El ánima de las plantas

El ánima de las plantas

Desde la antigüedad los fenómenos del «Aura» han sido estudiados e investigados por gran cantidad de hombres de ciencia, esoteristas, investigadores, etc. El aura, es un fluido o esencia sutil e invisible a los ojos humanos que emana del mundo interior de los seres vivos, ya sean humanos, animales o vegetales. El aura es un efluvio psíquico electro vital que sólo puede ser percibido por los sentidos extrasensoriales, tal como la clarividencia. Aunque la ciencia occidental le da poca importancia a estas cuestiones vitales, investigaciones y descubrimientos recientes han demostrado que el aura no es una invención de los esoteristas, sino una auténtica realidad, cuyas variaciones y colores registran los estados psíquicos, las enfermedades, el envejecimiento, etc., de las personas, animales y plantas.

Apenas se ha empezado a develar el misterio que envuelve a la conciencia de las plantas, pero los últimos descubrimientos predicen que las plantas poseen una misteriosa sensibilidad de la que el ser humano se podría beneficiar.

Resultados Favorables

La investigación en el mundo de las plantas, comenzó en 1966 cuando un agente estadounidense de la C.I.A., llamado Cleve Backster, especialista en interrogatorios, se dedicaba a perfeccionar el funcionamiento de los detectores de mentiras.

Un día, al agente Backster, se le ocurrió aplicar el detector de mentiras a una planta. Colocó cada uno de los electrodos a cada lado de una hoja de la planta que se encontraba en su oficina, como si se tratase de una persona. En realidad, lo que quería observar era el tiempo que tardaba en llegar el agua de las raíces a las hojas cuando se regaba la planta. Los resultados fueron tan sorprendentes que sirvieron de comienzo para posteriores investigaciones.

Lo primero que observó fue, que cuando la planta recibía agua, el detector de mentiras emitía las mismas señales que cuando se produce en el hombre una sensación agradable.

Como Backster conocía perfectamente el funcionamiento del detector de mentiras y sabía que el detector conoce el miedo de la persona cuando es amenazada, decidió experimentar con la planta.

Hizo varios experimentos, entre ellos mojó alguna de las hojas de la planta con café caliente, pero nada sucedió. Pensó entonces en quemar una de sus hojas, y en ese momento el trazado del polígrafo, dio un violento salto hacia arriba, como un grito de terror. No había tocado la planta todavía, ¿por qué ésta había reaccionado así? Lo más interesante fue que cuando se efectuaba la quemadura en la planta, ésta no reaccionaba tan espectacularmente. A este tipo de reacción se le denomina reacción primaria.

Se repitieron los experimentos varias veces, en plantas diferentes y siempre dieron buenos resultados. Además se descubrió que una porción de planta también reaccionaba igual, como si estuviese completa. De esta forma se llegó a la conclusión de que la percepción de los vegetales se da a nivel celular.

Otro de los experimentos que realizó Backster, fue extraordinario, se trataba de demostrar que las plantas tienen memoria, que retienen información igual que los humanos.

El experimento fue el siguiente: Se colocaron dos plantas en una habitación y se escogió un grupo de personas, una de ellas fue elegida, sin que los demás lo supieran, para que entrara en la habitación y destrozara una de las dos plantas, cosa que realizó. Seguidamente a la planta superviviente se le conectó el detector y el polígrafo, y fueron pasando todas las personas, de una en una. Cuando le llegó el turno al culpable, la planta pareció enloquecer, ya que las líneas del polígrafo sobre el papel eran de un trazo frenético. Con esto quedó demostrado que las plantas poseen la capacidad de retener información.

Estos mismos experimentos o similares, también fueron realizados por otros investigadores, tales como el físico ruso Víctor Adamenko, con resultados favorables.

Información a partir de células vegetales

Los trabajos de Backster no terminan aquí. Uno de los que ha encontrado más seguimiento, consistía en arrojar crustáceos vivos al agua hirviendo.

Aparentemente, las plantas reaccionaban ante el dolor de estos crustáceos con largas líneas del polígrafo. Lo curioso del experimento fue que a medida que se repetía, la acción de las plantas era menor, hasta el punto de no reaccionar.

Como se pregunta John Whitman en su libro “El poder psíquico de las plantas”, ¿es posible que hubieran almacenado suficiente información para saber que podían ignorar las señales de la muerte, al igual que uno ignora el silbido de un tren que pasa cada mañana a la misma hora?

El psicólogo, también soviético, Venyamin I. Puskhín, sugiere que las plantas poseen memoria y que con el tiempo el hombre podrá obtener información de las células vegetales, tal como hacen con las del cerebro humano. La tesis de Puskhin dice:

«Entre las células de las plantas y el sistema nervioso existe un lugar específico, ya que se trata de dos sistemas de información. Cada célula parece ser capaz de comprender a la otra, incluso si ella es profundamente diferente».

La teoría de Backster es bastante similar, pues él considera que todas las células vivas pueden comunicarse mediante un sistema aún desconocido. Otra de las teorías es la del húngaro Albert Von Szent Gyórgyi, premio Nobel de medicina de 1937, que planteó que los cambios de esos estados emocionales, generan una forma desconocida de energía subatómica.

Las teorías parapsicológicas optan por creer que la planta reacciona a los sentimientos humanos. Es decir, es el propio ser humano el que puede estar produciendo los fenómenos por medios normales o paranormales.

El sistema nervioso en las plantas

Son muchas las pruebas que se han acumulado sobre la actividad psíquica o nerviosa de las plantas, hasta el punto que el físico Víctor Adamenko, considera que saben distinguir y tienen conocimiento.

Lo demostró situando a las plantas cerca de un mineral. El polígrafo daba una curva o respuesta similar a la que había dado cuando se sometió a la planta a una descarga eléctrica en presencia de ese mineral. Pero si las plantas no poseen sistema nervioso, ¿de qué mecanismos se valen para reaccionar de forma tan humana?

Los investigadores hacen la misma apreciación: La comunicación y la memoria no tienen por qué depender necesariamente de un sistema nervioso central desarrollado, tal como se ha creído durante siglos. Según los investigadores, cada célula contiene su propia memoria y sistema nervioso, todo ello completamente distinto al sistema de los animales.

Desde principios de siglo se está estudiando la posibilidad de que las plantas sean sensibles a lo que sucede en el mundo exterior. Las primeras experiencias provienen del profesor Jagadis C. Bose, profesor de física en Calcuta (India), ya que en su libro La respuesta de las plantas como medio de investigación fisiológica, demuestra que las plantas responden a los estímulos como si realmente tuvieran sistema nervioso, también señala una curiosa similitud entre la piel de los reptiles y anfibios, y la de las frutas y legumbres.

De todos los inventos realizados por Bose, el más famoso es el que se conoce con el nombre de Crescograph, un aparato capaz de ampliar los procesos vitales de las plantas diez millones de veces. Es como si pudiésemos observar el crecimiento de un árbol a la velocidad que nos movemos nosotros.

Este investigador, llegó a importantes conclusiones pero desgraciadamente no fueron tomadas en serio por los científicos de la época. Según Bose, las plantas gritan de dolor, aunque no las escuchemos, se excitan con cafeína, se emborrachan con alcohol, etc.

Facultades extrasensoriales

De todas las investigaciones llevadas a cabo por los distintos científicos, y en distintas partes del mundo, una de las más interesantes es la posibilidad de que las plantas puedan poseer algún tipo de facultad extrasensorial. Los experimentos de Backster se hicieron en este sentido.

El físico Víctor Adamenko afirma que las plantas pueden sintonizar con formas de comunicación telepática a una distancia aproximada de 200 km.

Uno de los experimentos más curiosos es el realizado por Paul Sauvin, técnico en electrónica. Este señor aplicó a las plantas un osciloscopio sonoro que produce un sonido a las respuestas o señales de las plantas y que lo registra en un magnetófono. Según sus propios experimentos, varias veces estando fuera de casa, pudo vivenciar con asombro que sus plantas emitían señales de excitación, paralelas a sus propios cambios de estado y sentimientos.

El doctor Robert N. Miller, antiguo químico e investigador de fenómenos psíquicos, en uno de sus variados experimentos, pidió a una serie de personas que dirigieran sus oraciones hacia una planta de centeno que tenía en su laboratorio, a 100 km. de distancia. Al día siguiente descubrió con asombro que el centeno había crecido un 840 % aproximadamente más de lo normal.

El aparato registrador se compone de un amplificador de movimiento basado en el Crescograph de Bose, ligado a la planta por un brazo extremadamente sensible y por otro brazo que transcribe el movimiento amplificado sobre un papel milimetrado.

No hay duda de que los buenos sentimientos hacia las plantas hacen que éstas se desarrollen mejor. Eso lo puede comprobar cualquier jardinero, e incluso cualquier persona que cuida las plantas de su hogar, pero lo que resulta más fantástico es que se pueda influir con el pensamiento en un ser que ni remotamente podemos imaginar dotado de razón.

Uno de los mejores trabajos en este sentido es el desarrollado por Luther Burbank, que ha podido conseguir en unos años, una variedad de cactus desprovistos de espinas. En su trabajo con las plantas, él ya había tomado la costumbre de hablarles:

«No tienes nada que temer, no tienes necesidad de tus defensas, estoy aquí para protegerte».

Lo cierto es que desarrolló una variedad de cactus sin espinas; «Opuntia ficus indica».

Según Manly P. Hall, presidente de la Sociedad de Investigadores Filosóficos Norteamericanos, Burbank decía que las plantas tienen más de 20 sentidos, pero al ser tan diferentes de los humanos, nos es imposible reconocerlos. Burbank no estaba muy seguro de que los árboles y las plantas pudieran comprender sus palabras, pero sí estaba seguro de que por telepatía, ellos podrían comprender lo que quería decirles.

No debemos olvidar los experimentos que se realizaron para estudiar la acción de la música sobre las plantas. En los años 60, se realizaron gran número de ellos para investigar lo que ocurría al someter a las plantas a terapias de música. Entre varios investigadores destacan, Mary Measures y Pearl Weinberger, que demuestran que los granos de trigo expuestos a un sonido crecen con más rapidez cuando éste sonido está compuesto de una nota única y fuerte, de una frecuencia de 50 Hz. Esto quiere decir, por lo tanto, que el sonido sí afecta a los vegetales.

Otros investigadores como Dorothy Retallack y Francis F. Broman, en sus experimentos no dejan lugar a dudas. Han demostrado que la música rock hace crecer las plantas en dirección contraria a la fuente de sonido y además las hace crecer de una forma anormal. Sin embargo, la música de Bach, Mozart, Haydn, etc., hace que la planta crezca en dirección al sonido y de una manera armoniosa.

Todo esto nos abre nuevos caminos y perspectivas: la existencia de otras dimensiones superiores del espacio y el hecho de que las plantas como todo ser vivo tienen una parte divinal, el alma. Cada árbol, cada arbusto y cada hierba es el cuerpo físico de una criatura elemental, por lo que sienten dolor y alegría como cualquier ser vivo.

La vida universal se extiende mucho más allá de las formas meramente físicas y merece ser investigado por todos los amantes del saber. Desafortunadamente, vivimos en un pequeño y reducido mundo de ansiedades y de materialismo, y cada vez nos alejamos más de la naturaleza y de sus maravillas. Sin embargo, todos estos estudios que hemos expuesto van creando inquietudes entre los hombres de ciencia, con lo cual la investigación y la experimentación de lo desconocido se incrementaron considerablemente.