a cada elemento de la gráfica con una parte de la parábola evangélica, obtenemos:

Foco: significado oculto, no perteneciente al mundo de la mente sensual, y realmente la clave de todo, a partir de este foco se sostiene la parábola en sí en su profundidad, conteniendo la enseñanza oculta. Directriz: aquí se apoya la parábola en su significado cercano al mundo tridimensional…

Línea parabólica: es la historia en sí misma, equidistando del foco y la directriz.

Lo único visible en la representación es la línea parabólica, pero esta es el resultado de dos elementos invisibles que la generan y de los cuales, cualquier punto de esta línea está relacionado con una ecuación precisa, la que a ella misma genera.

Este comentario sólo apunta hacia la existencia de una determinada relación entre el número y la palabra. Con seguridad la intuición nos revelaría mucho más de lo que la mente es capaz de discernir, pero eso pertenece a un aspecto del conocimiento esotérico que aquí es muy difícil plasmar con palabras.

ESTRATEGIA PEDAGÓGICA DE LAS PARÁBOLAS

La pedagogía y la estrategia de las parábolas, presenta una curiosa respuesta al desafío que tiene la educación actual de lograr aprendizajes que sean significativos y estables.

El solo hecho que después de veinte siglos, sigamos recordándolas, seamos capaces de repetirlas y retransmitirlas casi textualmente, y nos orienten en algunas decisiones de nuestra vida, es porque fueron enseñadas siguiendo ciertos patrones pedagógicos que se han utilizado a través de todos los tiempos para transmitir las enseñanzas esotéricas.

De otra manera habría sido fácil que se hubieran extraviado en la noche del tiempo o aventadas por el viento impetuoso de las luchas culturales y religiosas ocurridas a lo largo de los siglos, aparte de la distorsión involuntaria de muchos intermediarios, que las reescribieron desde su origen.

Las parábolas, fueron expresadas oralmente, en un medio sociocultural de campesinos y pescadores. Fueron aprendidas de memoria y repetidas, iniciándose así su transmisión.

EL LENGUAJE Y EL MÉTODO DE LAS PARÁBOLAS

Las enseñanzas de Jesús se caracterizaron por echar mano al recurso frecuente de lenguaje mediante parábolas con el empleo de imágenes visuales. La utilización de este método, ya conocido en la cultura judía de su época, facilitó que ellas quedaran retenidas en la memoria de sus oyentes, se retransmitieran con facilidad a través de la historia y podamos hoy día encontrarlas entre las imágenes que impregnan nuestra cultura.

Las figuras de un «hijo pródigo», o de una «oveja extraviada», forman parte de nuestra imaginería común, y también dan lugar a metáforas que enriquecen nuestra comunicación. Todos entendemos de qué se trata cuando escuchamos esos términos (Mt 13 : 10-16 ; Mc 4: 1-25; Lc 8:9.)

Este recurso frecuente en todas las enseñanzas esotéricas es utilizado debido a la proximidad que hay con nuestra propia psicología interior, de hecho nuestro lenguaje subconsciente se elabora con este recurso. El V. M. Samael nos dice:

“…Estos agregados psíquicos surgen en forma de drama, comedia, película y a través de símbolos y parábolas.”

“El lenguaje de los sueños es exactamente comparable al lenguaje de las parábolas.

“Aquellos que interpretan todo literalmente, piensan que el Sembrador del Evangelio Crístico salió a sembrar y que la semilla cayó en pedregales, etc., etc., etc., mas no entienden el sentido de tal parábola, porque éste, en si mismo, pertenece al lenguaje simbólico del Centro  Emocional Superior.”

Cada parábola es un cuadro perfecto de algo que puede observarse en el mundo de la experiencia. Todo está de acuerdo con la naturaleza y la vida.

Las acciones de los personajes que intervienen en cada narración se ajustan a la situación, y hasta se puede explicar la razón última de ese realismo tan hondo y espontáneo: entre el orden natural y el espiritual no hay mera analogía sino afinidad interna.

Por eso Jesús no sintió la necesidad de recurrir a ejemplos artificiosos para ilustrar las verdades que se proponía enseñar. La armonía entre lo natural y lo sobrenatural se le hacía presente con sólo mirar los procesos de la naturaleza, como lo muestra el pasaje que comienza con las palabras “Fíjense en las aves del cielo…” (Mt 6.20-30; Lc 12,24-28).

Algunas parábolas aparecen complementadas con reflexiones de «sentido común», tales como buscar los objetos perdidos o remendar la ropa vieja, conducta con la cual nos sentimos identificados, dando lugar para un punto común de encuentro con el narrador. En otras oportunidades, las parábolas van seguidas de preguntas, las que obligan a tomar parte en la historia y dar una opinión sobre el tema tratado, lo cual indica que además de enseñar, el método de las parábolas trata de inducir a un compromiso personal.

Desde la perspectiva de los avances tecnológicos de nuestra época, podemos percibir las imágenes de las parábolas, como equivalentes al efecto que producen los métodos audio-visuales, en los cuales las imágenes se asocian con una idea o con un mensaje que permite retenerlo y evocarlo con facilidad. La psicología muestra que es más fácil recordar, después de algunos años una imagen visual que un discurso oral. En ellas la imagen reemplaza una idea central.

La propaganda que vemos en la TV nos muestra constantemente como las pequeñas historias y las imágenes visuales «se pegan» a la gente y también las inducen a modificar sus conductas, para salir a comprar los productos anunciados. El efecto de la imagen contribuye a explicar porqué las parábolas se han retransmitido con bastante fidelidad en el contexto de las diferentes culturas.

Otra característica que tienen es que son narraciones sencillas, y no se necesita ni gran inteligencia o educación, ni mucho dominio cultural, para entenderlas y contarlas. Su sencillez facilita la memorización de la idea implícita en la imagen, ya que sus imágenes tienen pues un poder evocativo bastante alto. Para ninguno de nosotros es difícil imaginar un sembrador arrojando sus semillas o una red llena de peces a orillas de la playa. Incluso son imágenes que pueden confundirse con recuerdos personales.

También todos podemos percibir lo absurdo de  encender una vela para colocarla debajo de una pantalla, o de arrojar un collar de perlas a los cerdos o imaginar a un grupo de niñas atolondradas que salieron sin combustible en la noche. Cuando las imaginamos con las lámparas apagadas y sin aceite, en la oscuridad, o al hijo pródigo muerto de hambre, empezamos a entender que son imágenes significantes que permiten ir penetrando progresivamente un significado escondido en la parábola. Además, Jesús con frecuencia agregaba algunas historias dramatizadas, dialogadas, como fue la  narración del mendigo Lázaro, la del samaritano que auxilió al hombre asaltado, historias que quedaron en la memoria colectiva, y han podido retransmitirse a través de las generaciones.

Desde el punto de vista narrativo se caracterizan por presentar una unidad temática, cuyo contenido implícito también puede recordarse e interpretarse en diferentes planos de profundidad y que nos motivan a inferir de ellas significados más generales Una característica que presenta este método es que la idea central de las parábolas no es siempre transparente.

El realismo de las parábolas no excluye la presencia de algunos detalles insólitos. No deja de sorprender los absurdos antes nombrados (perlas a los cerdos, lámparas tapadas…), o por ejemplo, la extraña conducta del dueño de la viña que paga a todos los obreros el mismo salario, sin contabilizar el número de horas que había trabajado cada uno (Mt 20,1).

 Como a nadie se le ocurriría ver en ese gesto una conducta habitual, hay que prestar especial atención a ese detalle sorprendente para identificar el núcleo de la parábola.

Cada parábola contiene un núcleo  que le da significado a la narración. La imagen solamente trasluce la parte externa o visual de ese núcleo, lo que abre posibilidades para distintas interpretaciones de su contenido.

El núcleo sería una idea, fuerza o concepto germinal que genera nuevas ideas y se va ampliando en la medida en que se profundiza, como sería la expansión de las ondas de las aguas cuando se arroja una piedra.

Este punto encierra el punto crucial donde el narrador centra la fuerza de su mensaje, dejando luego que los oyentes interactúen con esa idea y vayan elaborando sus propias imágenes, las que les permiten acercarse al significado del narrador. Hay en ellas una dialéctica entre la imagen visual y la idea nuclear, que permite diversos grados de aproximación. Así, en el caso de la mayoría de las parábolas de Jesús, encontramos imágenes que describen distintas características del reino de Dios, que viene a ser el núcleo central de ellas. Junto a esas imágenes aparecen desarrolladas ideas secundarias que pueden adquirir diferentes connotaciones según las personas o las culturas, sin embargo, lo central en ellas es este núcleo que les da fuerza y direccionalidad.

En el aspecto formal de las parábolas, en Jesús había «un genio poético» que le permitía describir en trazos breves algunos tipos psicológicos que se encuentran en los hombres de todos los tiempos. «Hijos fieles e hijos pródigos, vírgenes sabias y vírgenes imprudentes, labradores, mendigos, ricos y pobres, deudores y acreedores» (p.150) dice, constituyen grupos humanos que todos conocemos y que facilitan la recreación imaginativa, tal como ocurre con los personajes de una pieza teatral. Sus historias personales son historias siempre recomenzadas.

Las historias dramatizadas permiten una identificación con los roles que juegan en ellas sus personajes, de manera que las personas que las escuchan puedan sentirse parcialmente identificadas con ellos.

Simultáneamente con el hijo pródigo hambriento, como con su padre; con el samaritano generoso como con el mercader judío asaltado. Con esta estrategia, las parábolas tienden a sobrepasar la esfera cognitiva del mensaje y ofrecer la perspectiva para un compromiso emocional.

Las parábolas tienen un valor imaginativo y poético. Son obras de arte consciente y por lo tanto tiene un significado profundo que abre un proceso de comprensión dirigido al corazón. El recurso al lenguaje figurado en imágenes visuales facilita este proceso. Sabemos que las interpretaciones que podemos hacer a las narraciones literarias pueden diferir, debido a que no todos percibimos la realidad del mismo modo, ni tampoco nos hacemos las mismas preguntas, o aceptamos las mismas respuestas.

El lenguaje de las parábolas permite que su contenido sea internamente traducido por cada persona a su propio lenguaje interior, buscando en ellas respuestas a sus propias motivaciones. Eso contribuye a explicar porqué han originado imágenes transversales a las culturas, traducibles a todos los idiomas, y que han sobrevolado los siglos.

Respecto a la relación entre las imágenes visuales y el lenguaje de las parábolas, conviene recordar que todo lenguaje tiene un fondo y una forma. La forma es la expresión -gestual, oral o gráfica- de la persona que habla o enseña, y que utiliza para trasmitir su mensaje. Este proceso no es solamente intelectual, ya que también hay implicaciones emocionales, como cuando observamos una obra de arte que nos trasmite la emoción creadora del artista. El fondo del hijo pródigo regresando a su casa y reencontrándose con su padre es una imagen que ha cruza las culturas, pues no es solamente expresable en términos del centro intelectual sino que tiene un alto componente emocional.

Sin embargo, el proceso psicológico de asociar la forma de las parábolas a su fondo no siempre es fácil.

Un elemento importante para una interpretación correcta es saber encontrar en ellas las claves que permitan llegar al núcleo. Este es un proceso en el cual con frecuencia se producen equívocos, pues si bien, desde el punto de vista de la intencionalidad de Jesús el significado de sus palabras puede haber sido uno solo, no ocurre lo mismo con los que las escuchan. Las parábolas de Jesús fueron dirigidas a personas que pensaban de una manera diferente a la suya y a las cuales quiso mostrarles otra dimensión de la realidad. Los evangelios narran que en no pocas oportunidades los discípulos no entendieron lo que Jesús quería decirles y que no tenían los elementos necesarios para lograrlo: «su mente estaba cerrada» para entender. Sus percepciones, conocimientos, atribuciones o intereses no correspondían a lo que estaban escuchando y sus esquemas cognitivos eran demasiado sencillos para darse cuenta del significado más profundo subyacente a las parábolas. Esta relación significante-significado de las parábolas puede interpretarse en distintos planos de extensión y de profundidad.

Podemos entender la pedagogía las parábolas como la aplicación de un método de enseñanza pública que utiliza un lenguaje visual o dramatizado, que permite decodificar su significado de manera progresiva, en diferentes niveles de comprensión, según sean los esquemas mentales y la cultura de quienes lo escuchan, no exigiendo una compresión instantánea ni una traducción uniforme.

Marcos dice que Jesús «no les enseñaba nada sin parábolas» (Mc.4:33), y agrega que se las explicaba todas a sus discípulos, lo cual indica que ejercía una mediación verbal que facilitaba el acceso al núcleo de las mismas. Sin embargo, también dejó en claro que no todos podían decodificarlas, como un desafío para buscar su significado.

Finalmente, un objetivo que parece haber tenido Jesús para utilizar en su pedagogía el lenguaje parabólico, es que facilitaban el camino para provocar una apertura en el pensamiento de sus oyentes, para ayudarlos a asimilar su mensaje.

Las parábolas tienen como objetivo mostrar una nueva dimensión de la realidad, y no tratar de demostrarla. Las parábolas no tratan de probar o comprobar nada. Solamente muestran imágenes y dan claves para interpretar una realidad diferente. En el lenguaje parabólico se abre a una nueva perspectiva, invitando al que escucha a sacar de ella sus propias conclusiones, el poder de persuasión de las parábolas no se basa en la lógica de sus argumentos ni tampoco en la fuerza de una autoridad. Por el contrario, su lenguaje descriptivo, concreto y simple, con temas familiares a los auditores busca más bien convencer echando mano al sentido común y a su experiencia de vida.

En la lectura de los Evangelios encontramos que Jesús también aplicó el método de contra preguntas, a partir de las mismas parábolas, lo que contribuía a abrir brechas en las estructuras cognitivas y en ocasiones ponía en duda las respuestas que recibía. Esta situación de diálogo, junto con motivar a sus oyentes los motivaba para que tomaran partido sobre lo que sucedía en la historia. A veces la intervención de Jesús comenzaba con una pregunta motivadora del diálogo, lo que le permitía hacer un avance progresivo de acercamiento a su objetivo. En otros casos la pregunta la hacía al final La narración dice que en ciertas oportunidades introducía la historia preguntando «¿A qué se parece?», para luego plantear una comparación (Luc 13,18 y 13, 20) o si no «¿Quien entre Uds.?», para luego plantear un dilema a resolver (Luc 15,4). Este diálogo inicial obligaba a que sus oyentes efectuaran una acomodación mental a las nuevas perspectivas para centrarse en el la idea nuclear del mensaje.

El proceso de enseñanza mediante parábolas e imágenes visuales efectuado por Jesús no quedaba limitado solamente a la esfera intelectual. Su objetivo principal no era modificar el pensamiento de sus oyentes, sino activar su centro emocional superior.

El mismo Jesús expresó que la asimilación de lo que él quería decir no es un proceso fácil, agregando que para lograrlo había que enfrentar previamente un conflicto interior, una tensión que se produce al tener que enfrentar un dilema, tener que tomar una decisión o asumir un compromiso personal. Las dudas de Nicodemo sobre «nacer de nuevo» y las preguntas de la mujer samaritana a orillas del pozo nos sirven de ejemplo a esta situación. Ambos se defendieron de lo que Jesús les decía y la resolución de su conflicto no podría haber culminado en una aceptación si el método de enseñanza no hubiera ido acompañado de una relación de confianza en la personalidad del Maestro.

«Aprender a pensar».

 En los Evangelios se lee, muy reiterada, una frase de Jesús cuyo significado es necesario aclarar: «Al que tiene se le dará. Y al que no tenga, aún lo que crea tener le será quitado». ¿A qué se ha referido? Se puede mencionar al respecto un paralelismo con una sentencia Zen que dice: «Si tienes un bastón te daré uno, si no tienes un bastón te quitaré uno.»  Se puede interpretar como: “El que posea las claves del conocimiento podrá penetrar más y más profundamente en los significados velados en las escrituras.

Parábolas del Nuevo Testamento:

MATEO

Los Niños que juegan             Mateo 11,16-1

El Sembrador                         Mateo 13,3-8

La Cizaña                            Mateo 13,24-30  36-43

Grano de mostaza         Mateo 13,31, 3

La Levadura                        Mateo 13,33

El Tesoro escondido           Mateo 13,44

La Perla de gran valor     Mateo 13,44, 4

La Red                          Mateo 13,47, 4

La Oveja perdida                Mateo 18,12-1

El Servidor despiadado      Mateo 18,23-3

Los Trabajadores en la viña    Mateo 20,1-6

El Hijo pródigo     Mateo 21,28-3

Los Malvados    Mateo 21,33-4

La Gran Cena       Mateo 22,1-14

El Banquete Nupcial     Mateo 22,1-14

Las Diez Vírgenes     Mateo 25,1-13

Los Talentos      Mateo 25,14-3

MARCOS

El Sembrador                             Marcos 4,3-8

La Semilla que crece por si sola    Marcos 4,26-29

La Semilla de  Mostaza               Marcos 4,30-32

Los Viñadores homicidas              Marcos 12,1-11

LUCAS

Los niños que juegan    Lucas 7:31, 35

Los dos deudores   Lucas 7-41-43

El sembrador     Lucas 8,5-8

El buen samaritano    Lucas 10,25-37

Amigo inoportuno    Lucas 11,5-8

 Rico insensato    Lucas 12,16-21

La higuera estéril   Lucas 13,6-9

El grano de mostaza    Lucas 13,18, 19

La levadura     Lucas 13,20, 21

La gran cena     Lucas 14,16-24

La fiesta de matrimonio   Lucas 14,16-24

El último lugar en los banquetes Lucas 14,7-11

La torre y la guerra    Lucas 14,28-32

La oveja perdida    Lucas 15,44

La moneda perdida    Lucas 15,8-10

El hijo pródigo    Lucas 15,11-32

El Administrador infiel.  Lucas 16,1-8

Lázaro y el hombre rico   Lucas 16,19-3

El juez injusto    Lucas 18,1-8

Fariseo y publicano    Lucas 18,9-14

Las Minas      Lucas 19,12-27

Los Viñadores homicidas  Lucas 20,9-18