EL LABERINTO DE LA MENTE
Ni que decir tiene que para el conocimiento de sí mismo debemos abordar el estudio de la mente. En la medida que profundizamos en este complejo laberinto que es la mente humana, el conocimiento que tenemos de nuestra psiquis es más auténtico y real.
Hay muchos aspectos del ser humano que se dan por sabidos, cuando en realidad el conocimiento que se tiene es muy somero, pobre y superficial. Así ocurre en lo que se refiere a la mente.
Muchos entendemos lo mismo por cerebro, mente o intelecto, cuando la realidad es que son cosas diferentes.
Hay quien dice que el encéfalo gobierna la inteligencia, memoria, voluntad, etc. Realmente desconocen la existencia del cuerpo mental.
«La mente es un cuerpo sutil, maravilloso, que tiene su Ultra-Fisiología y Ultra-Patología en íntima relación con el Sistema Cerebro-Espinal y el Cerebro»
La mente es una sustancia energética, es energía, conocida en Oriente como energía Manásica. De esta energía podríamos decir que es el principio formador del Universo. Todas las formas que nosotros conocemos provienen de una sustancia, sutil o grosera, depende de su grado de cristalización, que es el principio formador del Universo sensible, tanto a nivel físico como a nivel de pensamiento y de sentimiento. En contraposición a este Universo, existe un Universo espiritual, que nada tiene que ver con la mente. El Universo sensible, lejos de lo que es el Mundo espiritual, está conformado de sustancia mental, concentrada en distintos niveles. Estos niveles son el Mundo Causal, el Mundo Mental, el Mundo Astral, el Mundo Etérico, el Mundo Físico y las Infradimensiones. Estas regiones o mundos se penetran e inter penetran sin confundirse. Siendo la mente energía, es posible que se den fenómenos como el de la Telepatía, que consiste en la transmisión del pensamiento. Esto ocurre porque la energía mental viaja en el tiempo y en el espacio. Se produce una comunicación interna, no visible, a nivel del mundo mental. El cerebro percibe el pensamiento o el sentimiento de otra persona que se encuentra en otro lugar.
La Hipnosis es una ciencia que ha demostrado lo que estamos diciendo. La mente puede, en ciertos estados hipnóticos o durante el sueño normal, transportarse a otros lugares y ver y oír lo que allí está sucediendo. Se han realizado experimentos con sujetos en estado hipnótico que han podido informar sobre acontecimientos, personas y situaciones que durante su trance hipnótico se estuvieron sucediendo a remotas distancias.
Los científicos pudieron verificar después de esos experimentos, la realidad de esas informaciones, la exactitud de los acontecimientos, que demuestra que el cerebro no es la mente.
El pensamiento es una función del cuerpo mental. El hombre puede pensar sin cerebro físico, en forma independiente. Esto ya está demostrado en los laboratorios científicos donde se logró materializar entidades desencarnadas.
Un hecho concreto, que sirva de ilustración a los escépticos, fue las materializaciones de Katie King. El caso fue, que el Astral de la difunta Katie King, estuvo materializándose por tres años consecutivos en el Laboratorio de Willian Crookes, destacado científico inglés, premio Novel de química y investigador de temas metapsíquicos.
Los experimentos tuvieron lugar en la propia casa de Willian Crookes, alejando así la posibilidad de un escenario trucado. En ellos intervino la médium londinense Florence Cook.
Crookes y los otros observadores vieron, oyeron su voz, palparon, etc. «el fantasma» de Katie King. Esta entidad se dejó someter a toda clase de experimentos, en los que no hubo trucos porque los científicos controlaban, totalmente, hasta la más mínima posibilidad de fraude.
Pensar que la mente es el cerebro es limitar mucho al ser humano, porque el cerebro no es el pensamiento, es un instrumento de la mente pero no es la mente. El cerebro viene a ser como una especie de oficina radiotelegráfica, que recibe ondas, mensajes, datos, información y, a partir de ahí, hablar, obrar, decidir, etc. La mente seria el oficinista, el que estudia la información.
El simple hecho común y corriente del pensamiento, no es ni más ni menos que un proceso del cerebro que consiste en la traducción de las ondas de esa energía mental.
El cerebro tiene cinco partes fundamentales: el Encéfalo, el Cerebelo, el Cerebro Medio, la Médula Oblongada y el Pons Varolio. Además, doce pares de nervios craneanos controlan el cuerpo físico e informan a la mente de todo lo que sucede en el organismo humano. Estos son: el Olfativo, el Motor Ocular Común, el Trigémino, el Facial, el Glosofaríngeo, el Neumogástrico o Vago, el Patético, el Abductor, el Auditivo, el Espinal y el Hipogloso. Cada par de nervios controla alguna región del cuerpo. Con este delicado mecanismo se establece una íntima intercomunicación entre lo que es el mundo físico y el mundo de la mente.
La información que del mundo exterior es recogida por los sentidos de percepción externa que va al cerebro, donde la mente la analiza y estudia. Más ocurre que la mente, el «oficinista», tiene un «mal secretario» que es el Ego, el Mi Mismo, el Yo (los defectos psicológicos cristalizados en la mente). Por ejemplo ante percepciones eróticas, el ego de la lujuria, con su proceder egoísta, reproducirá estas imágenes en el mundo de la mente, convirtiéndolas en Efigies vivientes de esta dimensión, con las que mantendremos relaciones en los sueños. Si una persona es celosa y ve a un amigo coqueteando con la mujer, el yo de los celos distorsionará esas imágenes de acuerdo a sus prejuicios, forma equivocada de pensar y de sentir, etc, con lo que podemos llegar a enemistarnos con el amigo o a desconfiar de la esposa.
El yo, de acuerdo a su razón de ser (bien sea la lujuria, la envidia, el amor propio, el orgullo, etc.) elabora en el inconsciente las formas más terribles que luego aparecen en los sueños.
Estas percepciones pasan al cerebelo, luego atravesando el Puente de Varolio llegan al cerebro. Las percepciones inconscientes se tornan conscientes cuando llegan al cerebro. Muchas veces una percepción se graba en una celdilla cerebral en forma fija. Esto es semejante a una imagen grabada en una placa fotográfica. Entonces la mente percibe a todas horas esa imagen. Venganzas, calumnias, crímenes, etc. pueden o no ser reprimidos por la personalidad, pero de una u otra manera vamos a cargar con ellos en nuestra psiquis, condicionando nuestra vida. Las percepciones quedan depositadas en los trasfondos de la mente humana, convirtiéndose en tentación secreta que llevan al delito. En el fondo de todo ser humano hay factores inconscientes que muchas veces lo convierten en homicida.
Son pocos los que comprenden la espantosa miseria moral del ser humano. Nuestra mente está condicionada por el Yo (o sea, los celos, la envidia, la lujuria, el amor propio, el orgullo, el sufrimiento, los problemas) y por consiguiente condiciona nuestra vida, negando al ser humano el derecho a la felicidad.